La incesante violencia mantiene su elevada cuota de muertos

Por Antonio González Vázquez

Veintiún meses de Juan Manuel Carreras López, veintiún meses de violencia cruda en un estado que ya tiene como parte de su normalidad las atrocidades que comete a diario la delincuencia. La crónica de los días de fines de mayo a junio es toda una afrenta a la sociedad: decapitados desmembrados, descuartizados, baleados, ahorcados, tasajeados, embolsados, amordazados, apuñalados, acuchillados. Todas las formas de matar posibles ocurrieron en el último mes y el gobernador paseando en bicicleta y su secretario General y su secretario de Seguridad, más mediocres que nunca. Aquí los sucesos del mes.

Juan Carlos era policía y la noche del 27 de mayo lo mataron en la calle de Comanjilla de la colonia San Leonel donde vivía, un sujeto le disparó e hirió hasta en cuatro ocasiones. Eran aproximadamente las nueve de la noche, se dirigía a la tienda a comprar unos cigarros, su cuerpo quedó tendido en la acera, mientras llegaba la policía al lugar, unos vecinos piadosos, cubrieron el cuerpo ensangrentado con una manta azul oscuro.

Eran los primeros minutos del 27 de mayo cuando en el cruce de las calles República de Irak y República de Uruguay de la colonia Satélite, desde dos vehículos se inició un enfrentamiento a balazos; en un Pontiac blanco quedaron dos hombres mal heridos y al llegar la policía, los trasladaron al hospital, uno de nombre Juan Carlos de 26 años de edad ya no llegó con vida al nosocomio y su compañero fue internado diagnosticado muy grave, tres días después, murió.

En su día de descanso, Andrés, un policía del municipio de Soledad de Graciano Sánchez, intervino en una riña callejera y no le fue nada bien. La tarde del 28 de mayo, el policía salió de su casa en la colonia San José (una de las más violentas en Soledad) y de pronto, se vio inmerso en una reyerta entre vecinos, así que también le entró a la pelea; un par de sujetos lo apuñalaron en el pecho y murió.

Se aproximaba la medianoche del 28 de mayo en el municipio de Tamazunchale y parecía que el domingo terminaría en paz, pero no fue así. En la calle de El Porvenir del Barrio del Carmen, un hombre fue acribillado desde un automóvil en movimiento y su cadáver, sangrante, quedó tirado en el arroyo semiasfaltado.

A las 19 horas menos quince del 31 de mayo unos campesinos encontraron el cuerpo encobijado de un hombre. Estaba oculto por la maleza en un camino que conduce al ejido El Chote del municipio de San Vicente Tancuayalab. La policía estimó que el cuerpo tendría ya muchos días puesto que estaba ya en avanzado estado de descomposición; no se supo nada de la identidad de la víctima ni tampoco de lo que originó su muerte.

Como a las dos de la mañana fue enfurecido a su casa en la colonia Las Palmas, municipio de Cerritos y la mató, fue su concubino el que entró a la habitación y le disparó en varias ocasiones hasta quitarle la vida. Empezaba el día 2 de junio cuando a sus 29 años fue asesinada por quien fuera su amigo sentimental.

En un sendero del ejido La Raya del municipio de Ciudad Valles fue localizado el cuerpo, en avanzado estado de descomposición de un hombre de unos 40 años de edad. Era el mediodía del cuatro de junio cuando vecinos de ese ejido reportaron a la policía que habían visto restos humanos entre la maleza, luego de lo cual, la policía confirmó incluso que el cadáver ya presentaba señales de ser presa de la fauna nociva. A decir del Ministerio Público, había indicios que de que el cuerpo fue abandonado en ese lugar y que se habían identificado huellas de tortura.

Pocos después de las diez de la noche del cuatro de junio, en la esquina de Vicente Guerrero con Código Agrario de la violenta colonia 21 de marzo, un par de jóvenes cruzaban hacia una tienda de abarrotes cuando de improviso les alcanzaron unos sujetos en una motocicleta; les dispararon a quemarropa, a uno lo asesinaron y el otro fue gravemente herido. El cuerpo, de cara al cielo, quedó derrumbado a media calle entre los charcos y la basura.

En un solar de la comunidad de Los Pilares, municipio de Villa de Zaragoza, fue descubierto el cadáver de un hombre; le dispararon en la cabeza, lo degollaron y luego, como en la película Bastardos sin Gloria, le arrancaron el cuero cabelludo con una navaja. El cuerpo fue abandonado en ese lugar el día cinco de junio, según reportó la policía estatal que acudió al lugar, donde se atestiguó que la víctima de unos 30 años de edad, estaba atado de manos y pies con cinta canela. Más pruebas de que se trató de una ejecución, imposible.

A las ocho menos diez de la mañana del cinco de junio avisaron a la policía que en la calle Cruz Verde del municipio de Soledad de Graciano Sánchez mataron a un hombre a golpes y a punta de navaja. Un hermano de la víctima llegó muy temprano a la carpintería y botadero de cerveza y se encontró en el piso a Víctor, así se llamaba su hermano. La víctima tenía 54 años de edad y según el Ministerio Público fue asesinado durante la madrugada, probablemente por varios sujetos que lo golpearon hasta matarlo.

Un ex sacerdote de nombre Jorge Alberto fue asesinado en su casa, ubicada en la comunidad de El Toro, municipio de Santa María del Río. Era la noche del día seis de junio cuando dos sujetos entraron al domicilio del religioso que estaba suspendido de sus ministerios por algunas acusaciones respecto de su actuar sexual, al verlo, lo atacaron con armas blancas hasta matarlo con el pretexto de que era un pederasta. Luego se supo que los asesinos eran funcionarios del ayuntamiento, uno de ellos, era el director de Comercio en Santa María, Fernando Gutiérrez.

Antonio se fue al gimnasio conocido como el “Champions Gym” en la colonia Prados de San Vicente. Realizaba su rutina como a eso de las diez de la noche del siete de junio cuando unos hombres armados entraron al gimnasio y al identificarlo, lo acribillaron; tenía 30 años de edad y lo ejecutaron con rifles de asalto AR15.

A las dos de la tarde del día ocho de junio, la comandancia de la policía en Matehuala recibió una llamada en la que se denunció que en el resquicio de la puerta del domicilio marcado con el número 1008 de la calle 5 de mayo, salía un charco de sangre. La policía acudió al lugar y en efecto, en el umbral de la casa había mucha sangre porque yacía el cuerpo de un hombre que había sido ejecutado. Le abrieron un tajo en el cuello y luego le dieron un disparo de arma de fuego en la cabeza. Se llamaba Eduardo, tenía 42 años de edad y nadie supo quien lo mató.

En un terreno deshabitado de la colonia Granjas de la Estrella quedó tendido el cuerpo de un hombre acribillado por presuntos hombres armados que lo perseguían desde la zona del Periférico Norte. Vecinos de esa colonia avisaron la noche del 8 de junio que se había escuchado una balacera, al menos unos diez disparos y dijeron a la policía que creían que algo malo estaba pasando y efectivamente, algo malo sucedió pues ejecutaron a un sujeto no identificado de unos 35 años de edad.

Eran ya las ocho de la noche del 10 de junio cuando en la colonia Hogares Populares Pavón un comando levantó a dos personas, una mujer y un hombre, que conversaban dentro del automóvil de la joven que era empleada de la Dirección de Seguridad Pública Municipal. Se los llevaron a bordo de una camioneta negra que al tiempo era escoltada por un vehículo compacto. La desaparición fue denunciada de inmediato a las autoridades. Horas después, ya el 11 de junio, los cuerpos de ambos fueron localizados: les habían cortado la cabeza, los decapitaron y sus restos fueron abandonados por la zona del Periférico a la altura de Rivera. Las cabezas cerca de la carretera y los cuerpos flotaban en las aguas negras.

La noche del 10 de junio un grupo de seis jóvenes consumían cerveza con ligereza y desenfado en una cantina conocida como La Zona en la calle de Manuel José Othón en la parte del centro del municipio de Ciudad del Maíz en la Zona Media del Estado. La tarde pasó entre las cervezas y la noche les llegó cuando ya cerca de las once unos sujetos rafagueron el lugar y los acribillaron; fue una ejecución sumaria con armas de alto poder. Ahí, en la cantina quedaron los cuerpos sangrantes de Carmelo, Edgar, Oscar, Jesús, Francisco y Roberto, todos de entre 20 y 30 años de edad.

En la comunidad del Jaralito en la capital del estado, por la mañana, unos campesinos vieron a lo lejos en un solar, unos bultos extraños, se aproximaron al lugar, se trataba de dos colchonetas y bolsas negras. Llamaron a la policía, era la mañana del once de junio cuando se confirmó que en las colchonetas envolvieron los cuerpos de dos mujeres, a una le cortaron los brazos y a la otra, le cercenaron las piernas; los miembros los empaquetaron en las bolsas y las colocaron junto a las colchonetas.

Entre hierbajos y basura de un solar entre el ejido Marillas y Cerro de Jacalillos, perteneciente al municipio de Mexquitic de Carmona, dejaron el cuerpo de un hombre torturado y posteriormente ejecutado. Se trataba se un vendedor de autos usados a quien secuestraron el diez de junio y 24 horas después lo mataron sus plagiarios.

Joana de solo dieciséis años de edad desapareció de su casa en la comunidad de Xicotla, municipio de Tamazunchale desde el nueve de junio, desde entonces nadie sabía de ella y las autoridades que la buscaban no la encontraban hasta que por la mañana del 12 de junio fue localizado su cuerpo. El cadáver fue abandonado en un camino solitario que conduce a la comunidad de Chapulhuacanito; presentaba fuertes golpes en el cuerpo y una herida de arma blanca en el cuello.

Bajo un puente conocido como “Puente Azul” en el municipio de Tamazunchale cruza un arroyo que se desprende del caudal del río Moctezuma. En ese lugar, al mediodía del 12 de junio unos vecinos se encontraron para su sorpresa con el cuerpo caído de un hombre que tenía la cabeza dentro de una bolsa negra. Luego, la policía encontró que la víctima tenía un trapo como mordaza en su boca. Primero lo ejecutaron y luego lo lanzaron al agua.

Caía el atardecer del 14 de junio en el municipio de Soledad de Graciano Sánchez cuando transeúntes de la calle de Ocampo detectaron un olor nauseabundo diferente al peste de la basura. Se acercaron a la vera del camino y entre los mezquites descubrieron el cuerpo en avanzado estado de putrefacción de un hombre. El cuerpo no fue identificado y se confirmó una gran herida en la cabeza.

Por la mañana del 15 de junio, en un canalón de aguas negras unos campesinos de la comunidad de Rivera en el municipio de Soledad de Graciano Sánchez, descubrieron el cadáver de un hombre decapitado. Los campesinos acudían a sus labores en una milpa y al cruzar el canalón vieron un bulto, se acercaron y se trataba del cuerpo de un hombre que vestía de negro y que según la policía, tenía unos 30 años de edad y no pudo ser identificado.

En un paraje del ejido San Pedro de las Anonas, municipio de Aquismón, a las tres de la tarde del 17 de junio fueron localizados dos cuerpos en estado de descomposición. A decir de la policía, se trataba de dos hombres no identificados que llevarían en ese lugar al menos una semana. Lo único visible en sus cuerpos, es que presentaban heridas por arma de fuego en la espalda.

En la calle de El Pino, colonia Granjas de San Pedro del municipio de Cerro de San Pedro, al anochecer del 17 de junio, unos vecinos encontraron a medio arroyo el cuerpo de un hombre que en algún otro lugar habían ejecutado, puesto que estaba maniatado de pies y manos y presentaba disparos de armas de fuego en el cuerpo. La policía dio a conocer que la víctima tendría unos 40 años de edad, en el pecho tenía tatuado el que sería su nombre de pila: Óscar.

Era el mediodía del 17 de junio cuando la policía recibió una llamada en el servicio de emergencia para reportar que por el rumbo de la Cañada del Lobo, había huesos humanos desperdigados en un solar. La policía e incluso personal del ejército se presentaron en la zona y recogieron los restos de una osamenta de un cuerpo que al parecer había sido abandonado en ese lugar desde hacía meses.

A las seis de la tarde menos quince minutos del 18 de junio, en un callejón de la calle Juárez de la colonia Naranjos del municipio de Tamazunchale fue localizado el cuerpo de un hombre ejecutado. Lo habían matado desde hace días puesto que la policía reportó que el cadáver presentaba signos de descomposición; el desconocido de unos 25 años de edad estaba maniatado, fue torturado y tenía cubierta la cabeza con una bolsa negra.

El día 20 de junio desde muy temprano, la Procuraduría General de Justicia informó de dos ejecuciones ocurridas en el municipio de Villa de Arriaga. En ambos casos, las víctimas fueron acribilladas, estaban maniatados y habían sido previamente torturados, los dos eran policías del municipio de Ojuelos, localidad vecina de Arriaga.

En uno de los casos, el cuerpo quedó tirado a la orilla de la carretera San Luis-Villa de Arriaga a la altura de la comunidad de La Luz, el desconocido, un hombre de unos 25 años de edad estaba atado de manos por la espalda. El homicidio habría ocurrido a las dos de la mañana.

Entre tanto,  en el kilómetro diez de la supercarretera San Luis-Ojuelos, en su tramo de Villa de Arriaga fue localizado otro cuerpo que no se pudo identificar. El cadáver estaba boca abajo y maniatado con esposas, además de que le taparon los ojos con cinta canela.

Un sujeto que vivía solo en un astroso cuarto de una vecindad en la calle de Lanzagorta de la colonia Julián Carrillo, fue ejecutado sin que al paso de los días nadie se diera por enterado. Fue hasta que el fétido olor a carne descompuesta que vecinos de la vecindad dieron aviso a la autoridad, eso fue por la tarde noche del día 20 de junio. Los primeros en llegar fueron los de la policía municipal que, al ingresar al cuarto, vieron el cuerpo de un hombre semidesnudo y múltiples huellas de violencia, mientras que la cabeza la tenía cubierta con una bolsa negra de hule. El forense estimó que el hombre llevaba al menos cuatro días, muerto.

Silvia desapareció el día 9 de junio, había salido de su casa para dirigirse al trabajo; ya no se le volvió a ver con vida, su cuerpo fue descubierto por la tarde noche del 24 de junio en una fosa clandestina en  la colonia Primero de Mayo en el municipio de Soledad de Graciano Sánchez. Tenía 48 años y pese a que su desaparición fue denunciada con oportunidad y que se activó la Alerta Amber, no fue posible recuperarla con vida.

Como a las nueve de la noche del 24 de junio, en dos bolsas repartieron los restos de un hombre que fue ejecutado, una bolsa la abandonaron en la calle República de Brasil en la colonia Simón Díaz y la otra, en la colonia Rivas Guillén Sur. En espacio de una hora, la policía encontró la primera y la segunda bolsa, estimó que los restos pertenecían a una misma persona que fue descuartizada por completo.

Entre las piedras de un solar en la comunidad de Los Yáñez, municipio de Santa María del Río, unas personas que pasaba por el lugar hacia el mediodía del 25 de junio, vieron a lo lejos los restos de lo que parecía ser una persona; se aproximaron y lo que vieron fue aterrador, se trataba del cuerpo de un hombre consumido por el fuego. Avisaron a la policía que dedujo que se trataba de un hombre a quien luego de ser ejecutado con arma de fuego, le prendieron fuego para incinerarlo, lo cual no alcanzó a ocurrir por completo pues partes del cuerpo quedaron ilesas.

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