Una jornada de memoria colectiva para recordar a Juan Carlos Ruiz Guadalajara

José de Jesús Ortiz

Fue una larga jornada de diálogo y recuerdos, un ejercicio de memoria colectiva de amigos, colegas, discípulos. Una lucha contra el olvido para mantener vivo el legado y la obra del historiador Juan Carlos Ruiz Guadalajara, de quien este viernes se conmemoró un año de su fallecimiento.  

Fue también, de algún modo, una manera de expresar que su obra intelectual no ha concluido y para asumir el inicio de nuevos proyectos como expresaron algunos de los participantes en el homenaje denominado Historia, Paz y Justicia Social, efectuado este viernes en el Teatro Calderón, de la Ciudad de Zacatecas.

Un evento emotivo en el que amigos y colegas se reconocieron en la figura de quien combinó el trabajo académico con el activismo y el apoyo a diversas luchas sociales y procesos de resistencia librados en el territorio nacional en las últimas décadas, frente a las políticas de saqueo desde arriba en beneficio de unos cuantos.

Fue también una jornada de memoria en que  sus colegas —muchos de ellos parte de la Red Columnaria, integrada por especialistas de diversos países y enfocada al estudio de las fronteras de las monarquías ibéricas— expresaron el compromiso para recuperar algunos de los trabajos centrales del investigador del Colegio de San Luis, fallecido el 29 de agosto del año anterior a consecuencia de la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), enfermedad que lo aquejó desde 2020 y que enfrentó hasta el final, íntegro, con la mente lúcida.  

Rector electo de la Universidad Autónoma de Zacatecas, Ángel Román Gutiérrez, diría al inicio de la larga jornada de este viernes que Ruiz Guadalajara —su compañero y amigo desde que estudiaban en el Colegio de Michoacán— fue un estudiante brillante y “el modelo de investigador y de activista que siempre ayudó y se solidarizó, fue una persona generosa que nunca se movió por intereses”; o las palabras del historiador canadiense Daviken Studnicki-Gizbert, de la Universidad McGill de Montreal, cercano hasta el final, quien diría que para Juan Carlos “la investigación histórica, por imperfecta, parcial y difícil que sea, debía servir como medio para comprender a las personas del pasado en sus propios términos”; Manuel Nava Calvillo agregaría que su trabajo demuestra “que es posible y necesario tender puentes entre la academia y el activismo, entre la reflexión profunda y la acción concreta”.

Nacido en la Ciudad de México en diciembre de 1963, Juan Carlos Ruiz Guadalajara estudió la licenciatura en la UNAM, una institución y una escuela de politización a la que le debía todo como lo reconocía. Hizo la maestría en Historia en el Colegio de Michoacán y cursó el programa de doctorado en Ciencias Sociales con especialidad en Historia en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social de Occidente (CIESAS). Ahí coincidió, en el mismo programa doctoral, con la historiadora Isabel Monroy, presente en el homenaje. Desde 2001, fue profesor investigador del Colegio de San Luis, donde formó decenas de investigadores, y casi desde su llegada a San Luis comenzó a involucrarse con el caso de Cerro de San Pedro, asediado por la Minera San Xavier, de capital canadiense. Ese rasgo de compromiso social fue destacado por la mayoría de los participantes en el evento de este viernes.

En la primera mesa del evento, don Jesús González Schmal, abogado y exdiputado federal quien mantuvo siempre una postura solidaria en la defensa de Cerro de San Pedro, recordó su relación con Ruiz Guadalajara: “me hizo estar a su lado cuando defendíamos a San Luis Potosí ante la depredación que se estaba haciendo por la Minera San Xavier, tuvimos plantones, participamos con la gente de la localidad y de alguna manera se logró que disminuyera el daño ecológico en San Luis”.  También, consideró que tenía una particularidad: “era un pensador, un historiador, pero ante todo un ciudadano comprometido, intransigente con las desviaciones en el ejercicio del poder y la mentira”.

Coordinador de la sección de opinión del periódico La Jornada, en el que Ruiz Guadalajara colaboró como articulista desde 2012, Luis Hernández Navarro dijo que sus análisis siempre eran urgentes y destacó no solo su rigor académico sino su apoyo a múltiples luchas.

“Su trabajo académico profesional, su compromiso político con los movimientos socioambientales en defensa del territorio, contra los megaproyectos, a favor de la causa indígena y la difusión y puesta en práctica del pacifismo gandhiano, son ejemplares”.

Por su parte, el historiador Pedro Salmerón agradeció la invitación al evento, recordó que conoció a Juan Carlos Ruiz Guadalajara en las reuniones del Consejo Consultivo Nacional de Morena en las que era frecuente verlo tomar la palabra para denunciar la depredación y el despojo causado por la minería a cielo abierto, como en Cerro de San Pedro.  Recuperó sobre todo su importancia como historiador del periodo novohispano, particularmente del Bajío con su trabajo Dolores antes de la Independencia: Microhistoria del altar de la patria.

“Si los historiadores nos involucráramos con la gente, con los problemas del presente como él lo hizo, otra muy distinta serían la academia y la historiografía mexicanas, pero también otro —y mejor— sería el país”.

Sonia Deotto, compañera de vida de Juan Carlos y artífice principal del homenaje, agradeció las muestras de afecto y la presencia de los participantes en el evento realizado en Zacatecas, muchos a distancia, enlazados a través de videoconferencia, que lo siguieron a través de la transmisión en redes sociales que hizo la Universidad sede.

Expuso el acercamiento que tuvo en sus últimos años con el pensamiento gandhiano y el impacto que le generó conocer la India:

“Su aterrizaje en el subcontinente empezó con nuestro matrimonio, me tocó conocer a un Juan Carlos explorador de un mundo complejo y en tensión permanente que sin duda lo ha sacudido y transformado. Más de una vez lo escuché confesar a los activistas gandhianos indios el impacto que le causaba la no violencia como instrumento de lucha, después de haber considerado la posibilidad de poner bombas para derrotar a una empresa minera”.

Juana Salas, Sonia Deotto y Manuel Nava Calvillo. Tomada de la página del Colsan.

Antes, Manuel Nava Calvillo consideró que Ruiz Guadalajara encarnó la figura de un intelectual público comprometido con los problemas sociales de su tiempo:

“Fue un historiador riguroso que nunca se refugió en una torre de marfil, sino que utilizó el conocimiento como una herramienta de intervención directa en las realidades más apremiantes de México… su activismo no se limitó a la escritura, participó activamente en foros, debates y manifestaciones acompañando los movimientos sociales en sus demandas, su involucramiento en la defensa del territorio potosino lo convirtió en un referente moral e intelectual para activistas y ciudadanos. Su voz resuena como un llamado a no ser indiferentes, a estudiar para comprender y a comprender para luchar”.

Recuperar su obra

El homenaje Historia, Paz y Justicia Social se efectuó este viernes en el Teatro Calderón, a través del auspicio de la Universidad Autónoma Zacatecas y de otras instituciones como el Colegio de San Luis y el movimiento pacifista OraWorld Mandala, con las que Juan Carlos Ruiz Guadalajara realizó trabajo de investigación particularmente relacionado con una de sus principales áreas de estudio a través del llamado Nodo América Hispánica Septentrional que fundó en la Red Columnaria, integrada por especialistas de diversas partes del mundo.

Ahí, Juana Salas Hernández, investigadora de la Universidad de Zacatecas y parte de la citada red de investigación, expresó que ese evento era el inicio de otros proyectos: “uno serán las memorias de este homenaje, otro será una revisión historiográfica de la obra de Juan Carlos y uno más, que le debemos, es el libro de las jornadas de historia ambiental de la Red Columnaria celebradas en 2022, fue el último evento académico público en el que él estuvo y fue aquí en Zacatecas”.

En sentido similar se expresó David Vázquez Salguero, actual presidente del Colegio de San Luis, quien llamó a recuperar su trabajo, particularmente el libro ya agotado Dolores antes de la Independencia: Microhistoria del altar de la patria, editado en 2004 por el Colegio de Michoacán: “me gustaría expresar nuestro interés por reeditar su obra sobre Dolores, ojalá que pudiera formarse un equipo para que esto sea posible”. Destacó el compromiso que mantuvo Ruiz Guadalajara con su trabajo en el Colsan, pese al avance inexorable de su enfermedad, solicitando su derecho al trabajo y cumpliendo puntual con la entrega de su informe de actividades en su último año sabático, que entregó en agosto de 2024, pocos días antes de fallecer.

En su turno, en una emotiva intervención, la historiadora Isabel Monroy, expresidenta del Colegio de San Luis, recordó que conoció a Juan Carlos a finales de la década de 1990 cuando ambos cursaban el programa de doctorado en historia en el CIESAS. Señaló que, posteriormente, ya integrado al Programa de Historia del Colegio de San Luis, “siempre se distinguió por ser un investigador de gran calidad y un excelente maestro… tenía una mente aguda y un espíritu crítico e inquieto”. 

También, consideró que enseñaba a sus alumnos a pensar en términos históricos y a entender el pasado desde una perspectiva global. Se le quebró la voz al recordar uno de los últimos correos electrónicos que recibió de él, en marzo de 2023, ya con la enfermedad avanzada: “sigo vivo y activo, aunque cada vez con menos movilidad. Estoy buscando alternativas de comunicación antes de quedar aislado en mi propio cuerpo”, le escribió.  “Además de ser un muy buen amigo, fue como una centella brillante y fugaz”, concluyó emocionada su intervención.

Actual abogada general de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Urenda Queletzú Navarro Sánchez dijo en la misma mesa que Juan Carlos Ruiz no solo fue su amigo y director de tesis en la maestría en historia en el Colegio de San Luis: “se convirtió en mi padre por elección”.  Fue quien la acercó a diversos procesos de defensa del territorio y le mostró “la necesidad de contribuir a una comunidad desde otros horizontes y desde una academia que no puede estar cerrada y solamente percibiéndose a sí misma, sino desde una academia militante”.

A la distancia, por videollamada, Daviken Studnicki-Gizbert, de la Universidad McGill, de Montreal, especialista en historia ambiental, expuso que Juan Carlos Ruiz Guadalajara “no creía en la Revolución, como historiador era escéptico ante una política ligada al utopismo, su rebeldía era más bien una insurgencia moral, insistía en la verdad y sentía un desprecio especial por la corrupción”.

Autor del libro Las tres muertes de Cerro de San Pedro, Daviken desempeñó un papel determinante al llevar a Canadá (junto al abogado Enrique Rivera Sierra, ya exiliado en ese país ante el clima de represión a nivel local) la defensa de Cerro de San Pedro y la denuncia de otras regiones afectadas por la minería de tajo a cielo abierto de empresas de ese país.  “Para Juan Carlos era imperativo que como historiadores transmitiéramos sus actos y sus vidas con verdad ¿y qué significa esto? para él significaba que nuestros antepasados no debían ser instrumentalizados por las agendas teóricas o políticas  o de la política contemporánea”, advirtió.

En el homenaje participaron historiadores de diversos países como José Javier Ruiz Ibáñez, de la Universidad de Murcia, España, quien sostuvo que Ruiz Guadalajara estaría aterrorizado si se le quisiera convertir en un personaje “y ponerle una serie de etiquetas”, era —puntualizó— una persona con un infinito amor a la historia y fue uno de los historiadores más significativos de su generación. “Es un gran modernizador de la historiografía mexicana y de los mundos ibéricos”; además, participó también el profesor Bernard Vincent, de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales, de París, quien advirtió que, en alguna de sus visitas a México y a San Luis, pudo constar la doble faceta de Juan Carlos: el historiador y el militante, aunque a su juicio en ningún momento el militante superó al historiador.

Entre otras y otros participantes, estuvieron también Gaetano Sabatini, de la Università degli Studi Roma Tre; Óscar Mazín, de la Academia Mexicana de Historia; Graciela Ruiz, de la Universidad de Guanajuato; Michelle Mondragón, una de sus múltiples alumnas; Margil de Jesús Canizales, de la Universidad Autónoma de Zacatecas; y Valentina Garza Martínez, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social.

La larga jornada Historia, Paz y Justicia Social terminó cerca de las seis de la tarde con la proyección de un documento audiovisual en el que algunos discípulos y colegas expresaron un testimonio de lo que significó para ellos Juan Carlos Ruiz Guadalajara como historiador y amigo. Concluyó poco después de las siete de la noche con una ofrenda, un mandala, en el cerro de La Bufa.