Abelardo Medellín Pérez
La legitimidad que un gobernante recibe gracias al voto popular no es una garantía que asegure la simpatía de la gente a perpetuidad, si no más bien un compromiso entre mandantes (los ciudadanos) y sus mandatarios. El gobernador de San Luis Potosí, por más popularidad que presume, no entiende eso, y por ello se ha vuelto cada vez más común verlo sorprendido por los descalabros públicos de sus propias tropelías.
Esta semana, tras largas jornadas de manifestaciones y protestas de las y los estudiantes de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), la primera noticia oficial sobre la detención del presunto implicado en el caso de agresión sexual contra una alumna fue comunicada por el gobernador Ricardo Gallardo Cardona a través de sus redes personales.
El anuncio evidentemente representó una respuesta y un avance a las exigencias que desde el lunes 20 de octubre había planteado la comunidad universitaria, sin embargo, por la respuesta del mandatario a las preguntas sobre el tema, pareciera que el nulo agradecimiento a su persona y los reproches que recibió en redes, le cayeron como balde de agua fría.
La publicación en la que el gobernador anunció la detención se llenó de reclamos a su protagonismo, recordatorios del logro obtenido por medio de la presión estudiantil y exigencias para que el gobierno dejara su constante asedio contra la UASLP.
Tras la tunda virtual recibida, Gallardo Cardona en entrevista se limitó a decir que él no había opinado del tema de la universidad por respeto, y que si había publicado la detención fue, únicamente, porque tal información se la compartió directamente la fiscal Manuela García Cázares (aunque nunca dijo que la fiscal le hubiera pedido difundirla).
Esta no es la primera vez que el gobernador recibe el escarmiento público por su búsqueda constante de reflectores a través de dudosas decisiones de comunicación.
El 12 de septiembre pasado, Gallardo Cardona informó en sus redes de forma intempestiva que se otorgaría el lunes 15 de septiembre como un día de asueto adicional, pese a que, días antes, la Secretaría de Educación del Gobierno del Estado había comunicado a través de un oficio que dicho día sería laborable.
La respuesta de la decisión de último minuto y la comunicación atropellada de sus anuncios personales, destacó el descontento de padres de familia y docentes, que en los comentarios de su público le recriminaron por haber anunciado con tan poco tiempo y no haber considerado que algunas escuelas ya tenían actividades programadas.
Por lo que hace a los avisos en temas judiciales, el gobernador mantiene el acaparamiento de la primicia desde que inició el sexenio.
La detención del “Tiburón”, sujeto que agredió a un joven trabajador en la capital potosina, fue anunciada primero por el gobernador; cuando se logró la captura de presuntos involucrado en el caso del desfalco al interior de la Dirección de Pensiones, fue Gallardo Cardona quien dió la noticia y luego la FGE emitió el comunicado; cuando se difundieron videos donde presuntos integrantes de un grupo delictivo enviaban mensajes a funcionarios estatales, el gobernador desmintió dichos mensajes y, hasta después de que lo dijera, la Fiscalía y la SSPC enviaron comunicados reafirmando la falsedad de esos vídeos.
El gobernador lleva cinco años pensando que los avisos oficiales del sistema educativo y los avances en investigaciones judiciales son lo mismo que las simplonas revelaciones de quién será el artista sorpresa de la Fenapo.
Los atolondrados asesores de Palacio le han vendido a Gallardo Cardona la idea de que ser el primero en hablar siempre lo va a poner del lado correcto del reflector público.
Ese vetusto dogma de la política, hoy es cierto solo en parte. La primicia asegura la exposición, pero no asegura que la población (que no es público) reciba con agradecimientos y aplausos tus “buenas nuevas”.
La política comunicativa del gobierno estatal tiene al menos seis meses de racha catastrófica y en medio de eso se dieron el lujo de poner al gobernador en medio de una crisis a la que nadie lo invitó, pero todos tenemos claro que intentó colarse.
En lugar de justificar su gobierno con un manejo responsable de las finanzas o un entendimiento mediano de las prioridades públicas, el gobernador trata día con día de ganar la legitimidad que poco a poco se le acaba, a punta de publicaciones injustificadas.
Si no es la Fenapo es la rifa de un iPhone, si no es la fotografía con la presidenta es la innecesaria fotografía entregando despensas en la Huasteca, si no es un inconveniente anunció precoz es la ya gastada ilusión de decirse diferente a los demás políticos.
Lo más despreciable de su reciente intento es darnos cuenta que lo hizo únicamente por su automática búsqueda de reflectores, su necesidad de sentirse validado por la ciudadanía… por su voraz hambre de medallitas.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es jefe de información de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.






