Texto y fotografías de María Ruiz
Por años, Edith Pérez Rodríguez, presidenta del colectivo Voz y Dignidad por los Nuestros SLP AC, ha cargado con un dolor que no cesa. Este pasado 10 de mayo, mientras otros celebraban, ella organizaba una marcha que encabezó este lunes de la mano de decenas de madres buscadoras para visibilizar la crisis de desapariciones que atraviesa a San Luis Potosí y que ha dejado a cientos de familias rotas.
“Las madres de los desaparecidos andamos desmadradas, hambreadas de justicia por nuestros hijos”, gritó Edith frente al Palacio de Gobierno. No solo les han arrancado a sus hijos: las han convertido en víctimas colaterales de un Estado ausente, que les niega respuestas y las condena a una vida suspendida entre la esperanza y la rabia.
La marcha arrancó puntual, a las once de la mañana. Decenas de mujeres provenientes de todas las regiones del estado se reunieron en la Calzada de Guadalupe. Recorrieron a pie el Centro Histórico hasta plantarse frente al Palacio de Gobierno. Ahí, en la explanada, desplegaron lonas con los rostros de más de 300 personas desaparecidas en San Luis Potosí a lo largo de 14 años.
Cada lona era un grito. Cada fotografía, una pregunta sin respuesta. La alfombra de rostros se extendió como un espejo incómodo que las autoridades no quieren mirar.

En medio de su lucha, las madres fueron señaladas por haber asistido a un concierto de Luis Miguel, invitadas por el propio Gobierno del Estado. La crítica fue feroz: ¿cómo se atreven a distraerse, a cantar, a olvidar su dolor siquiera por unas horas?
Edith lo dejó claro: “¿Acaso las madres que buscan no tienen derecho a distraerse? ¿Estamos condenadas a sufrir por siempre? A veces nos vestimos para distraernos, pero la mayoría nos vestimos de perras, de manos que escarban y sacan cuerpos para llevarlos al SEMEFO, juntando huesitos de lo que pudiera quedar de sus y nuestros hijos”.
Esas palabras resonaron en la plaza de Armas, su dolor no es menos real por un día que se permitan bailar, pero la sociedad las juzga como si las víctimas no tuvieran derecho ni siquiera a un respiro.
Lo que las madres exigen no es compasión, es justicia. Y esa justicia empieza por la creación de una Fiscalía Especializada en Desapariciones, que llevan tres años solicitando sin éxito.

Edith recordó cómo en 2023 presentaron un proyecto formal para crearla; les prometieron presupuesto para este año, pero todo ha quedado en palabras vacías.
“Ese diputado José Luis Fernández al que le dicen el Chiquis —ese mentiroso— nos prometió que presentaría el acuerdo al Congreso. Se largó y nunca cumplió”, denunció.
Mientras tanto, las desapariciones no paran. Las fosas clandestinas se multiplican y siguen sin procesarse, porque en todo el estado apenas hay un arqueólogo y un antropólogo forense.
“Imagínense, una fosa que se encontró en Charcas hace dos años todavía no la han procesado. ¿Por qué? Porque no hay personal y los que van, hacen mal su trabajo”, explicó.

Hoy desaparecen diez personas por semana en San Luis Potosí. De esas, apenas dos o tres son localizadas.
“Las cifras se han disparado en un 300 por ciento desde 2018, pero seguimos sin la Fiscalía que necesitamos”, sentenció Edith.
La otra cara de esta tragedia es la indiferencia del Congreso del Estado. Edith denunció que, pese a sus esfuerzos, los legisladores han evadido su responsabilidad. Narró cómo el diputado Cuauhtli Fernando Badillo Moreno le prometió atender el tema, pero después dejó de contestar sus llamadas.
“Ahora quiere venir a decir que nos apoya, pero ya no queremos sus promesas, queremos fechas; nos dijeron 2025, no vamos a aceptar 2026. Ya basta”, exigió ante los presentes.

El subsecretario de Derechos Humanos del Gobierno del Estado, Jorge Vega Arroyo, ni siquiera pudo emitir un posicionamiento. Delegó su responsabilidad al diputado Luis Fernando Gámez Macías, quien intentó mostrarse solidario, pero sus palabras solo encendieron más la indignación.
“¿Quién puede entender la desaparición de un hijo más que quien lo parió, crió y amó?”, cuestionaron las madres. No quieren que les digan que “empatizan”, quieren que legislen, quieren la Fiscalía especializada ya.
Cuando las madres ofrecieron prendedores en forma de corazones rotos como símbolo de compromiso, varias se negaron a entregarlos al diputado. No creen en las promesas de ningún partido.
La madre de Édgar Hernández Escobar, desaparecido en 2023, fue contundente:
“No hace falta que empatice con nosotras. Con que haga su trabajo es suficiente, que legisle para generar condiciones que nos beneficien como víctimas”.

Otra madre, la de Emir Yuriel —localizado sin vida en una fosa clandestina en Rioverde hace pocas semanas— exigió que los diputados se ensucien las manos y las acompañen a las búsquedas.
“Que vivan de cerca este dolor que flagela a todo el territorio mexicano”, demandó.
Antes de cerrar la jornada, Edith volvió a hacer la pregunta que ninguna autoridad ha respondido:
“¿Dónde están? ¿Dónde están aquellas rosas que nos acompañaron nuestros días de la madre de años, decenas de años pasados? No figuran ni en las cifras ni en las acciones de gobierno. Todo sigue sin cumplirse, llevamos años esperando”.

Cerró con un mensaje directo: “Del Estado hemos visto acciones institucionales, sí. Pero nunca son suficientes mientras haya una sola persona desaparecida sin respuesta”.
Las madres se retiraron de la explanada, pero su lucha quedó ahí, plantada como las lonas con los rostros de sus hijos. Porque mientras no regresen, seguirán “desmadradas”, sí, pero también de pie y con dignidad.