Plantón en casa del ausente

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Por: Eduardo Delgado

Sobre el prado que antecede la fachada, precisamente debajo de los dígitos de metal que indican el número de la residencia, un grupo de mujeres instaló una tienda de campaña frente a “La Casa de los Gobernadores”. Morada del ausente.

Es probable que el ex jefe policiaco, José Luis Urban Ocampo, se hubiese apersonado para impedirles que la desplegaran. Como se las solía gastar, no les habría permitido siquiera llegar al domicilio. Incluso les habría regañado por la osadía e irreverencia de haber mostrado una cartulina con una leyenda  insultante para la doctora Ramos.

Cuando el contingente se aproximaba apenas a tomar el retorno  del puente vehicular de Sierra Leona, a uno de los inconformes se le escucho convencido de que los policías no les permitirían proseguir hasta el 122 de Montañas Rocallosas.

Tres unidades de la policía estatal fueron colocadas para obstruirles el paso en la esquina de Cordillera de los Alpes y Sierra de San Miguelito. Los inconformes, encabezados por la “Paca´´, líder sempiterna del Sindicato Independiente de Trabajadoras y Trabajadores de Gobierno del Estado, hicieron un alto. Como convencidos de que hasta allí habrían llegado en su marcha, entre cuyos integrantes sobresalían un par de jóvenes que portaban grandes cabezas de cartón del personaje Ned Flanders.

Otro de los seguidores de “La Paca”, que sostenía un palo, al que le pegaron la silueta de un puño avanzó apenas hasta un medio metro después de las patrullas. A su espalda tenía un policía y a su izquierda, a menos de dos metros, a otros ocho elementos.

El hombre de la pancarta dio unos pasos de costado y el guardián quedó a su lado derecho. Así le abrió paso a otro compañero, que atravesó entre las camionetas de los estatales haciendo sonar un tambor.

El agente recargó su mano sobre el tumba burros de una de las unidades, como si bastase para que una mujer detuviera su andar, también con tambor. Al ver que sus compañeros habían pasado, otra de las inconformes arengó a sus colegas a cruzar con los brazos en alto, mientras unos grababan, con dispositivos móviles, el cruce de esa especie de frontera al grito de “ni un paso atrás”.

Alertados del arribo los seguidores de Francisca Reséndiz un chofer salió de la residencia, subió a una Suburban blanca, puso en marcha el motor y la metió a la cochera.

Por uno de los accesos de la vivienda salió un subalterno de Eduardo González Sierra. Un grupo de agentes fue enviado a formar un cordón humano frente a esa puerta. El jefe policiaco evidenció “novatez”, pues los agentes descuidaron la entrada principal. En cuanto los trabajadores se percataron del descuido, caminaron hacia el acceso principal.

Las mujeres instalaron su tienda de campaña sobre el verde y húmedo césped, donde permanecieron horas en espera del retorno de su lideresa, que antes de retirarse a las “negociaciones” a palacio de gobierno les advirtió: “Si no nos solucionan nuestras  demandas las mujeres nos quedamos en plantón”.

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