Mismidad: Vulnerabilidad de las niñas

Gloria Serrato

La situación de niñas, niños y adolescentes durante y posterior a la pandemia del COVID-19, ha sido compleja, aprendieron a relacionarse con las personas utilizando las nuevas tecnologías y dieron mucho valor a las amistades fueran reales o virtuales; buscaron nuevas herramientas para mantener comunicación continua. Esta forma de estar vinculados resulta aún complicada para muchas personas adultas comprenderla y aceptarla, la principal preocupación es el riesgo que implican. Sin embargo la mayor parte de las violencias hacia niños, niñas y adolescentes son cometidas por familiares y personas conocidas por estos.

Las redes sociales juegan un rol clave en las formas de comunicación de las infancias, no solamente las redes tradicionales que las personas adultas utilizamos, si no aquellas redes que las niñas, niños y adolescentes están empleando, por ejemplo los chats de los videojuegos, salas en donde personas adultas no tienen acceso, y desconocen la conversaciones que y con quienes las tienen. 

Las personas adultas tenemos que comprender estas nuevas herramientas y entender además que la situación de encierro que se vivió por la pandemia del Covid-19, ocasionó que las infancias y adolescentes regresen a sus actividades que cotidianamente hacían, como ir al cine, acudir a reuniones, fiestas, pasear. Por supuesto que la forma de relacionarnos que tenemos en la mente las personas adultas ya no coinciden con las formas que actualmente están empleando las juventudes.

La educación al interior de las familias siempre fue una práctica bajo reserva, sin embargo a medida que se conocen los derechos humanos, los actos de violencia utilizados para corregir a hijos e hijas, disminuyó; o dejó de hacerse pública. Frases como “Un golpe a tiempo”, recuerda que el castigo era empleado como única vía para corregir acciones. Sin embargo, a pesar de toda la información que existe sobre los derechos de las infancias muchas niñas sobre todo, son reprimidas con el maltrato físico y psicológico.

Esta generación post COVID 19, han vivido de manera muy cruda un encierro que apenas estamos observando de poco a poco las secuelas, y se avizora la necesidad de cambiar el encierro por tiempos que les permitan una convivencia real.

Hace unas décadas nos preocupaba la protección de los datos personales, las personas expertas en materia de acceso a la información, archivos y protección de datos estaban trabajando en cómo alertar a las niñas y a los niños de los riesgos de colocar en redes sociales datos sensibles que pudieran afectar su entorno íntimo. La primera investigación fue el Memorándum de Montevideo, que en 2009 revisó lo que la niñez subía en la red social Facebook, alertó sobre la necesidad de llevar a cabo una nueva alfabetización digital para padres y madres, para acompañar a sus hijos e hijas a proteger la información en el uso de las nuevas tecnologías.

Hace 13 años, la preocupación de las personas adultas con respecto de la seguridad y la integridad de niñas y niños se centraba en los datos que subía, ahora la preocupación tiene que ver con la integridad física y emocional. A pesar de todos los cambios y los riesgos que implican las redes sociales para las infancias, la afectación más importante viene de la propia familia, que no respetan sus derechos, a vivir en un entorno sano, a velar por el libre desarrollo de su personalidad, el derecho a un hogar, educación, recreación, estos derechos muchas familias los reprimen bajo la bandera de velar por sus intereses.

La encuesta Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) advierte que las adolescentes y las niñas son la población que ha padecido y sufrido la violencia, y que en lo general en las infancias

Cualquier forma de disciplina violenta (física y/o psicológica) fue empleada en 62.4% de las niñas y 62.7% de los niños de 1 a 14 años de edad. El maltrato físico lo padecen tanto niñas (42.2%) como niños (45.3%), pero son las niñas (61.8%) y los niños (56.9%) de 2 a 4 años quienes reciben más castigos físicos que otros grupos de edad”.

En documento Maltrato Infantil emitido por el Instituto Nacional de las Mujeres , señala que ya la Organización Mundial de la Salud definió el maltrato infantil como (…) como los abusos y la desatención de que son objeto las y los menores de 18 años, e incluye todos los tipos de maltrato físico o psicológico, abuso sexual, desatención, negligencia y explotación comercial o de otro tipo que causen o puedan causar un daño a la salud, desarrollo o dignidad del niño, o poner en peligro su supervivencia, en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder”.

La responsabilidad de padres y madres es de educar sin maltratar, que tendrá repercusiones en apoyar a que tengan un crecimiento sano y armónico; no es una tarea sencilla en una sociedad como la nuestra donde el respeto hacia las personas adultas siempre fue impuesto con castigo, de tal modo que estaba normalizada la violencia y el maltrato a niñas y niños.

Sabemos que la educación implica muchas acciones por parte del padres, madres y cuidadores de niñas, niños y adolescentes, es importante que también las autoridades miren hacia la forma en como muchas familias en el entorno de lo íntimo les educan, con mayor revisión de la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes.

Es periodista y abogada, doctora y maestra especialista en atención a víctimas, derechos humanos, transparencia y salud. Actualmente es directora de Derechos Humanos en la Fiscalía General del Estado. Anteriormente se desempeñó como comisionada de la Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas y como presidenta de la Mesa Interinstitucional de Feminicidios. Cuenta con diversas publicaciones entre las que destaca su tesis doctoral Construcción de Personajes: El Subcomandante Marcos y la prensa en México 1994 a 1995.

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