Los sótanos del poder: Un PRI secuestrado, en crisis y en peligro de extinción

Ángel Castillo Torres

Tiempos apocalípticos se viven en el PRI. Una tremenda crisis está arruinando al otrora partido dominante. Un largo proceso de degradación política y moral lo está matando lentamente. Desde hace algunos años su andar va cuesta abajo, se precipita en un barranco. Ha perdido base social, espacios de poder en el parlamento y en los gobiernos locales, su credibilidad está por los suelos, los votos de millones de simpatizantes han migrado a otros partidos, miles de sus militantes han desertado hartos de ser utilizados solo para que una élite privilegiada goce de los presupuestos públicos y de los puestos de elección popular. No queda casi nada de aquel glorioso pasado que convirtió al PRI en objeto de estudio de la ciencia política. El partido hegemónico, casi único, se ha convertido en un espectro, en una organización política agonizante. Y en medio de esta crisis, sus élites se confrontan y dividen, se traicionan y manipulan a su antojo los Estatutos que rigen su vida interna. El espectáculo que ofrecen sus más emblemáticos líderes nacionales y locales deja ver que de lo que se trata es de tragarse los despojos del tricolor. En San Luis Potosí se replica este modelo. El dirigente estatal Elías Pecina ha dicho muy orondo que está dispuesto a prolongar su mandato, de seguro porque está pensando en replicar en las elecciones de 2024 la “exitosa” estrategia electoral que desplegó ese gran político al que todos extrañamos por su honradez y sagacidad, me refiero a Juan Manuel Carreras López, santo laico que muy pronto será elevado a los altares de la patria. Elías Pecina se quiere quedar como dirigente estatal para garantizarse a él y a sus monaguillos un espacio de poder en los acomodos que se darán en 2024.

“Alito” Moreno el gran gandalla

El protagonista estelar que está propiciando este proceso de degradación en el PRI es su actual dirigente nacional Alejandro Moreno Cárdenas. Desde su llegada al Comité Ejecutivo Nacional empezó a operar políticamente para ser el único tomador de decisiones. Empoderó a una red de aliados sumisos y cómplices en toda la república para controlar los espacios de gobierno interno que le permitan un control total del partido. Especial esmero puso en integrar el Consejo Político Nacional (CPN) para darle una precaria legitimidad a las decisiones que ha ido tomando. Con el paso de los meses lo consiguió y ahora tiene secuestrado al partido. El daño que está causando su conducta facciosa es mortal. Su política excluyente ha profundizado la división interna. Alejandro, “Alito” Moreno, ha hecho a un lado esa tradición fundacional de la cultura política priista que obligaba a los dirigentes a construir consensos con sectores y organizaciones, legisladores, ex presidentes de la república, ex dirigentes nacionales, gobernadores y fuerzas estatales con peso político, antes de tomar cualquier decisión trascendente. “Alito” olvidó, por conveniencia, que el PRI siempre fue desde su fundación una confederación de fuerzas políticas nacionales y regionales.

“El partido soy Yo”. Alito quiere quedarse a perpetuidad con la franquicia del PRI

Extender su mandato como dirigente más allá del periodo para el que fue electo y dejar sucesor en el Comité Ejecutivo Nacional es el objetivo que persigue el impresentable “Alito”. Quiere ser el “Jefe Máximo” de lo que queda del PRI. Teniendo el control absoluto de los órganos internos de gobierno que son los que deciden las candidaturas a senadores de la república, diputados federales, legisladores locales y presidencias municipales de las 100 principales ciudades del país, Alejandro Moreno podrá repartir como regalo entre sus cómplices, las escasas posiciones que pudiera obtener el PRI en las elecciones de este año en el Estado de México y Coahuila, pero sobre todo en la disputa de 2024 en donde todo el poder estará en juego. En sus cálculos personales Alito ya apartó para él una senaduría que le garantice por seis años impunidad ante la aterradora posibilidad de que pudieran prosperar las múltiples carpetas de investigación que hay en su contra en la Fiscalía del estado de Campeche en las cuales se le acusa de enriquecimiento inexplicable. Igual proyecto y cálculo se percibe aquí en San Luis Potosí, donde Elías Pecina y Enrique Galindo ya han pactado con “Alito” para que sean ellos los que repartan las candidaturas entre sus domeñados seguidores.

Nota final

El 19 de diciembre del año pasado la dirigencia nacional del Partido Revolucionario Institucional llamó a sesión extraordinaria del Consejo Político Nacional (CPN) con el fin de promover algunas modificaciones a sus Estatutos, entre las que estarían que tanto Alejandro Moreno Cárdenas como Carolina Viggiano Austria, presidente nacional y secretaria general, respectivamente, permanezcan en su cargo más tiempo del que estatutariamente les corresponde.

Esta propuesta fue autorizada por el CPN vía zoom (donde no hubo debate y dolosamente se apagaron los micrófonos para silenciar cualquier protesta); posteriormente fue secundada dócilmente por los Consejos Políticos Estatales. La tramposa decisión ha causado gran inconformidad entre la militancia y ha ocasionado que se interpongan diversos litigios ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para anularla. Por tanto puede caerse.

De acuerdo con expertos en derecho electoral dichos cambios tendrían que haber sido aprobados en Asamblea Nacional y no por el Consejo Político Nacional.

El periodo de Alito al frente del PRI debe concluir el 18 de agosto de 2023, pero con la bribonada que dirigió se quiere quedar hasta 2024 para tomar todas las decisiones relacionadas con las elecciones de ese año. Cobijado en esa tramposa decisión, Elías Pecina, con autorización de Enrique Galindo, ya ha manifestado que él también se quiere quedar hasta que concluyan y sean calificadas las elecciones de 2024.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es psicólogo y maestro en Ciencias de la Educación. Fue delegado de Villa de Pozos en 2022 y subsecretario de Gobierno de 2016 a 2017. Presidió el Comité Directivo Estatal del Partido Revolucionario Institucional en 2013. También fue director general del Sistema de Financiamiento para el Desarrollo del Estado. Ocupó los cargos de regidor en la capital potosina (2007) y de diputado local de la LVI Legislatura (2000). Impartió clases en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

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