La crisis hídrica y la crisis de información

Por Victoriano Martínez

La necesaria coordinación entre las autoridades de los tres niveles de gobierno en las acciones para resolver la crisis del abastecimiento de agua potable a la ciudad se hace cada vez más evidente y uno de sus principales efectos es la falta de información a la población sobre la situación que realmente se vive.

Los señalamientos mutuos de politizar el problema poco abonan a resolverlo, pues en sí mismo se trata de acusaciones inscritas en lo que pretenden señalar: llevar agua a su molino politiquero en perjuicio de lograr una verdadera política de atención a un tema tan delicado como encontrar la mejor manera en que toda la población cuenta con agua potable en sus viviendas.

Una guerra irresponsable que, como en cualquier guerra, lo primero que se sacrifica es la verdad, por mucho que aseguren que se manejan con transparencia y presenten informes periódicos sobre avances, por ejemplo, en el Plan Emergente.

Antes que declaraciones efectistas, y hasta proselitistas, e informes envueltos en una parafernalia que los vuelve actos de promoción antes que de información, tendría que estar abierto un canal permanente en el que cualquier persona en cualquier momento pueda conocer los datos sobre cada medida emprendida por cualquier autoridad encaminada a resolver la crisis.

Lejos de eso, lo que se tienen son datos que no informan, sino que tratan de impresionar. El 15 de diciembre, el alcalde Enrique Galindo Ceballos dijo que entre el 16 de febrero y el 15 de diciembre del año pasado entregaron un millón 207 mil 700 metros cúbicos de agua a través de pipas. Un dato impresionante.

Distribuidos en los 292 días que hay entre esas dos fechas, significa que cada día se entregaron 4 mil 135.95 metros cúbicos que equivalen a 4 millones 135 mil 950 litros. Si se consideran pipas con capacidad para 20 metros cúbicos cada una, se distribuyeron diariamente más de 206 pipas. ¿Posible? Cuántas pipas se usaron y cuántos viajes realizó cada una fue un dato que quedó a deber.

El dato hoy sale a colación ante el dato que, en esa beligerancia politiquera, da a conocer Benjamín Pérez Álvarez, director de la Comisión Estatal del Agua (CEA), quien aseguró que de enero de 2023 a enero de este año esa dependencia invirtió 10 millones de pesos para repartir 67 millones de litros de agua en 110 colonias. Datos impresionantes.

No obstante, 67 millones de litros equivalen a 67 mil metros cúbicos que palidecen ante el millón 207 mil 700 metros cúbicos que presumió Galindo Ceballos haber distribuido en un periodo de 292 días. Es decir, mientras la CEA repartía 183 metros cúbicos al día, el Ayuntamiento repartía 22 veces más.

Si la capacidad de reparto entre uno y otro se compara a partir de la inversión realizada, a la CEA –que según Pérez Álvarez invirtió 10 millones de pesos– repartir cada metro cúbico le costó 149.25 pesos, en tanto que al Ayuntamiento –que anunció una inversión de entre 80 y 100 millones de pesos para pipas– le habría costado 82.80 pesos con el presupuesto más alto.

Ha hecho una inversión bastante considerable en el tema, aunque no sabemos cómo se ha aplicado”, dijo Pérez Álvarez con relación a los recursos aplicados por el Ayuntamiento en el reparto de pipas.

Cada uno en su intención de impresionar con sus propios datos lo único que muestra es la falta de coordinación necesaria para lograr una sinergia en la atención al problema que redunde en mayor eficiencia que beneficie a la población, además de poner en duda la veracidad de la información que ambos proporcionan.

Desde la perspectiva de la CEA, la diferencia en el costo de la distribución por pipas da para pensar que el Ayuntamiento falsea e infla las cifras, en tanto que desde el punto de vista del Ayuntamiento lo que se puede pensar es que la CEA paga el reparto del agua con sobreprecio.

Lo que resulta es que ni a uno ni a otro se le puede creer, y la población –que es quien padece la falta de agua– tiene poca claridad sobre el esfuerzo real que se hace para atender su urgencia, porque lo único que le queda es conformarse con el paliativo de contar momentáneamente con el líquido, sea en la llave de su casa o por una pipa.

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