Por Eduardo Delgado
La misma leyenda e imagen del dirigente panista, Maximino Jasso Padrón, aparecida este martes en anuncios espectaculares de la ciudad, la publicó el sábado pasado en su perfil de Facebook, acompañada de otro texto, el activista “Gallardista” Jesús Rafael Rafael Aguilar Fuentes, mejor conocido como “El Chiquilín”.
Lo que podría interpretarse como “respuesta” del grupo político encabezado por el alcalde capitalino, Ricardo Gallardo Juárez y su hijo, Ricardo Gallardo Juárez, a las críticas del directivo de Acción Nacional a la administración gallardista. En especial, luego de que el panista advirtió que la propuesta para eliminar los antecedentes penales como requisito para la postulación de candidatos a cargos de elección popular favorecería a Gallardo Cardona.
El sábado, minutos antes de las 19 horas, Aguilar Fuentes subió la misma leyenda e imagen de Maximino Jasso, con orejas de burro, con una botella de caguama en su mano izquierda y frente a un micrófono: Max Jasso, títere, borracho y mentiroso #ContigoNosepuede Panistas unidos por San Luis.
Le anexó un escrito en el que lo define como un títere, “que con la docilidad de una mascota doméstica, obedece las imposiciones del eterno perdedor en la política potosina: Xavier Azuara Robles (sic)”.
Se refiere además a Jasso Padrón como “un gris personaje rechazado de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, que tuvo que conformarse con una licenciatura en psicología en una universidad privada”.
Sostiene que como estudiante “fue pésimo”, que “se caracterizó por su indisciplina más que por su virtud” y que se confrontó con las autoridades educativas “para titularse a fuerzas a pesar de que reprobó varias materias”.
Incluso aseveró que Jasso Padrón no tiene la mínima idea sobre igualdad y equidad de género, “pues sostuvo un noviazgo con una compañera suya de nombre Erika, quien distintas ocasiones se quejó con amigos y maestros del maltrato físico y verbal que sufría de parte del “flamante” líder municipal del PAN en la capital potosina”.
Posición política desde la que “suele declarar sobre hechos y situaciones que ni siquiera comprende” y que “su única habilidad es poder leer los comunicados que su también inexperto equipo de comunicación social le redacta cada semana”.
