Reducción de jornada laboral es un asunto de derechos humanos, no empresarial: académico

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Fernanda Durán

El debate en torno a la iniciativa de reducir la jornada laboral a 40 horas semanales continúa estancado en el Congreso de la Unión, sin avances legislativos concretos. Así lo señaló el académico de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) y especialista en derechos humanos, Guillermo Luévano Bustamante, quien advirtió que el tema debe asumirse como un derecho humano y no solo desde la perspectiva empresarial.

El investigador explicó que los foros organizados sobre la propuesta carecieron de una apertura real hacia la ciudadanía, el Frente Nacional por las 40 Horas e incluso la academia.

“He estado al pendiente de las críticas que ha hecho el Frente Nacional por las 40 horas (…) y me atrevería a decir incluso a la academia, tanto en el ámbito nacional como en el aspecto local. Se privilegió de nuevo una perspectiva más empresarial”, afirmó.

Recordó que la jornada laboral en México no ha sido actualizada desde la Constitución de 1917, a pesar de que otros países ya discuten la reducción a 35 horas.

De acuerdo con el académico, los argumentos en contra se centran en el impacto económico para los empresarios, pero los derechos humanos no deben medirse con criterios monetarios.

“Si es un tema de dinero, pues no habría para salud pública, para educación. Y el tema de la reducción de jornada es, creemos, urgente, porque hace más de 100 años que no se actualiza”, recordó.

Luévano subrayó que la reducción de la jornada laboral no debería implicar una disminución en los salarios, sino que tendría que ir acompañada de mecanismos de compensación, como el reconocimiento de la jornada sabatina y el pago de horas extra a partir de las 40 horas trabajadas.

Respecto a la llamada Ley Silla, que busca garantizar que trabajadores como cajeros y meseros puedan sentarse durante sus jornadas, el especialista señaló que revela la precariedad que aún persiste en el ámbito laboral.

“Uno pensaría que es sentido común que la gente pueda tener un vaso de agua en su trabajo, una silla para sentarse, y no sucede así, como en muchos otros temas. (…) Pues también habla de cómo seguimos trabajando en mucha precariedad”, sostuvo.

Luévano recordó que como ocurrió con la reforma que duplicó los días de vacaciones mínimas, las resistencias empresariales suelen anunciar crisis económicas que no se cumplen en la práctica.

“La verdad es que países con economías desarrolladas no han tenido recesiones ni notables impactos, sino ajustes que se han tenido que hacer, aprovechar las ventajas de la tecnología, incluso destinar horas al teletrabajo en donde se pueda”.