Ciudad de México, (3 de Abril).- El escritor español Martín Casariego (Madrid, 1962) es un convencido de que la escritura contribuye a comprender lo que nos sucede como seres humanos, pero en especial para darle un poco de orden al caos que es la vida, ejes de su novela El juego sigue sin mí(Ediciones Siruela, 2015), con la cual obtuvo el Premio Café Gijón 2014.
Una historia que, acepta, es de iniciación, pero al mismo tiempo es un reconocimiento de la fragilidad de la memoria, porque no siempre se recuerdan las cosas tal como se dieron en la realidad y una “de las cosas que se aprenden en la novela es que, a veces, no sabemos nada de nadie”.
“Se escribe para intentar comprender lo que nos sucede, para darle orden al caos que es la vida y también intentar reflexionar sobre el pasado y el presente, y en eso también entra la idea de poder asumir mejor los golpes que nos da la vida.”
La novela es una historia sobre el paso de la adolescencia a la madurez, pero también acerca de la familia y las nuevas formas de relación entre los jóvenes, sobre la intensidad de una etapa tan decisiva en la vida y, al mismo tiempo, del peso de la existencia y cómo aliviarlo.
“Ese es uno de los motivos por los que escribo y por los que el narrador, Ismael, nos cuenta la historia, a fin de intentar poner un poco de orden, reflexionar y asimilar lo que ha vivido, pues lo que vivió a los 13 años no fue exactamente lo que creía y lo descubre al final de la novela.”
En El juego sigue sin mí hay secretos, misterios: es el aprendizaje de un chico que comienza a ver el mundo y se sorprende de algunas cosas, “incluso hay momentos en que ve a su madre de una manera distinta: descubre que su también es una mujer a la que le puede gustar estar guapa y coquetear”, explica el escritor español.
Historia personal
Para Martín Casariego, autor de títulos como Qué te voy a contar, La hija del coronel, Por el camino de Ulectra y La jauría y la niebla, todos los seres humanos tenemos heridas que buscan cicatrizarse cuando se sacan al sol, cuando se cuentan; incluso, él mismo tiene una que se funde en la historia de El juego sigue sin mí, donde aparece un joven que amenaza con suicidarse si no se presenta su novia a una cita.
“Tuve un hermano, Pedro, que escribía poesía y se suicidó. Cuando hablo de ese tema, esa es mi herida que parece bien visible, que no coincide con la herida del narrador, él tiene otra, que se pone de manifiesto al final de la novela, pero tampoco es la historia de mi hermano: no me siento mejor al contarla, porque piense que ya es algo superado, pero sí tiene algo de balsámico hablar de eso y plantear la idea de que esa herida hay que aceptarla o rechazarla: hay heridas que no se curan, pero a lo mejor sí te sirve escribir.”
Frente a ese pasaje personal, el escritor español buscaba reflexionar de ese momento en que se deja de ser niño y empieza la adultez, una etapa de la vida que para casi todo el mundo es muy intensa, en la que ves todo con dramatismo y descubres cosas nuevas sobre ti y lo que te rodea: quieres entrar en el nuevo mundo, pero a la vez tienes miedo de hacerlo porque pierdes cosas”.
“Ganas unas y pierdes otras, te adentras en terrenos con nuevos peligros, inseguridades y miedos en tanto te relacionas con otras personas, y quería hablar de todos es os cambios que se suceden, esos miedos y esas esperanzas. Para mí, ese momento de la vida, precisamente por su intensidad, es muy interesante para escribir.”
Bajo esa perspectiva, Martín Casariego -quien tendrá una serie de actividades en el Festival Cultural Zacatecas 2015- recuerda una frase que cuando la escuchó por vez primera le pareció una “tontería”, pero con el paso de los años se convirtió en un aforismo para todos sus días: “conócete a ti mismo”.
“Me he dado cuenta que no es una tontería, sino uno de los retos que tenemos en nuestra vida y de eso trata también la novela: lo difícil que es conocerse a uno mismo y a los demás, saber algo de los demás; es una novela de aprendizaje, en la que Ismael aprende muchas cosas de la vida, al final una de las cosas que aprende es que, a veces, no sabemos nada de nadie.”
En ese proceso, la literatura juega un papel muy importante: como lector, se suele buscar un poco de consuelo, de orden, en las lecturas y en las novelas, porque las novelas simulan lo que es la vida, pero “con el ‘truco’ de poder ordenarla y cerrarla, y la vida real no está ni ordenada ni cerrada, porque está llena de cosas que no podemos comprender y nos van a seguir sorprendiendo”, en palabras del escritor.
Fuente: Milenio