Mismidad: Las infancias y la protección

Gloria Serrato

El bienestar de niños, niñas y adolescentes parece estar siempre presente en todas las personas, pensamos que por encima de cualquier tema, deben crecer en un entorno sano, armonioso, feliz.

Los derechos de las niñas y niños fueron una respuesta a la cultura adulto céntrica, a los malos tratos propinados por las personas adultas. La Ley de Niños, Niñas y Adolescente definió los derechos que tienen, se diseñaron desde ahí mismo estrategias de acción para proteger, atender y prevenir las diferentes formas de violencia que se tenían arraigadas en las comunidades.

Dentro de los aspectos generales de la Ley se sigue considerando que la familia es la principal fuente de bienestar para las infancias.

La pandemia del COVID durante 2020 nos mostró la otra cara que ocasionó el confinamiento para prevenir la enfermedad, la población más afectada a pesar de que no tuvo la enfermedad en su mayoría, fue la población infantil. La pandemia nos mostró la importancia del bienestar de niños y niñas, física y emocional.

La Universidad Iberoamericana, a través de Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad (EQUIDE), realizó la encuesta ENCOVID-19 INFANCIA que arrojó datos sobre la situación que vivieron durante la pandemia los hogares mexicanos con niñas, niños y adolescentes.

Una de las afectaciones, fue la derivada de la disminución de los ingresos en las familias, provocó que uno de cada tres hogares en México experimentaran inseguridad alimentaria, poniendo en riesgo a las poblaciones infantiles.

El cierre de las escuelas, obligó a más de 25.4 millones de estudiantes de educación básica a continuar sus estudios a través del programa Aprende en Casa, con lo que se dieron cuenta de la importancia de diseñar un plan de recuperación no solamente del aprendizaje, sino de la situación psicoemocional.

De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018, realizada por la Secretaría de Salud y el INEGI, más de 15 millones de niñas niños y adolescentes en nuestro país han vivido una forma disciplinaria violenta, en la que padres y madres, y otros integrantes de sus familias tratan a las infancias con medidas correctivas que les lastimaron de manera física y emocional. Lo que se agravó con la pandemia, el confinamiento llevó a que las poblaciones más vulnerables siguieran siendo niñas y niños y adolescentes.

Aun cuando se han fortalecido los organismos dedicados a la protección de estas poblaciones, la capacidad sigue siendo insuficiente para atender la raíz de la problemática, que tiene que ver con condiciones adversas del entorno familiar.

Entre la problemática que nos enfrentamos como sociedad es la escasez de empleo para las personas cabezas de familia y que repercute en los cuidados y atención de las infancias, servicios de apoyo comunitarios, educación, espacios de esparcimiento, conciencia sobre el consumo de drogas y alcohol, la separación familiar, estrés de las personas cuidadoras, y que repercute en mayores riesgos de violencia o maltrato dentro del hogar.

De los riesgos que brotaron con la pandemia, fueron el maltrato físico y emocional, la violencia de género, el estrés psicosocial y trastornos mentales, el trabajo infantil de los niños no acompañados y separados de sus familias, la exclusión social, la violencia sexual, entre otros.

La protección de la niñez implica, identificar que es importante la supervisión para evitar el trato negligente que arroja el abuso infantil y violencia intrafamiliar. Nos damos cuenta que los servicios de protección de la niñez y la adolescencia, requieren de un cambio en sus modelos de atención, en su profesionalismo, revisar si cuando los entornos familiares son violentos, es conveniente que niños y niñas regresen a esos ambientes; la familia no es siempre la mejor opción para esa protección y bienestar que requieren.

Las niñas y los niños iniciaron ya su periodo vacacional, debemos recordar que las poblaciones infantiles no deben someterse a situaciones que puedan lastimar y erosionar su futuro.

Es periodista y abogada, doctora y maestra especialista en atención víctimas, derechos humanos, transparencia y salud. Actualmente es directora de Derechos Humanos en la Fiscalía General del Estado. Anteriormente se desempeñó como comisionada de la Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas y como presidenta de la Mesa Interinstitucional de Feminicidios. Cuenta con diversas publicaciones entre las que destaca su tesis doctoral Construcción de Personajes: El Subcomandante Marcos y la prensa en México 1994 a 1995.

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