La eterna culpa del formato

Adriana Ochoa

Entre los ejercicios públicos más tediosos e inútiles, las comparecencias de funcionarios del Gobierno del Estado ante el Poder Legislativo se llevan de calle el dudoso honor del primer lugar.

No se pretenda que el debate obligado por ley entre los dos poderes sea un enfrentamiento de navajas rápidas a primera sangre. El problema es que no hay debate, a veces ni siquiera preguntas de nivel para abrir una conversación inteligente.

Cuando la prioridad es conseguir que no haya cuestionamiento, duda o réplica que afee el ecosistema propagandístico de los gobiernos, las llamadas “comparecencias” se convierten en pasarelas de secretarios estatales en pleno apostolado de los gobernadores que los emplean. Porque el formato de esos ejercicios se los permite, su primera tarea es hacer de la comparecencia otro foro de loas a la administración en la que participan.

Se supone que los diputados, nuestros representantes, solicitan a los comparecientes que respondan a cuestionamientos, contrastes e inconsistencias de sus informes oficiales. La posibilidad de que eso suceda es proporcional a la de avistar el paso de un cometa.

Se entiende, y no es de esperar otra cosa, que las bancadas oficialistas hagan de coristas en el performance. Preguntas comedidas, para que el compañero secretario o secretaria puedan lucir su capacidad de recitar una mareante cantidad de cifras, nombres de programas y universos de beneficiados, como manda el canon burocrático en este país.

El programa del Congreso es que el compareciente presente en diez minutos su evangelio de las maravillas, pura buena nueva. Y al cierre una segunda ronda de réplica, si a alguien le interesa hacerla.

El formato ha sido criticado desde siempre, pero no le mueven nada. La razón es obvia: se trata de que el compareciente esté tan cómodo como sea posible. No permite que al canto le enderecen una corrección, un comparativo o un lado B omitido. Y si hay alguna réplica que valga la pena en la segunda ronda, está el batallón de “asesores” que ocupa todas las sillas disponibles en la sala.

Ha habido legisladores oficialistas incluso que bien podrían pasarse desde el inicio a la sillería de porristas. No usan su tiempo para una pregunta o duda propia, o de sus supuestos “representados”. Sus participaciones son para descalificar al que preguntó algo incómodo o puso duda sobre la veracidad de una respuesta.

Cartas del mismo palo son los legisladores que se presentan sin la tarea hecha. Llegan en blanco. No estudiaron nada. Cumplen con el encargo de ir a hacer bulto en el programa. Y a ver qué se les ocurre.

¿La oposición es siempre opuesta? Pues no. Y en esta legislatura en particular hay casos en los que uno se pregunta si tiene sentido darle un voto a MC, al PRI o a cualquier otro partido no gobernante, en aras de impulsar contrapesos.

Estos opositores cheerleaders se agarran como náufragos a la tabla de la llamada “oposición responsable”, esa que dice representarnos con la tentación permanente de buscar la calma: mejor no mover nada para que nadie se nos enfade. Son creaturas que aspiran a ser contrapeso apacible sin molestar a ninguna élite, mucho menos desafiar los intereses de alguien con cargo.

De la contraparte estelar, los funcionarios, tampoco es que haya mucho para recordar. Van a echar números, con la mecanicidad de un robot. No se moverán del informe, aunque en sus cifras 2+2 den 5. Con algunos es un poco más ingrata la tarea oficial de hacerlos ver inteligentes. Van empavorecidos, encorsetados en el papel de autoridad o no les da el amueblado para reaccionar y hay que volcar en el operativo al aparato completo de cabilderos, asesores, publirrelacionistas, jefes de prensa, correveidiles y anexos.

La Junta de Coordinación Política calendarizó una comparecencia cada dos horas, en jornadas de las nueve de la mañana a las tres de la tarde. Tres días continuos. El performance tiene horario estricto. Eso es: un espectáculo para cumplir sin riesgos, sin escoceduras ni raspones para el gobierno.

En el montaje oficial, sin contrapeso real, se trabaja para que la opaca Seduvop se vea luminosa y los contratos de obra resplandezcan. La titular de Salud pretextará la federalización para justificar el extravío del sector. El aparato trabajará para que la morosa Finanzas pase entre algodones y la demagogia despensera de Sedesore brille como ejemplo de política social.

No, la Dirección de Pensiones no comparece. Nadie lo pidió. A ese Congreso no le interesa el creciente adeudo de pagos de liquidación a los jubilados. Ni la deuda del gobierno que hace los descuentos a burócratas y maestros, pero no lo entrega al fondo de pensiones. Tampoco irá la CEA, cuando menos a decir que no pueden contra la concesionaria del acueducto El Realito, fallido una semana sí y a la otra también.

Pasarán el trámite. Y si no gusta, la culpa será, otra vez, del formato. Pero no harán nada por pensar siquiera en otro para el año siguiente.

ROLLOS SUELTOS

DE REFLEJOS RÁPIDOS. Un entramado extorsivo de inspectores y jefes de la Dirección Municipal de Protección Civil del municipio capitalino con “gestores” y “dictaminadores” fue expuesto ayer por el propio Ayuntamiento. La reacción de la autoridad municipal fue barrer desde arriba y quedaron cesados el director de Protección Civil, el coordinador de operaciones; la jefa de Inspección, varios inspectores y una asistente.

DE FAVORITAS. Con los cesados operaba una red de empresas dedicadas a la elaboración de dictámenes que Protección Civil ordenaba realizar. Los funcionarios señalados recomendaban a quienes requerían permisos municipales, que pidieran los dictámenes a empresas “palomeadas” por ellos, o se atoraba la autorización. Pedían decenas de miles de pesos por algunos trámites.

HASTA LA FISCALÍA. El secretario de Seguridad Pública, Juan Antonio Villa anunció que se hará formal denuncia de lo encontrado a los exfuncionarios en una investigación interna. Con ello se envía un mensaje de tolerancia cero para este tipo de conductas corruptas que no dejan de producirse en la esfera política.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Adriana Ochoa es periodista desde 1988. Actualmente es directora de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y docente titular de Organización Política y Ciudadanía.