María Ruiz
El asalto registrado la semana pasada en el Café Cortao, ubicado sobre la calle Independencia, sigue generando reacciones entre las autoridades municipales. Aunque el robo representó una pérdida relativamente menor —tres celulares y más de seis mil pesos—, el hecho ha sido catalogado por el propio alcalde Enrique Galindo Ceballos como un caso “inusual” y con posibles motivaciones psicológicas o simbólicas, incluso hasta un trasfondo intencional para causar temor.
Durante una intervención pública posterior a la Mesa de Paz realizada este lunes, Galindo Ceballos confirmó que el caso ya fue resuelto por la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) del municipio.
“La Secretaría, llevando este ejercicio de compromiso con los ciudadanos, logró ya identificar quiénes robaron en el Café Cortao”, expresó.
Aseguró que se entregó la información completa del caso a la Fiscalía General del Estado, como las identidades de los implicados, sus domicilios, los vehículos que utilizaron, el modus operandi y hasta características personales que permitirán su pronta localización.
Sin embargo, más allá de los avances técnicos en la investigación, el alcalde centró su atención en los aspectos inusuales del crimen.
“Fue un robo bastante inusual, extraño. Nomás voy a dar un dato: uno de los asaltantes llevaba una corbata, como queriendo llamar mucho la atención. No sé si lo han visto. Sombrero, corbata… eso es totalmente inusual”, comentó el alcalde.
Según su análisis, este tipo de comportamiento podría reflejar un deseo explícito de ser reconocido.
“Eso habla de que quiero que me vean, ¿verdad? ¿Cuál sería el trasfondo de esa situación delictiva?… Yo digo que en el mundo criminal también hay fetiches”, reflexionó.
Galindo fue claro en separar esta interpretación del ámbito político.
“No lo voy a poner en el orden político, sino en el orden criminal. Es decir: quiero que me vean. ¿Para qué quiero que me vean? Tiene muchos objetivos. Que me vean, porque quiero ser reconocido como el delincuente de la corbata, ¿no? O sea, son fetiches criminales. Y si hay otros propósitos abajo, pues cuando los detengan lo vamos a saber, pero por lo pronto nosotros ya cumplimos”.
El alcalde también resaltó la diferencia entre el impacto real del delito y la percepción social del mismo.
“Estamos en contacto con el dueño del Café. Él está muy apenado, porque también fue de muy duro impacto lo que sucedió, pero realmente dice: ‘Fue muy poco el daño, pero fue de altísimo impacto’. Ahí es donde se trastoca la percepción. El impacto real, criminal, es muy bajito, pero el impacto emocional, social, es muy alto. Son de los casos que a mí me gusta mucho cuidar”, concluyó.