Sembrando plantas… y consciencia

Alejandro Rubín de Celis

¿Te puedo ayudar, papi? Sí, hijo. Mira, pon tus manos aquí.

Es domingo 20 de julio. Unas 130 personas han llegado al pie del Cerro de Silva, en el ejido El Mezquital, municipio de Villa de Arriaga. El objetivo: sembrar mil 300 ejemplares de  pino, mezquite y nopal, plantas nativas del lugar, para contribuir a mantener el ecosistema en esa zona, que forma parte del Área Natural Protegida de Flora y Fauna  de la Sierra de San Miguelito.

Unos son activistas que pertenecen a colectivos dedicados a proteger el medio ambiente; otros, integrantes del Primer Escuadrón del Octavo Cuerpo de Caballería de Defensas Rurales de la 12ª Zona Militar, quienes, se nota en su actitud, participan por convicción y no por obligación de seguir instrucciones de sus superiores; algunos más son integrantes de dependencias federales como la Semarnat, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, la Secretaría del Bienestar y la Procuraduría Agraria; también hay miembros de la Cooperativa Pascual Boing; y, lo más importante: decenas de  ciudadanas y ciudadanos de a pie, varios acompañados por sus familias (que también le entran a la talacha), preocupados por el cuidado del medio ambiente y dispuestos a hacer lo que esté en sus manos para conservar un pedacito de lo que la naturaleza nos regala.

Picos y palas, mentes y manos listos para comenzar la primera reforestación de este 2025, porque ya otras cinco se llevaron a cabo el año pasado con una participación ciudadana cada vez mayor.

Los encargados de organizar la actividad en el Mezquital, a iniciativa de los Guardianes de la Sierra de San Miguelito y otros colectivos de su tipo, reúnen a  los participantes. Todos atentos a las instrucciones sobre la forma como se debe hacer el trabajo, porque, no es cualquier siembra, se trata de plantar especies nativas y con una técnica especial de acuerdo a las características propias de la tierra en ese lugar (y no como otros que para hacerse propaganda siembran cualquier cosa sin tomar en cuenta aspectos técnicos fundamentales). El ingeniero agroecólogo, Pedro Nájera, enuncia a los participantes las previsiones que deben tomar:

Toda la atención a las instrucciones de los expertos.

“Una de las principales cosas es que la pala o la herramienta la tenemos que traer limpia. Está una compañera por ahí. Trae un aspersor con cloro y agua para, nada más, darle una mojadita a las palas. Eso para evitar mover bacterias, hongos, microorganismos, de un sitio a otro, es parte también de la conservación. Esta vez no sólo vamos a hacer reforestación, también hay que hacer algo de restauración. Nos vamos a apoyar con los compañeros que nos van a estar dirigiendo para ver dónde vamos a estar poniendo las plantas y cómo vamos a estar acomodando piedra o acomodando ciertas cosas para poder detener la erosión, detener el flujo de agua. Esta vez sí vamos a tener que plantar pensando un poquito más allá porque es una zona con pendiente”.             

El sol de verano pega fuerte, pero el ánimo y el entusiasmo son mucho mayores porque habrá de hacerse una labor de gran relevancia. No solo jóvenes y adultos escarban y siembran, también lo hacen niñas y niños, cuyos padres, al llevarlos a tomar parte de esta actividad (en espera de que lo hagan en futuras reforestaciones y que también participen más personas y familias), forman futuros jóvenes y adultos conscientes de la importancia de conservar y defender el medio ambiente.

Sembrando consciencia desde la niñez.

Mujeres y hombres se acercan a las camionetas donde se transportaron las plantas desde la ciudad. Ellas y ellos se las llevan en las manos hasta la zona donde les toca sembrar; otras y otros las suben y las llevan en carretillas para facilitar el traslado.

Estas son las indicaciones que da una experta a uno de los grupos después de hacer el orificio donde se coloca la planta: “al momento de que saquemos la tierra, la que estaba más superficial, más húmeda, va a ser la que va a quedar primero, entonces la separamos, y la que estaba más profunda la hacemos a un lado. Cavamos el  hoyito de la cepa que son 10 centímetros de profundidad y…”.

Irvin Sagaón Arredondo, un ciudadano común, dice que la actividad de reforestar es muy importante porque permite salir de las actividades propias de la vida cotidiana y reconectar con lo que realmente importa, que es la naturaleza. Y añade: “Es muy importante cuidar la naturaleza, y más la Sierra de San Miguelito, porque es el pulmón de la ciudad”.

Amaranta Robledo, del colectivo Morras Ecologistas, Naturistas, Senderistas y Aventureras, dice que hay un interés común de personas y organizaciones como las que acudieron a la reforestación, por cuidar y preservar el Área Natural Protegida, “por la importancia de los servicios que nos brindan” (filtra el agua de lluvia a los mantos acuíferos, purifica el aire, contribuye a mitigar los efectos del cambio climático, y previene las inundaciones, entre muchas otras), y agrega que hay “un interés genuino que compartimos: un gusto por el cuidado del ambiente y por la importancia que sabemos que tiene llevar a cabo estas acciones”.

Por su parte, el joven Pablo Mandujano considera que la actividad en la que participa es “más que nada un evento de conciencia, porque luego la gente que no vive por aquí, sobre todo la gente que vive en la ciudad, vive su vida sin saber qué es lo que está pasando acá afuera, y ya es hora de que la gente salga más, que se dé cuenta de lo que está pasando a su alrededor y que intenten ayudar en la medida de lo posible. Las actividades humanas están afectando en mayor medida de lo que deberían al campo, a la vida silvestre, a la flora y la fauna, y yo creo que ahora más que nunca es importante tener esa conciencia de que no estamos aislados, que todo lo que hacemos tiene su impacto, sobre todo aquí, en estas zonas que son más vulnerables”.

Carretillas para facilitar el traslado de plantas. Foto: cortesía Guardianes de la Sierra de San Miguelito.

Después de dos horas de siembra prácticamente sin parar, salvo para tomar un poco de agua, la actividad se cierra y decenas de personas acuden a comer las gorditas, los sopes y las quesadillas con guisados que prepara para ellas un grupo de mujeres de la localidad.

Se ha terminado la sexta jornada de reforestación. Este año habrá más y pronto se conocerán las fechas de su realización a través de las redes sociales de Guardianes de la Sierra y otros colectivos dedicados a la protección del medio ambiente. Por este día, todas y todos los participantes quedan satisfechos. Misión cumplida.