Antonio González Vázquez
Verónica Rodríguez Hernández se perfila a su reelección en la dirigencia estatal del Partido Acción Nacional. La farsa está en curso y culminará el 8 de diciembre con la sesión electiva de un Consejo Estatal bajo control de la senadora.
Las derrotas electorales a nivel local y federal del pasado 2 de junio, no mermaron las ambiciones de una clase dirigente que deambula en la mediocridad.
El blanquiazul, gobierna únicamente dos de los 59 municipios del estado y posé dos de las 27 curules en la legislatura local. De siete diputaciones federales, sólo tiene una de mayoría y otra de representación proporcional.
Raquíticos logros con candidatos propios.
Tiene un escaño en el Senado de primera minoría y gracias a la alianza con el PRI.
A pesar de que atraviesa por una de sus peores etapas, mantienen prácticas antidemocráticas que resultan insostenibles en el contexto del cambio de régimen que vive México, desde el arribo al poder de la cuarta transformación y aliados en el 2018.
Desde entonces, las cúpulas panistas se comprometieron a corregir el rumbo y está claro que no ha sido así. En lugar de regresar a sus raíces ideológicas, en 2021 y 2024 se aliaron con el PRI y el PRD en una decisión histórica que los hundió aún más.
En esa coyuntura perdieron espacios de poder en las entidades y en el Congreso de la Unión, porque la ciudadanía dejó de ver al PAN como una opción de buen gobierno. En 2018, cuando Marko Cortés Mendoza asumió la dirigencia nacional, el blanquiazul gobernaba once estados y hoy únicamente cuatro.
Luego de que la aplanadora de la 4T les pasó por encima, en Acción Nacional abrieron un espacio para “la reflexión y el análisis” de los resultados electorales y en el marco de la renovación de su dirigencia, refrendaron el compromiso de reconstruir al partido.
Sin embargo, eso ha sido una vulgar simulación: a través de un proceso interno manipulado y falsamente abierto a la ciudadanía, Cortés Mendoza dejó el cargo al impresentable Jorge Romero Herrera, uno de sus más cercanos colaboradores y miembro del llamado “Cartel Inmobiliario” de la Ciudad de México.
Esa elección cayó al más hondo del ridículo, al captar la participación de apenas 130 mil votantes en un país donde el padrón electoral ronda los 98 millones de electores.
A nadie le importa el PAN.
Esa lección sí la aprendieron y para San Luis Potosí, para no caer en ese ridículo, las elites locales decidieron que el método de elección sería a través del Consejo Estatal. No le temieron al riesgo de división propia de una contienda abierta, sino al predecible escenario de abierto rechazo de la población.
Pero ni eso son capaces de hacer decorosamente, de modo que de inmediato surgieron versiones de inconformes que revelaron sucias maniobras para obligar a los Comités Municipales a dar su aval a dicho método.
Sin haber sido aclaradas las inconsistencias, el partido siguió con su proceso al ser avalado por el Comité Nacional que antes, había resuelto que en San Luis Potosí la dirigencia sería para una mujer.
Verónica Rodríguez Hernández y Lidia Argüello Acosta, Presidenta y Secretaria General Adjunta del Comité saliente respectivamente son las únicas candidatas registradas.
Por supuesto, la senadora cuenta con el respaldo de la dirigencia nacional y como viene ocurriendo desde hace muchos años, en el PAN eso es lo único que cuenta.
No se puede ocultar el sol con un dedo: en el proceso de renovación de la dirigencia estatal “no hay tiro, ni piso parejo”. Hay una candidata oficial y es la de Marko Cortés.
Para ilustrar la suciedad desbordante que ahoga al panismo potosino, Lidia Argüello escribió en sus redes sociales: “bola de niñitos, nunca les dijeron que hasta las cosas malas hay que hacerlas elegantemente”.
Y en otro mensaje advierte la panista con más de 30 años de militancia que “más sabe el diablo por viejo, que por diablo”.
Si en el PAN hay alguien que conozca de toda suerte de marrullerías a las que las cúpulas pueden recurrir es precisamente ella, quien apenas hace tres años fue víctima de un proceso fraudulento orquestado por el entonces poderoso Xavier Azuara Zúñiga.
La elección fue tan sucia que derivó en la renuncia al partido de la ex candidata Josefina Salazar Báez.
Para evitar que la crisis se ahondara, Verónica Rodríguez ofreció a Argüello Acosta sumarla a la estructura del partido para continuar y ella aceptó, lo cual no suponía estar de acuerdo con las formas de manejar al partido.
Se disciplinó y otra vez busca la presidencia panista, aunque muy pronto se encontró con la cruda realidad: el PAN sigue siendo el mismo que la avasalló hace tres años.
Tiene un par de semanas de campaña para presentar su propuesta de partido a los consejeros, para convencerlos de la urgencia de “recuperar los principios” de una institución secuestrada por grupos sectarios como el de su contrincante.
El Comité Nacional quedó en manos del mismo grupo que ha conducido al partido a la ruina. En San Luis Potosí no será diferente.
Como consecuencia vendrán más derrotas, probablemente aún más estrepitosas que las más recientes, la ciudadanía se ha alejado del partido porque éste se ha venido distanciando de la población, para convertirse en una franquicia al servicio de políticos ambiciosos e intereses empresariales.
La candidata oficial dice que va por la presidencia para “cuidar al PAN”, por lo que cabe preguntar: ¿Quién cuida al partido de dirigentes como ella?
Y dice: “juntos podremos hacer que el PAN crezca sin ataduras” aunque, de hecho, ella forma parte de esas ataduras.
Ofrece “libertad” a las y los panistas cuando ella junto con Xavier Azuara fueron acusados de tener secuestrado al Comité Estatal.
No se arriesgaron a hacer el ridículo con una elección directa a la militancia, ni tampoco abierta a la ciudadanía, pero no tienen desdoro con lo absurdo de sus propuestas. Es pan con lo mismo, nada más.
La senadora resultó tan ambiciosa y sectaria como el ex diputado al que debe buena parte de su trayectoria. Tiene un nuevo jefe local, el alcalde Enrique Francisco Galindo Ceballos para hacerlo candidato con la ingenua idea de que, en una de esas, salva al partido de la caída libre en que se encuentra el blanquiazul.
Tuvo al alcalde capitalino junto a ella cuando registró su candidatura, como si el aún priista fuese su Ángel de la Guarda, su afiche de la buena suerte. Su mejor aliado un priista, más ignominioso, imposible.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha sido docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación durante 25 años. Además, durante 30 años se ha desempeñado como periodista en medios como El Heraldo, El Mañana de Ciudad Valles, Pulso, Milenio San Luis, Diario Digital San Luis, Librevía, La Jornada, Global Media y actualmente en Astrolabio Diario Digital y Periodismo Político.com. También ha sido corresponsal de medios nacionales como Agencia de noticias Notimex, La Jornada y Milenio.