Por Victoriano Martínez
Cuando se trata de garantizar la seguridad a la población, la responsabilidad de la autoridad se ve desde dos perspectivas: el combate a la impunidad que repercuta en desincentivar a los delincuentes y la prevención que evite que se den las condiciones para la comisión de los delitos.
Desafortunadamente, en ambos casos la acción gubernamental se percibe con deficiencias tales que rayan en la sospecha de complicidad con la propia delincuencia. Una situación histórica que abre paso a la desconfianza de la población hacia las corporaciones tanto de procuración de justicia como de carácter preventivo.
Una desconfianza que obliga a las fiscalías a realizar campañas a favor de la cultura de la denuncia que, el inmenso índice de casos denunciados que quedan en la impunidad, las coloca a ellas mismas como las principales promotoras de una contra campaña.
A pesar de eso, el número de delitos denunciados es preocupantemente alto, pero más preocupante es que la realidad que queda oculta en las cifras negras pueda tener un crecimiento proporcional a esa desconfianza que genera la proliferación de casos en la impunidad y las deficiencias en las medidas de prevención.
El delito de extorsión no es de los que tienen mayor incidencia, pero sí de los que provocan mayor temor y angustia entre la población por las condiciones en que puede darse, al incluir agresiones verbales e intimidación.
Yolanda Josefina Cepeda Echavarría, presidenta del Congreso del Estado, informó que al menos cinco diputados y personal administrativo han sido víctimas de intentos de extorsión.
No es algo que sea exclusivo de ellos como parte de una burocracia dorada que cuenta con altos ingresos. Es común que haya familias que detectan que sus integrantes que han recibido ese tipo de llamadas telefónicas les llegan en el orden en que aparecen en los viejos directorios telefónicos que distribuía Telmex.
Leyenda urbana o hecho real, los números telefónicos que aparecen en el identificador de llamadas en esos casos suelen ser reportados como operados desde algún reclusorio.
Leyenda urbana o hecho real, esta semana la Vocería de Seguridad Pública del gobierno del Estado inició de la manera más desafortunada una campaña para prevenir la difusión de imágenes que generen temor entre la población para “no seguirle el juego a la delincuencia”, que incluyó una revelación que abre la posibilidad de aclarar el origen de las llamadas de extorsión.
“Contamos con la tecnología para rastrear blogs, perfiles, sitios Web y números telefónicos, y así ubicar desde dónde se envía este tipo de material. En cada hecho detectado se iniciará una investigación y, en su caso, se aplicarán responsabilidades. Estas malas prácticas podrían ponerte en riesgo”, advirtió esta misma semana en un video Miguel Gallegos, titular de la Vocería de Seguridad Pública.
Independientemente del tono intimidatorio, especialmente para sitios Web con fines informativos, el mensaje que debió ser de concientización, anuló su carácter preventivo para alimentar la desconfianza ciudadana que de por sí es difícil de remontar.
Si le informan a la población que cuentan con tecnología para espiarla y que en caso de detectar la difusión de imágenes que ellos consideran delito se investigará y se aplicarán responsabilidades, ¿por qué no aplicar esa tecnología para detectar las llamadas de extorsión y además de prevenir éstas con recomendaciones, también las investigan y aplican responsabilidades?
Lo que presentan como una campaña de prevención, en los hechos se vuelve una revelación más de un desenfoque en el uso de los instrumentos que tienen a la mano para garantizar seguridad en el que, por proyectar una fallida imagen positiva de agentes preventivos del delito, exhiben que no trabajan como debieran en detectar a los delincuentes y perseguirlos.
¿O porqué prefieren espiar blogs, perfiles, sitios Web y números telefónicos, con todas las violaciones a derechos humanos que hacerlo implica, en lugar de enfocarse en detectar las llamadas de extorsión y no sólo anularlas, sino hasta ubicar y atrapar a los responsables?
