Se dice que la vida moderna es estresante y sí, sin duda, vivir en una ciudad hoy en día requiere ciertas adaptaciones fisiológicas que le permitan al cuerpo lidiar diariamente con los miles de estímulos a los que se ve sometido.
El estrés es todo mecanismo de defensa que siente el cuerpo y la mente en situaciones que no podemos manejar de manera armónica y tranquila.
Desde pequeños y hasta que llegamos a la vida adulta, nos encontramos con situaciones acordes a nuestro contexto que nos hace estresarnos, hasta que llega un momento en que si no sabemos lidiar con el estrés, hasta nos acostumbramos, y nuestro cuerpo se convierte en una bomba de tiempo que en el instante menos pensado, explota y puede modificarnos seriamente la vida.
Desde cardiopatías hasta problemas gástricos, desde alopecia a migrañas, el estrés rige nuestras vidas, pero es por una razón: su efecto en nuestro cerebro.
Los efectos del estrés.
Cuando hablamos de estos efectos, nos referimos a cuando nuestro cerebro ha estado expuesto durante mucho tiempo a situaciones estresantes.
1.- Daña las células cerebrales.
Cuando sentimos estrés, se libera la hormona de glucocorticoides en el cerebro, que va debilitando gradualmente las neuronas hasta matarlas.
Los glucocorticoides liberan a su vez otra hormona, la adrenalina, que si bien nos sirve cuando estamos en peligro, en situaciones normales lo que hace es llenarnos de nerviosismo y agitación.
Si la adrenalina no se quema o gasta (en la carrera que nos salvará la vida de un depredador, por ejemplo), puede resultar en una sobreproducción de glucocorticoides, generando un círculo vicioso fatal para nuestro cerebro.
2.- Se debilita la memoria.
El aumento prolongado de los glucocorticoides alterará una de nuestras funciones principales: la memoria; esto, porque cuando nuestras células neuronales se ven atacadas, no se efectúan nuevas conexiones ni nuevas terminaciones nerviosas.
Y otro dato importantísimo: esta hormona impide el aprendizaje y que se asiente información nueva, por eso es imprescindible que los niños no se sientan estresados en la escuela. Si están en un entorno amigable y comprensivo, no les costará nada aprender.
3.- Se reduce el tamaño del cerebro.
Uno de los resultados más dramáticos al estar expuestos al estrés durante largos periodos de tiempo es, en efecto, que estructuras como el hipocampo se van reduciendo.
Es especialmente evidente en aquellas personas que han sufrido traumas y situaciones extremas de violencia.
Al perder masa el hipocampo, perdemos la memoria, la concentración y la capacidad de planificar a corto y largo plazo. También reduce la irrigación sanguínea en el cerebro, lo que puede ocasionar accidentes cerebrovasculares o derrames cerebrales.
Y por trabajar más, el corazón puede hasta romperse…
4.- Causa depresión.
Quien está estresado sabe que su humor también cambia. Por lo general, cuando nos sentimos agobiados, no somos capaces de sentir alegría, o de motivarnos diariamente o siquiera de sentirnos ilusionados.
Al contrario, nuestros sentimientos son más bien de ira, tristeza, de desamparo en muchos casos. La apatía y la lentitud se nos vuelven cotidianas… y fisiológicamente, el cortisol aumenta en la sangre y altera todo nuestro metabolismo, enfermándonos y alterando el sistema inmunológico.
Cuando estamos expuestos a estas sustancias químicas por mucho tiempo, nuestro cerebro sencillamente dejará de producir endorfinas, esas hormonas maravillosas que producen bienestar, y cabe incluso la posibilidad de caer en una depresión.
Visto todo esto, resulta más claro que el agua que debemos aprender a vivir más tranquilos, a gestionar nuestras preocupaciones, a discernir la verdadera importancia de las cosas, a ser felices, en resumen. Y a tener pensamientos positivos.
Valorar los pequeños detalles, tomarse el tiempo para disfrutar un atardecer, o sencillamente la compañía de los seres queridos, le hará mucho bien a tu cerebro.