Ora’ que estés en el gobierno échame una mano, dámela de asesor

 

Por: Antonio González Vázquez.

 

Aunque usted no lo crea, un gobernador no es por extensión un sabio o un tipo con la mar de conocimientos. Quizá se ha vivido en el error de considerar que el gobernador concentra saberes enciclopédicos y que su sabiduría hasta puede ser ilimitada. Como decía el también doctor Toranzo, “uno también es humano”, es decir, se sufre, hay desvelo y preocupaciones. Siempre ha existido una perversa manipulación acerca de los dotes, habilidades y conocimientos del gobernador en turno, pues siempre se le presenta como la quinta esencia del que todo lo puede, pero resulta que lo puede porque tiene poder y no por tener conocimientos o incluso, inteligencia. Es decir, un gobernador no necesariamente es inteligente, tampoco por tener un título profesional, eso implica que sea un buen profesionista, tal vez pueda ser un buen político a secas. Es el caso, por ejemplo, de Enrique Peña Nieto cuyos limitados conocimientos lo hacen bocado apetecible para quienes gustan de ridiculizarlo a diario. Pero bueno, el gobernador no tiene porque pasar por la vergüenza de demostrar ignorancia en algunos temas, aunque parezca que lo sabe todo, lo cierto es que no sabe nada. Por eso, a alguien se le ocurrió crear a los asesores que, se sabe, se ponen a estudiar aquello que no estudió el gobernador, se ponen a revisar aquello que al gobernador no le gusta o bien, se ponen a pensar en lo que al gobernador no le gusta pensar. En fin, si el gobernador no tiene nada que ver con una mente brillante, para eso tiene a los asesores y como bien se sabe, éstos tienen la delicada y esforzada tarea de dar consejo y asesorar al gobernador que, por cierto, para eso les paga y les paga bien. Pero luego sucede que los que asesoran al gobernador tampoco son mentes del todo brillantes ni inteligencias sagaces, de ahí que en los círculos políticos se considera al asesor como un protegido del gobernador, a fin de que viva del presupuesto público sin que necesariamente se pase las horas trabajando, de tal modo, que los asesores son aquellos afortunados de ser amigos del gobernador o de haber hecho muchos ladrillos en la campaña. Como sea, se trata de un cargo bastante envidiable y deseado por muchos, de lo que se desprende que para tener contentos a todos los “cercanos” al gobernador, es necesario abrir tantas asesorías como depósitos de cerveza hay en el pueblo; de tal modo que puede haber asesores de imagen, de seguridad pública, de asuntos financieros económicos, de asuntos agrarios, en sistemas electorales, en transparencia, en relaciones exteriores, en comercio exterior y tantas y tantas, que al final, lo que logran es hacer ver que el gobernador simple y llanamente no sabe nada o en el mejor de los casos, como todo buen político, sabe un poquito de todo. Desgracia, desgracia, con eso es suficiente para ser gobernador y también asesor.

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