Padre Darío “era un guerrero”: Arzobispo

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Por: Eduardo Delgado.

 

El padre Darío Pedroza Martínez “era un guerrero” y su deceso implica una pérdida no solo para la comunidad católica sino para “todo San Luis”, pero deja “una estela ejemplar de vida, porque era muy coherente”, aseveró el Arzobispo José Carlos Cabrero Romero.

Se caracterizó porque, “en un lenguaje coloquial, era un guerrero”, que acumuló enseñanzas de los padres Rafael Montejano y Aguiñaga y Joaquín Antonio Peñalosa Santillán, ambos fallecidos hace años. Además ocupó cargos muy importantes en la diócesis potosina, como vocero de la iglesia y pastor penitenciario, recordó el prelado.

Tras su muerte “deja un ejemplo” a seguir por los sacerdotes jóvenes, porque hoy se requieren “de ese tipo de apóstoles, entregados y generosos con todos, que van dejando una huella, una estela ejemplar de vida, porque era una persona muy coherente, que ayudaba y aconsejaba oportunamente a los obispos, sobre los problema sociales”.

Recordó que durante sus primeros años como presbítero el padre Darío promovió la pastoral juvenil, cuando el obispo era Estanislao Alcaraz y Figueroa (1968-1972). Sostuvo que gracias a él se celebró en San Luis Potosí un congreso nacional y esa parte de la iglesia católica empezó a cobrar vida y “hasta la fecha sigue esos trazos”.

Su labor trascendió a nivel nacional, “ayudó al episcopado mexicano y luego estuvo al frente de la penitenciaría, entonces en la avenida Juárez, donde suplió al padre de la Mora”.

Fue, recordó, presidente o coordinador de todos los sacerdotes y religiosas dedicados a la pastoral penitenciaria en todo el país. “Estuvo incluso en las Islas Marías, dando y ofreciendo la atención a presos y sus familias”, añadió.

Cabrero Romero dijo que él constató el trabajo que hizo como capellán penitenciario, cuando la prisión estaba donde ahora es el Centro de las Artes “Centenario”. “Yo estaba como vicario en el santuario y él se encerraba con los presos”, refirió.

Se convirtió en vocero de la iglesia católica desde que el obispo era Ezequiel Perea Sánchez (1973-1986), siguió con los arzobispos, Arturo Antonio Szymanski Ramírez (1987-1999) y Luis Morales Reyes (1999-2012). “Inicio conmigo pero por su enfermedad tuvo que dejar el cargo”, lamentó.

“Porque tenía un mal renal. Se les hizo la lucha hasta lo que se pudo, pero ya su cuerpo estaba muy nulificado de vitalidad”, añadió.

A su parecer el padre Darío Pedroza, quien murió a 15 días de cumplir 77 años de edad, acumuló las enseñanzas de los padres Rafael Montejano y Aguiñaga y Joaquín Antonio Peñalosa Santillán, ambos fallecidos hace años.

“Con él se cierra un capítulo muy importante, que espero mis hermanos sacerdotes miremos hacia ellos, que nos han dejado como ejemplo de ofrecer la vida para ponerla al servicio de situaciones sociales tan particulares, como es la vocería y la penitenciaría”, subrayó.

Recordó que fue muy emotivo cuando las y los presidiarios lo despidieron, cuando también por cuestión de salud dejo el cargo de capellán penitenciario. “Por eso nos deja un gran ejemplo de cómo entregar la vida a tiempo completo”, abundó.

Sostuvo que no sólo la iglesia católica pierde sino todo San Luis. Se cierra un capítulo porque se tienen que abrir otros, porque sigue habiendo buenos sacerdotes, buenos laicos, buenos profesionistas, comprometidos con estos momentos que nos ha tocado vivir; necesitamos apóstoles en una palabra, como laicos, religiosos, sacerdotes e incluso obispo.

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