Los problemas de Gallardo Cardona

Por Victoriano Martínez

Desde que fue liberado en diciembre de 2015, con una resolución que no lo exonera y que –en cambio– describe a detalle el delito que sí cometió, a Ricardo Gallardo Cardona, candidato del PT-PVEM a gobernador, le ha funcionado evadir investigaciones sobre presuntos ilícitos por la vía de asumirse como víctima de guerras sucias.

La revelación en diarios de la Ciudad de México este miércoles sobre denuncias de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda ante la Fiscalía General de la República y la Fiscalía Anticorrupción estuvo precedida por la advertencia del propio Gallardo Cardona de que se iniciaría una “fuerte guerra sucia” en su contra.

Se trata de la primera ocasión en la que Gallardo Cardona echa a andar una estrategia de victimización antes de algún señalamiento público y con tal preparación que incluyó la difusión de una encuesta que le da un porcentaje de preferencia electoral de 47 puntos, con una ventaja sobre su más cercano contrincante de 18 puntos porcentuales.

A la descalificación previa por guerra sucia de los señalamientos que pudieran aparecer, Gallardo Cardona incorporó un triunfalismo bastante endeble: la encuesta que le da tanta ventaja se realizó bajo el patrocinio del PVEM y quien paga… Bueno, a ese elemento que reduce la confiabilidad del resultado se le suma que la encuestadora que no aparece entre las registradas ante el CEEPAC.

Gallardo Cardona pareciera seguir con pasos acelerados la ruta de su padre, Ricardo Gallardo Juárez, quien en 2018 igual descalificó acusaciones con calificarlas como guerra sucia y, 18 días antes de terminar las campañas, anticipó una victoria contundente con espectaculares por toda la ciudad con la frase ¡Ya ganamos!

“El pueblo de San Luis Potosí ya decidió y eso hoy nos tiene contentos, no a nosotros, sino a miles de potosinas y potosinos que están convencidos de que este cambio se hará una realidad”, aseguró este miércoles Gallardo Cardona en rueda de prensa.

Aunque igual que su padre hace tres años, Gallardo Cardona se pinta con tintes de quien aborrece el juego democrático para imponer percepciones que buscan eliminar la posibilidad de un voto razonado sobre propuestas e ideas, hay algo más: le urge ser visto como el candidato a vencer para un mayor efecto de su victimización y tener un mejor Escudo personal San Luis.

Un triunfalismos estratégico, pero del que se muestra poco convencido. En la rueda de prensa de este miércoles no habló de corrido y acelerado como acostumbra, se apoyó en un texto que frecuentemente consultaba, se limitó a 391 palabras, y terminó con un cierre que pretendió cargar de ánimo, pero sus expresiones no verbales poco lo ayudaron.

Sus palabras trataron de ser calculadas. Señalar a unos como responsables de la guerra sucia, pero evitar convenientemente confrontarse con otros –especialmente de la Federación–, a pesar de que las revelaciones tienen que ver con acciones de instancias federales.

“Yo invito a todos los organismos locales y nacionales a que no sean parte de esta guerra sucia, a que no se presten al juego del gobernador y del gobierno del estado con todas sus letras. No vamos a permitir que criminalicen la elección de San Luis Potosí, eso no va a suceder”, aseguró.

Entre las acepciones de criminalizar se encuentra el atribuir el carácter de acción indebida a algo. Lo que se ha dicho es que a Gallardo Cardona se le podrían congelar sus cuentas por acciones indebidas en el manejo de recursos para financiar la campaña, y que se notificará oficialmente al INE la existencia de irregularidades financieras detectadas.

Independientemente de los demás señalamientos contra sus manejos financieros, los señalamientos tienen que ver con acciones de su parte que se consideran indebidas por lo que, de confirmarse y proceder –como debiera ser la acción preventiva y de sanción por parte de la autoridad–, quien habría criminalizado la elección sería él mismo.

Si contara con elementos para desmentir los señalamientos, lejos de salir a pretender desacreditar con meros calificativos baratos las investigaciones reveladas, expondría con lujo de detalle la falsedad de esas informaciones y no tendría que recurrir a estrategias Escudo.

Sin embargo, sus propias acciones delatan la posibilidad de un manejo de recursos muy alejado de las posibilidades que el financiamiento público y privado le permiten y, por tanto, dejan ver que se excederá de los límites constitucionalmente permitidos. Es decir, incurrirá en gastos indebidos.

De acuerdo con el financiamiento público a los dos partidos que lo apoyan y el límite de financiamiento privado, Gallardo Cardona no puede gastar más de 15 millones 770 mil 286.82 pesos en su campaña. Según reportó al INE al día de ayer, ha gastado 9 millones 45 mil 84 pesos, es decir, antes de llegar a la mitad del periodo de campaña ya gastó el 57.36 por ciento de su límite.

Para ajustarse al límite que puede gastar, podría utilizar diariamente 175 mil 225.41 pesos en los 90 días de campaña. No obstante, durante los primeros 33 días de campaña gastó un promedio de 200 mil 397 pesos diarios y, aunque el sentido común indica que debería comenzar a moderarse, en los últimos seis días su gasto diario fue de 405 mil 158.90 pesos.

No, su problema no es que se le deba percibir o no como víctima de guerras sucias o como vencedor precoz de una elección que, a su modo de ver, resultaría ya innecesaria. Su problema es que si esa es su única defensa, podría ser inevitable un eventual congelamiento de sus cuentas y las acciones que de ahí se deriven… y que la autoridad estaría obligada a ejercer.

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