Réplicas alarman a Ecuador; ayer se sintieron dos

 

Ecuador (21 de abril de 2016).- Dos fuertes réplicas se sintieron ayer en gran parte del territorio de Ecuador, en especial en la provincia de Manabí, epicentro del terremoto que sacudió el pasado sábado el país sudamericano y que ya dejó al menos 553 fallecidos, confirmó el presidente Rafael Correa.

“La cifra de fallecidos, lastimosamente, aumentará, pero cada vez a un ritmo menor porque ya se han rescatado muchos cadáveres”, aseguró el mandatario desde Quito luego de visitar la zona afectada “en  70.80 por cierto”.

“Esta madrugada se registraron dos réplicas importantes a las 03:33 (hora local) con magnitud de 6.1 grados, con una profundidad de 16.1 kilómetros, y otra réplica a las 03:35 con una magnitud de de 6.3, de 9.3 km”, indicó en su informe el Instituto de Geofísica ecuatoriano (IG).

Estas réplicas hicieron resurgir el temor entre los moradores de algunas de las ciudades más afectadas por el sismo –como Manta, Portoviejo y Pedernales– que aún pernoctan en albergues y en carpas.

El director del IG, Mario Ruiz, dijo que “las réplicas van a continuar”. Según la entidad, hasta el momento se registraron 540 réplicas de diversa magnitud, algunas imperceptibles. El IG indicó que los movimientos de esta madrugada tuvieron su epicentro en el mar, cerca de la costa.

El terremoto del pasado sábado tuvo una magnitud de 7.8 grados y dejó hasta el momento un saldo de 553 fallecidos, 163 personas desaparecidas y 4,605 heridas.

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Buscan rehacer sus vidas.

Los sobrevivientes del terremoto del sábado pasado luchan por rehacer sus vidas desde carpas e improvisados refugios que, en la ciudad de Portoviejo, se construyen en espacios abiertos donde familias enteras han reunido las pertenencias que les quedan.

Camas, armarios e incluso estufas son algunos de los enseres que los ciudadanos de Portoviejo han podido recuperar luego de la tragedia y que ahora conservan en el parque del Cayanbe, donde se reúnen quienes han perdido su casa a apenas unos trescientos metros.

El sismo dejó unos 800 edificios derruidos, 600 edificaciones afectadas, y numerosas carreteras reventadas e infraestructuras colapsadas en zonas turísticas, unos daños que Correa calculó en tres mil millones de dólares, “dos o tres puntos del PIB”. Otro duro golpe para este país ya severamente azotado por la caída del precio del petróleo.

El papa Francisco manifestó de nuevo su cercanía y afecto a los damnificados. “En este idioma que nos une (…) quiero expresar a nuestros hermanos de Ecuador nuestra cercanía y oración en este momento de dolor”.

Temor y hambre avanzan rápido.

Las imágenes de destrucción se repetían a lo largo de los más de 200 kilómetros de litoral afectado por el sismo que azotó el pasado sábado a Ecuador: sobre calles en las que solían levantarse casas, edificios y hoteles, ahora se apilan toneladas y toneladas de escombros.

En Portoviejo, el incólume estadio de futbol sirve de centro de acopio, improvisado mortuorio y de morada para evitar que los lugareños volvieran a pasar la noche a la intemperie por temor a las incesantes réplicas, que ya sumaban 540.

Ayer dos fuertes sismos azotaron nuevamente la zona cero despertando a miles que, despavoridos, salieron de sus casas.

“No te puedes imaginar el susto”, dijo María Quiñónez, de 25 años, mientras esperaba en Pedernales por víveres que, finalmente, no recibió. “¿Otra vez?’ pensé. Salimos corriendo hacia espacio abierto”.

A pesar de todo, el mayor Fernando Ayala, del cuerpo debomberos de Guayaquil, dijo que no tenían reportes de nuevos muertos o heridos tras la última serie de sismos, aunque se produjeron algunos desmoronamientos de estructuras dañadas y algunas carreteras terminaron de cuartearse, lo que complicaba la labor de los rescatistas.

En Pedernales, donde ocho de cada 10 edificios se vinieron abajo con el terremoto, los pobladores seguían rescatando lo poco que quedaba a la vista. Otros, ya empezaban a botar el desmonte con la mente puesta en la reconstrucción.

Muchos pueblos aún no recibían víveres, y algunos damnificados viajaban a otras localidades cercanas para poder conseguir algo de comer, aunque tan sólo fuera una fruta.

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A la vera de la carretera que conecta los pueblos de Pedernales con Cojimíes, tres niños sostenían carteles que rogaban “Comida por favor”.

El secretario de la Administración Pública, Pedro Solines, dijo que la restauración de los pueblos devastados tardará hasta cinco años.

“Estamos pensando en la rehabilitación de las ciudades, que tendrán que ser en otros lugares”, dijo Solines.

Fuente: Excélsior.

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