Estados Unidos, (20 de marzo).- El presidente Barack Obama ofreció hoy a su homólogo tunecino Beji Caid Esebsi todo su apoyo para hacer “frente al terrorismo”, tras el sangriento ataque del martes contra un museo que provocó 19 muertes.
Durante una llamada telefónica Obama ofreció a Beji Caid Esebsi una “sólida cooperación antiterrorista y ofreció la asistencia continua de Estados Unidos y apoyo en la investigación en curso”, señaló la Casa Blanca.
Obama brindó las condolencias “en nombre de los estadunidenses, a las familias de las víctimas y seres queridos”, añadió la residencia presidencial. El grupo yihadista Estado Islámico reivindicó hoy el ataque.
Túnez busca “plan de guerra”
De otra parte, las autoridades tunecinas afirman que van a llevar a cabo “una guerra sin piedad contra el terrorismo”, aunque el ataque contra el museo del Bardo muestra que el país no logra definir un plan para enfrentar el auge de varios grupos yihadistas.
Después del atentado que dejó 21 muertos, 20 de ellos turistas, el cual constituye el primer ataque contra extranjeros desde la revolución de 2011 que provocó la dimisión del dictador Zine El Abidine Ben Ali, varios observadores señalan la necesidad de adoptar un enfoque claro.
“Ya no es posible engañarse o engañar a la opinión pública”, advirtió el diario Le Quotidien en una editorial, en que se refirió a la existencia de “miles de terroristas que actúan en Túnez, Libia, Siria y en Irak”, que han sido reclutados o entrenados en el país.
Entre dos y tres mil tunecinos combatirían en las filas yihadistas en el extranjero. Medio millar más han regresado a Túnez, según la policía, y están considerados como una de las máximas amenazas para la seguridad del país.
Las autoridades también temen por la amenaza que supone el caos en el que se halla sumida Libia, además de las acciones llevadas a cabo por un grupo vinculado a Al Qaeda, que ha provocado la muerte de decenas de policías en la frontera con Argelia.
Tras el ataque, muchos dedos acusadores apuntaron al partido islamista Ennahda, que gobernó Túnez con otras dos formaciones desde finales de 2011 hasta principios de 2014. El miércoles un grupo de manifestantes en el centro de Túnez pidieron que sea investigado el exprimer ministro islamista, Ali Laarayedh.
“Cada vez que se produce un atentado, se hace más difícil exonerar a la troika (la coalición con la que gobernó Ennahda) de sus responsabilidades. Lo menos que se puede decir es que sus dirigentes fueron permisivos”, dijo el diario La Presse. “No supieron evaluar la amenaza”, estimó el periódico.
Ennahda negó categóricamente las acusaciones y recordó que durante su gobierno el principal grupo salafista del país, Ansar Asharia, fue declarado “organización terrorista”.
Pese a que el gobierno actual puso como una de sus prioridades la lucha antiterrorista, el primer ministro, Habib Essid, tuvo que reconocer hoy en una rueda de prensa, la existencia de “fallas en todo el sistema de seguridad”.
“Las estructuras (de seguridad) no están adaptadas. Es necesario que la cadena de mando sea eficaz, es decir que las órdenes pasen con fluidez”, afirmó Ahmed Driss, presidente del Centro de Estudios Mediterráneos e Internacionales (CEMI), quien estima que una reforma de este tipo ya debería haber sido implementada hace años.
Además el experto destacó que el ataque del miércoles muestra que ahora los “grupos terroristas” golpean símbolos de la soberanía del país, mientras que antes estaban relegados a las montañas.
Si bien la mayoría de la violencia atribuida a los yihadistas se produce en la frontera con Argelia, ya había habido atentados en las ciudades, como el asesinato en 2013 de dos opositores laicos, Chokri Belaid y Mohamed Brahmi y el asalto contra el domicilio del ministro de Interior en la gobernación de Kaserín.
Fuente: Milenio.