Polos opuestos se atraen, ¿Aplica en las parejas?

 

Si hay algo que nunca falla en los campos magnéticos, es que los polos opuestos siempre acaban atrayéndose; y de alguna forma, la voz popular ha querido correlacionar este aspecto al contexto de las relaciones afectivas, diciéndonos que personas de carácter opuesto también acaban atrayéndose.

Y sí, es posible que exista una atracción previa, pero ¿Asegura esto que puedan construirse relaciones de pareja estables y felices? No hay datos científicos que  nos indiquen que esto se cumple o no, puesto que en materia de amor, son pocas las cosas que puedan controlarse a nivel de laboratorio para obtener datos preciso y fiables sobre algún aspecto.

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El amor es química, son casualidades, olores, gestos y atracciones que no tienen lógica. No obstante, la estabilidad sí requiere de otras dimensiones más concretas y lógicas, como la comprensión, el diálogo, la empatía, el compromiso…

¿Qué dices? ¿Será verdad que polos opuestos se atraen?

Personalidades distintas pueden atraerse y complementarse.

Una timidez puede complementarse con un carácter arriesgado y abierto. La seguridad de uno ofrece alas a la inseguridad del otro, y la alegría de una persona es capaz de arrancar sonrisas hasta al carácter más huraño…

En efecto, muchas veces, en materia afectiva, unas personalidades pueden complementarse con otras, pero ello no es una garantía segura de que la relación sea siempre estable y feliz, porque, como se sabe, no existe la fórmula ideal para conseguir un amor perfecto y perdurable.

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Ahora bien, existen rasgos de personalidad que suelen encajar bastante bien: una persona impulsiva encontrará su lugar con alguien más equilibrado y templado. En ocasiones, muchos de nosotros tenemos pequeñas carencias que nuestras parejas pueden gestionar de forma adecuada para hacernos sentir más plenos, más completos.

No obstante, debe existir siempre un equilibrio: es difícil que armonicen una persona extremadamente tímida, con alguien muy extrovertido e impulsivo. A largo plazo, las diferencias en la convivencia pueden ser insalvables.

La necesidad de compartir unos mismos valores.

Puede que mantengamos una relación de pareja con alguien que es nuestro polo opuesto. A uno le guste la playa y al otro la montaña, o la tranquilidad y a la pareja el bullicio, las fiestas, el socializar cada día…

Si existe un equilibrio y respeto en esos intereses tan dispares, todo irá más o menos bien, pero si hay algo en lo que siempre deberíamos coincidir es en nuestros valores. A la hora de resolver cualquier problema, siempre encontraremos mayor facilidad y armonía si compartimos unas mismas creencias respecto a temas determinantes: unos mismos valores sobre lo que es el amor, la humanidad, el respeto mutuo, la familia… etc.

Los polos opuestos en cuanto a valores personales no suelen encajar bastante bien.

Enriquecimiento personal.

Hay quien mantiene la idea de que la pareja perfecta es aquella que comparte nuestros mismos intereses, nuestras mismas pasiones e ideales. Compartir unas mismas aficiones está bien, no cabe duda, pero en ocasiones, también podemos enriquecernos de aquellas personas que pueden aportarnos nuevas perspectivas que no conocíamos, que nos abren la mirada, el corazón y la mente con su “polo opuesto” al nuestro.

Es decir, en toda relación debe existir un equilibrio entre igualdades y diferencias. Mantener una relación es descubrirnos cada día a nosotros mismos y a nuestra pareja, así que siempre es saludable mantener algunas pequeñas diferencias.

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Tampoco podemos negar que en ocasiones, nos sentimos atraídos por todo aquello que de alguna forma, es tan distinto a nosotros mismos. Es un buen punto de partida, porque al fin y al cabo, el amor es disfrutar todo aquello que nos une y respetar lo que nos diferencia.

Los polos opuestos se atraen, pero sólo el tiempo dirá si el compromiso se mantiene en el día a día.

 

 

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