¿La felicidad puede olerse?

 

¿Sabías que la felicidad se transmite por el olfato? ¡Es en serio!

 

 

 

Para empezar, ¿Qué es la felicidad?

Sin ánimo de filosofar o meternos en intrincadas discusiones metafísicas sobre el origen de la felicidad o si existe o no, sabemos de seguro que es algo que no podemos tocar o medir. Es una sensación, un no sé qué intangible e invisible que nos hace sentir mejor, nos hace sonreír y estar de buen ánimo, y que los demás leen en nosotros como eso, como que estamos felices.

Esto no es lo interesante, lo interesante radica en que durante una investigación bastante novedosa, hecha por científicos de la Universidad de Koc, en Estambul, Turquía, y por el Instituto Superior de Psicología Aplicada de Lisboa, Portugal, llegaron a la conclusión de que la felicidad puede olerse, y aún más, puede contagiarse, pues este estado de alegría hace que el cuerpo segregue determinadas sustancias químicas a través del sudor. Estas sustancias, cuando los demás las huelen, hacen que el prójimo que nos ha olfateado entre en un estado similar al nuestro. ¡Curioso!

El estudio.

Se escogieron a 12 hombres jóvenes y sanos, y fueron “sometidos” a diversos vídeos especialmente diseñados para generar emociones como el miedo o la felicidad. Luego recogieron el sudor de cada uno de ellos, con especificaciones bien directas y previas sobre no comer alimentos que provoquen mal olor corporal (como cebollas, ajos, ajíes o alcohol) o no tener relaciones sexuales mientras durase el estudio.

Paralelo a esto, los investigadores escogieron y monitorearon las reacciones de 36 mujeres sanas y jóvenes para oler las muestras del sudor masculino.

La razón de escoger a hombres para “sudar” y a mujeres para oler es más que sencilla: los hombres son más sensibles a las señales físicas emocionales, mientras que las mujeres tienen un mejor sentido del olfato.

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Sudor feliz.

Los resultados fueron asombrosos: descubrieron la presencia de una “sincronización de comportamiento” entre el estado emocional masculino, su sudor y la reacción de las mujeres que lo olieron.

O sea, el sudor de quienes se sintieron felices provocaba una respuesta de contagio. Como lo explica el coautor del estudio, Pistola Semin:

“EL SUDOR HUMANO QUE SE PRODUCE CUANDO UNA PERSONA ES FELIZ INDUCE UN ESTADO SIMILAR A LA FELICIDAD EN UNA PERSONA QUE INHALA ESTE OLOR”.

Ya se sabía con anterioridad que las emociones “negativas” como el miedo o la ira pueden transmitirse a través del sudor. Lo que no se sabía era que también la felicidad y la alegría podían contagiarse del mismo modo.

Tal vez en un futuro pueda utilizarse como estrategia terapéutica en personas que sufran de distimia, por ejemplo, esa tristeza crónica que todavía no es depresión, y ayudarlas a contagiarse de alegría.

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