Reforma electoral, revisar lo que funciona y lo que no funciona: Martín Faz

Antonio González Vázquez

Martín Faz Mora, consejero del Instituto Nacional Electoral (INE), aseguró que la reforma electoral en puerta debería tomar en cuenta el fortalecimiento institucional y no reducirla al ámbito presupuestal; robustecer la fiscalización, regular de mejor manera la consulta de Revocación de Mandato y especialmente, reducir la desconfianza ciudadana, pues “tenemos técnicamente impecables y pese a eso, la desconfianza persiste”.

Al ofrecer la conferencia Evolución del Modelo Electoral en México ante el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Tabasco, señaló que “cualquier reforma electoral debe ser resultado de un diagnóstico de lo que funciona y lo que no funciona actualmente”.

Al referirse a la propuesta de reforma electoral del presidente Andrés Manuel López Obrador, indicó que en México ha habido ocho grandes reformas electorales desde los años noventa:

“Las reformas a las leyes nunca se acaban y la electoral no es la excepción; es algo natural su evolución”, señaló.

Respecto del voto y elecciones libres y limpias, Faz Mora enfatizó que “hoy hay mayores garantías que hace unas décadas”.

Consideró que “el modelo electoral actual es resultado de un proceso gradual lento y no exento de errores que han generado cierta desconfianza ciudadana que venía de un sistema autoritario, lo cual empezó a cambiar cuando el Gobierno dejó de organizar los procesos electorales”.

Hizo un apretado repaso de las elecciones durante la segunda mitad del siglo pasado, cuando recordó, había comicios, pero donde el voto no se respetaba, lo cual generó una enorme desconfianza por parte de una sociedad que evolucionaba rápidamente.

Faz Mora dijo que el sistema electoral no era efectivo al no permitir la competencia, pues había un partido hegemónico. Fue entonces que surgió en 1997 la primera gran reforma electoral del país con el objetivo de abrir la competencia por el poder.

Después de eso, se presentaron más reformas para llegar décadas después a que el Gobierno dejara el control de las elecciones; de modo que en el año 2000 llegó la alternancia en el poder presidencial.

El consejero del INE señaló que en la década de los ochenta, el surgimiento de organizaciones gubernamentales y con toda la fuerza de la sociedad civil, motivó nuevos cambios que concluyó con otra gran reforma en 1986.

El PRI como partido hegemónico cedía a las presiones, pero las elecciones seguían sin ser equitativas ni libres, lo que se demostró en las presidenciales de 1988, que fue un punto de quiebre por el fraude del que surgió “la caída del sistema”.

Las elecciones podían ser competitivas y la oposición podía ganar, pero el poder público no lo toleró. “Las autoridades electorales no lo era, eran autoridades políticas”.

De ahí, llegó la reforma de 1990 con un nuevo diseño que ciudadanizó los organismos electorales con lo que empezó a desaparecer el fraude por la vía de múltiples trampas y con un padrón electoral altamente desconfiable.

Con el Instituto Federal Electoral (IFE) llegó el cambio, pues fue la sociedad la que organizaba de manera autónoma las elecciones y se dio paso a mecanismos democráticos a nivel federal y local. Lo primero que se hizo, “fue empezar de cero con un nuevo padrón electoral”.

Además, surgieron los Tribunales y Fiscalías electorales para atender las denuncias por delitos durante los comicios.

En 1993 llegó otra reforma “para terminar con la calificación política de las elecciones”. Hubo una más en 1994 que “fue la que ciudadanizó al IFE”.

En 1996 se dio otra reforma electoral respecto de los derechos político electorales de los ciudadanos. Y se fortaleció la autonomía presupuestal y técnica del IFE. “Las y los ciudadanos organizaban las elecciones para la ciudadanía”.

El consejero destacó que esa reforma fue importante porque surgió el financiamiento público para los partidos políticos en sus actividades ordinarias.

La siguiente fue en 2007 como resultado de la inequidad en la competencia por el involucramiento del Gobierno y grupos fácticos, además de la desigualdad en el acceso de los partidos y sus candidatos a los medios de comunicación.

Recordó que en 2006 surgió la campaña “es un peligro para México” patrocinada e impulsada desde el sector privado en alianza con partidos políticos y el Gobierno, con la intención de dañar la imagen de uno de los candidatos.

Se reguló la propaganda electoral y se creó el monitoreo de medios de comunicación para identificar la parcialidad informativa que afectaba la equidad. Había propaganda, no información.

Todas las reformas responden a contextos específicos, así como de los reclamos y exigencias de la oposición y de la sociedad, subrayó.

Martín Faz refirió que en 2014 hubo otra reforma, especialmente orientada a la fiscalización de los recursos de campaña de los partidos, así como la homologación de la materia en lo federal hacia lo local, de modo que surge el Instituto Nacional Electoral (INE).

Antes se fiscalizaban los gastos de campaña una vez que se habían calificado las elecciones, “ya para qué”. Eso se modificó.

Las reformas en México han cumplido un propósito transformador del sistema político y han cambiado las formas de acceso al poder público, lo que ha permitido la alternancia en todo el país y se ha combatido la desconfianza.

“La paradoja es que, aunque se organizan elecciones técnicamente impecables, la desconfianza persiste”, reconoció

Advirtió que “una reforma electoral debe privar la lógica del fortalecimiento institucional, no se puede basar solo en la austeridad”.

El escenario para la discusión y el debate es complicado, ya que “hay quienes piensan que es un retroceso y otros que dicen que al INE no se le debe tocar ni con el pétalo de una rosa”.

Bienvenida la discusión para ir a una reforma, concluyó, que venga a reflejar la evolución de la sociedad que reclama un modelo electoral más democrático.

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