¿Qué pasó con la oreja de Van Gogh?

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Si algunas vez has visto alguna pintura de Van Gogh, entenderás mejor la siguiente descripción. Sus lienzos de colores intensos, de trazos ondulados sumergidos en dorados campos de trigo, en noches estrelladas y girasoles vibrantes orlados de magia e inquietud. Sin duda, sus obras intrigan y fascinan casi tanto como su propia personalidad. ¿Qué sucedía con su mente para dotar a sus cuadros de esas perspectivas extrañas, de esa originalidad desconcertante que sólo los grandes genios pueden transmitir?

Y más aún ¿Qué pasó con su oreja? ¿Se la cortó de verdad ante un espejo llevado por un súbito ataque de locura? Aquí te contamos lo que sucedió…

El amor de Vincent Van Gogh: Paul Gauguin.

Fue en la bella de ciudad de Arlés, en Francia, donde Van Gogh tenía su residencia y donde obtenía la esencia de su inspiración cotidiana.

Pero una mañana del 23 de diciembre de 1888, el pintor impresionista se levantó llevando algo en la mano: un pequeño paño que contenía su propia oreja. Lo custodió con especial delicadeza para entregárselo a una prostituta llamada Racehl, del burdel que él frecuentaba junto a su gran amigo Paul Gauguin.

Dio a entender que había sido un acto de locura, que no se encontraba bien y que estaba enfadado consigo mismo ese día; que no soportaba la forma de su oreja y con una navaja se la había cortado, sin más. Fue una idea que se instaló de modo perpetuo a lo largo de los años… y un par de siglos.

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Pero según los historiadores alemanes Hans Kaufmann y Rita Wildegans, esto no ocurrió de ese modo: Van Gogh aseguró al mundo que se había mutilado con el fin de proteger a una persona muy especial para él: Paul Gauguin. Debía librarlo de una posible condena. Y así ocurrió…

Los dos habían establecido un pacto de silencio la noche anterior. Habían discutido por Rachel en el exterior del prostíbulo donde trabajaba. Gauguin, excelente jugador de esgrima, utilizó su espada para cortar la oreja izquierda del pintor. Un movimiento rápido e inesperado, y la oreja cayó al suelo.

Quizá no fue un acto deliberado, pero lo triste fue que sin duda Gauguin desapareció para siempre tras aquello, abandonando a su amigo.

La realidad es que Van Gogh estaba enamorado de Vauguin; los celos por la relación con la prostituta desencadenó la pelea entre ambos, terminando con tan graves consecuencias. Para él, lo más importante era proteger a su amigo, y librarlo de toda culpa. Y aunque lo consiguió, su condena fue mucho peor, porque jamás lo volvió a ver.

Sucumbido por la tristeza y la depresión, Van Gogh terminó suicidándose a los 37 años de un disparo.

Sus últimas palabras a Gauguin fueron: “Si estás tranquilo, yo voy a estarlo también”.

 

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