Alejandro Rubio
Quienes no llegan con legitimidad a un cargo, sufren de una inmensa fragilidad para mantenerse.
Cualquiera que se sepa legítimo y con la moral bien plantada para sostenerse, sea cual sea el H. Ayuntamiento en donde se encuentre, se encadena a la silla y ahí se queda sin que ningún congresillo lo quite.
Pero este no fue el caso, el Concejo de Villa de Pozos fue una concepción de cuotas políticas, amiguismos y, principalmente, de una ocurrencia gubernamental que conforme más pasa el tiempo, más da la razón a quienes se oponían a que se consolidara.
Tenía más legitimidad un diputado de representación proporcional que llegó desde la Ciudad de México, pues.
En este caso, el único destino posible es lo que ya vimos, un paso sin pena ni gloria y una salida por la puerta de atrás con la etiqueta de corruptos.
El Congreso lo pone, el Congreso lo quita, fue la lógica que utilizaron los diputados para remover a los 14 concejales regidores de Villa de Pozos, bajo la justificación de un audio en el que supuestamente piden dinero a cambio de avalar a la nueva concejal presidenta y hasta se le escucha a alguien decir que le ponga “otros 200”.
Esa fue la explicación que dieron ayer después de horas de misterio y luego de salir hasta con la lista de los nuevos concejales regidores ya “planchada”, aunque lo más seguro es que se hayan enojado por no mocharse con parte de los bonos.
Ya vimos hasta dónde son capaces de llegar los diputados cuando no se les obedece: destituir a todo un concejo supuestamente democrático que decidía sobre un municipio, lo que obliga a preguntar: ¿cuál es la pinche democracia en la que vivimos?
¿En dónde está el pueblo de Villa de Pozos ejerciendo el poder en su municipio? Ni representantes ni autoridades tienen, está supeditado a un Congreso de papel que, a su vez, está compuesto de puros tapetes que le sirven al gobernador.
Al nuevo Concejo de Villa de Pozos no se le desea el mal, pero el panorama pinta para ser otro desastre, o al menos desde el Legislativo se espera que aprendan la lección de sus antecesores y se avoracen tantito menos.
Y cuando se trata de repartirse las ganancias, todos caben en la misma mesa y hasta piden un cacho del pastel. Llámese PRI, PAN, MC, PVEM o Morena, a la hora de negociar están ahí, esperando a ver quién pueden acomodar para un sueldito. Incluso llámese Enrique Galindo Ceballos, quien parecía muy al margen de Villa de Pozos, pero ya vimos que no, está ahí, como todos, esperando el momento.
El nombramiento de su hijo, Sebastián Galindo Arriaga, como concejal regidor, es otra muestra de que en San Luis Potosí ya no hay reparo alguno por disimular en público lo que ya sabíamos que hacen a escondidas.
Con esto se puso al nivel del gobernador Ricardo Gallardo Cardona y el camino que allana para su esposa con la reforma electoral que desafía a la misma presidenta de México. Que si a fin de cuentas no le está heredando un cargo, entre líneas sabemos que no es por su experiencia por la que llegó ahí.
Aún ni si quiera es año electoral, apenas está por iniciar el 2026 y los descaros y desvergüenzas están a todo lo que da.
Otro “chistesito” como el de Sara Rocha y San Luis Potosí va a colapsar.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Actualmente director editorial de Astrolabio Diario Digital, con interés y experiencia en Transparencia y el Derecho de Acceso a la Información Pública. Formó parte de la tercera generación del MásterLab en edición de investigaciones organizado por Quinto Elemento Lab.






