Abelardo Medellín
En San Luis Potosí Morena no es la primera fuerza, no es siquiera la farsa “incorruptible” como que aparenta a nivel nacional, en las tierras potosinas Morena es uno más de los desangelados y desfondados opositores que se desviven por figurar y decepcionan en el intento; pero quizá, esta desgastada categoría de “oposición”, le ha quedado grande al partido de la presidenta de la república.
La semana pasada, en este mismo espacio, repasamos algunos lamentables ejemplos de cómo las oposiciones del PAN, PRI y MC a nivel local, no han hecho más que degradarse a sí mismas y trabajar únicamente por sus intereses; si por algo no mencionamos entonces a Morena es porque este partido se cuece aparte y no por las razones que a ellos les gustaría presumir.
Si no incluimos a Morena en el costal del PRI, PAN y MC, es porque Morena no tiene excusa para la interminable historia de fracasos, pifias y desilusiones que ha arrastrados en San Luis Potosí los últimos años y que, según parece, está plenamente dispuesto a nutrir una vez más en el 2027.
Con tres años de Obradorismo en el poder, Morena (como decisión a nivel nacional) permitió que se vendiera la candidatura por la gubernatura potosina en 2021 a una funcionaria del sexenio priista a nivel local; los tres años posteriores Morena no supo cómo dar orden a un partido que estaba en vías de desprestigio a nivel estado y decidió formar su cuadros y perfiles desde las trincheras de las delegaciones del Bienestar; perdieron a sus operadores e “intelectuales de cepa” que terminaron en candidaturas del PVEM, una secretaría de gobierno o diputaciones locales más recientemente, y como cereza del pastel de la vergüenza, se permitieron competir una vez más codo a codazo con el Partido Verde en el 2024, decisión (otra vez impuesta desde el federal) que le costó un asiento en el Senado a Morena.
Al mismo tiempo que Morena se replegaba, escondía, mutilaba y denigraba en nuestro estado, a nivel país en 2021 el partido ganó 11 de 15 gubernaturas y 122 diputaciones federales; en el 2024 ya controlaba 24 de las 32 entidades, tenía 236 diputados, 60 senadores y logró que la primera presidenta de la historia del país llegar al cargo con más de 35.9 millones de votos.
Por esta historia de contraste entre triunfos federales y descalabros estatales, es que Morena no tiene justificación. PAN, PRI y MC lograron mantenerse vigentes en ayuntamientos, curules del legislativo local e incluso diputaciones federales y Senadurías pese a que son fuerzas que se han empequeñecido tanto en lo nacional como en el estado; mientras tanto, Morena (con casi siete años adiestrando masas obradoristas) tiene en el congreso local el mismo número de diputados que en el trienio 2018 – 2021, sus alcaldes padecen una persecución local de quienes fueran sus aliados durante la campaña y (una vez más) no sumaron ningún senador a las infames aprobaciones fast track de reformas constitucionales.
La otra oposición, el panismo de Verónica, el priismo de Sara, el emecismo de Marco, llegaron a donde pudieron con lo poco para lo que les alcanzó, el morenismo de Rita mientras tanto, parece haber aceptado migajas felizmente, parece vanagloriarse de haber ganado tan poco, teniendo tanto detrás de ellos. Y ganar es decir mucho sobre todo para Rita, quien perdió una senaduría contra el PAN (gánenle a ese descalabro político).
Morena en San Luis Potosí parece no haber entendido que fuera de las fronteras pintadas de Verde de nuestra entidad, allá afuera, en el México más allá del tunal, su movimiento es un partido fuerte, que en otros estados es reconocido y elegido por que es visto como un conducto para comunicar el gobierno local con el gobierno federal; no, aquí, en la tierra de la enchilada el morenismo es poco menos que una oposición con hambre de aceptación oficialista, que tiene años jactándose de triunfos vacíos, perfiles necios y candidatos repetidos, mismos que, con cada cargo, acumulan solo mala fama y nuevos motivos para cambiarse de partido.
Tan poco mérito tiene Morena en la entidad potosina, que no debería sorprendernos ver a Rita Ozalia Rodríguez Velázquez como la vimos este jueves, en una reunión con el gobernador Ricardo Gallardo Cardona, actuando como la intermediaria de la voluntad federal y los intereses estatales.
Repasemos de facto el problema obvio: una dirigente de partido no debería comportarse como la mediadora de los programas y planes federales, porque admitirlo y no condenar dicha participación, es aceptar que México es como Vietnam o China (democracias de partido único) donde “el partido” funciona también como un representante oficial del gobierno en turno, y por tanto, su dirigente sería algo así como un virrey partidista que puede mediar y decidir en nombre de la federación y frente a las entidades. No. No es normal que Rita vaya a reuniones del gobierno sobre la elección judicial, no es normal que Rita se reúna con el gobernador y los delegados federales, Rita no debería ser el contacto entre la administración de Claudia Sheinbaum Pardo y el gobierno potosino, y si lo va a ser, que deje el partido y la vida política del mismo y le inventen (así como ella se inventa su capacidad de agencia) un cargo nuevo, con nombre pomposo, categoría imaginaria y potestades arbitrarias… pero que no sea más la “representante” de un proyecto partidista que ni siquiera ha demostrado funcionar en esta tierra.
Como decía, habiendo repasado eso…
El hecho de que Rita ocupe ese espacio de poder, mismo que le ha permitido sostener reuniones y lograr acuerdos con el gobierno, a lo mejor le sirve a ella, o al grupo de “tocados por dios” que han obtenido curules y cargos del Bienestar por esta intervención, pero no le sirve al partido.
Tanto le ha servido la cercanía, que Rita Ozalia olvidó que en campaña sus mítines eran reventados por personas identificadas como simpatizantes del Partido Verde, y con todo ello, pide que los diputados tengan total y fiel sumisión ante el PVEM en el Congreso Local.
Aprobación de un paquete económico que rompe con el principio de austeridad, votos de confianza a reformas e iniciativas mandadas de palacio en algo que llaman un acto de “correspondencia”, y todo con la única finalidad de que el Verde le haga a Morena en el Congreso, lo que Ruth González y las huestes del PVEM le hicieron a la reforma anti nepotismo en el Senado.
No cabe duda entonces que la lealtad ciega y la sumisión sin memoria, no es algo que los morenistas se hacen entre ellos, es algo que todo morenista está dispuesto a hacer con tal de tener contento al de arriba… sea Sheinbaum o Gallardo.
Ahora resulta que diez años de morenismo y obradorismo en lucha “por la democracia” le han servido al partido únicamente para reconocerse como pares con el resto de las calañas partidistas, no importando si los resultados son injustificables, no importando si el 2027 pinta mal, no importando que esta sería le mejor oportunidad para fortalecer al movimiento y presentarlo como una verdadera opción popular frente al Verde… no, aquí como en el “Planeta de los Simios”: “simio no mata simio” y ganso no mata tucán.
Solo que los simios en esa película lo hacían, porque entendieron que la cooperación era la mejor estrategia de supervivencia en un ambiente cambiante; mientras que el ganso no pica al tucán, por miedo a un picotazo más duro de regreso.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es Jefe de Información de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.