Los efectos de la ecuación corrupta

Por Victoriano Martínez

La revelación de la ecuación corrupta el 12 de junio de 2017 no sólo marcó a la LXI Legislatura como la más corrupta de la historia.

Puso el foco de atención en una caracterización de los diputados como personajes que se aprovechan del cargo para traficar influencias y colocar a sus allegados en cargos públicos, pero, sobre todo, generadores de mecanismos para apropiarse ilícitamente de recursos públicos.

Organizaciones civiles como Ciudadanos Observando y Ganemos detectaron una forma de operar generalizada para simular la entrega de apoyos sociales para apropiarse de parte del presupuesto del Legislativo, lo que originó una veintena de denuncias penales que la pachorra de la Fiscalía General del Estado (FGE) ha impedido su judicialización.

El pasado 5 de abril, la FGE requirió a los actuales diputados, de la LXII Legislatura, la decisión de aceptar un acuerdo reparatorio que regalaría impunidad a Mariano Niño Salgado, el primer ex diputado denunciado, y así marcar la ruta para que los demás se libren de la sanción penal que, al proponer devolver lo saqueado, reconocen que se merecen.

Si los diputados de la anterior Legislatura se esmeraron en caracterizar el puesto como el de unos vividores a costa del erario, es una característica que difícilmente se pueden sacudir los actuales legisladores, sobre todo después de incumplir su promesa de bajarse el sueldo y haber quedado exhibidas maniobras para recuperar lo que se disminuyeron en la dieta.

El acuerdo reparatorio propuesto –al que, de funcionar, seguramente seguirán los del resto de los ex diputados descubiertos en sus tropelías– es realmente una invitación a la complicidad que terminaría por igualar a los actuales diputados con sus antecesores y los convertiría en indiscutibles prolongadores de la ecuación corrupta.

En siete meses y medio, los actuales diputados no han logrado diferenciarse de sus antecesores y hoy enfrentan una disyuntiva que no debería representar ninguna dificultad resolver: o atienden al interés público de proteger el patrimonio y la imagen institucional del Congreso del Estado, o al interés particular de sus antecesores y se vuelven sus cómplices.

En un país en el que es lugar común hablar que entre los políticos prevalece la consigna del “tapaos los unos a los otros”, por la forma en que han tratado el asunto muestran que su disyuntiva es otra: ¿cómo hacer para tapar a sus antecesores sin que el pueblo se los demande?

Lo que destapó la ecuación corrupta hace casi dos años fue mucho más que el esquema de chantaje de unos diputados en el tema de la fiscalización. Reveló las tentaciones que enfrentan los diputados al llegar al cargo ylo fácil que pueden caer en ellas como vía para generar una cadena de impunidad.

Lo que este jueves se anunció que se discutirá en la reunión de la Junta de Coordinación Política, por ese ingrediente de complicidad que está en juego, revelará el talante de los actuales diputados, y podría ser tan grave o más que el que destapó la ecuación corrupta.

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