María Ruiz
La directora de la Instancia de las Mujeres de la capital, Martha Orta Rodríguez, advirtió que, según datos compartidos por la Red Interamericana de Refugios, una mujer puede solicitar apoyo hasta en nueve ocasiones antes de decidir romper definitivamente el ciclo de violencia y emprender un proceso legal o familiar.
Orta expuso que esta cifra, respaldada por estadísticas nacionales e internacionales, revela la complejidad emocional, económica y social que enfrentan las víctimas.
“Está comprobado que para que una mujer desactive el ciclo de violencia, es decir, decida iniciar un proceso penal o incluso uno familiar como el divorcio, puede pedir apoyo hasta nueve veces”, explicó.
La funcionaria destacó que este comportamiento no es un signo de indecisión, sino un reflejo del contexto al que se enfrentan muchas mujeres.
“Cuando ellas ya toman la decisión, es muy probable que sus redes familiares estén rotas, que ya no tengan quién les crea o las respalde”, señaló.
Orta recordó que los refugios para mujeres en situación de violencia suelen ser el último eslabón de protección, pues ahí llegan quienes ya han agotado todos sus apoyos personales y familiares.
“Todos sabemos que los refugios son estos lugares donde llegan ya como última opción, porque ya rompieron todas sus redes personales”, dijo.
La directora subrayó la importancia de que todas las instituciones se mantengan alertas y cercanas a las mujeres que piden ayuda, incluso cuando no toman una decisión inmediata de denunciar.
“Es fundamental que las autoridades estemos muy al pendiente. Cada solicitud de apoyo puede ser la antesala de una decisión definitiva”.
Orta reiteró el llamado a fortalecer tanto las redes familiares como las institucionales para acompañar a quienes atraviesan por episodios de violencia.
“El primer paso para desactivar la violencia es hablar y pedir ayuda. Por eso debemos trabajar para que cada vez que una mujer busque apoyo, encuentre puertas abiertas”.
La funcionaria insistió en que comprender estas nueve solicitudes como parte del proceso es clave para no revictimizar y para diseñar políticas públicas sensibles, humanas y sostenidas en el tiempo.





