Ek Socheata, conocida artísticamente como Sasa, desató una de las mayores reacciones de la sociedad camboyana en contra de la impunidad y la violencia contra la mujer tras sufrir una brutal paliza a manos de un poderoso magnate.
El video de la agresión que recogieron cámaras de seguridad y que la víctima subió a una red social movilizó hasta al primer ministro, Hun Sen, algo excepcional en Camboya.
Casi un mes después del asalto, Sasa se muestra relajada en la tienda de su propiedad cercana a la ribera del Mekong en Phnom Penh, y asegura que, aunque su cuerpo ya no muestra signos de violencia, aún le cuesta dormir y se siente “en un lugar muy oscuro”.
La figura televisiva contó cómo ocurrieron los eventos que terminaron con el arresto del empresario Sok Bun, que actualmente se enfrenta a una condena de hasta cinco años de cárcel tras declararse culpable de agresión.
“Antes del incidente, una amiga japonesa me contó que un hombre rico, un tal Bun, había tratado de violarla, pero prefirió mantenerse callada porque tiene un restaurante y quería estar a salvo”, relata la ex presentadora.
Después de este supuesto incidente, las cámaras de seguridad de un restaurante captaron el dos de julio como el empresario intenta llevarse a la fuerza a la mujer japonesa, que se encontraba visiblemente ebria, mientras descansaba junto a Sasa.
“Decía que no quería irse, que quería dormir allí. Cinco veces intento cogerla del brazo, hasta que me dijo: no quiero irme, por favor ayúdame”, cuenta la celebridad camboyana.
Sok Bun se marcha pero vuelve a los pocos minutos acompañado de su guardaespaldas, quien discute con Sasa, ella le lanza su teléfono móvil y el empresario interviene agrediéndola de forma salvaje, propinándola puñetazos, patadas y arrastrándola por el suelo del local “como si fuese una pelota”.
Durante la embestida, el guardaespaldas mantiene una pistola desenfundada que apunta a la mujer mientras recibe los golpes.
Hasta este momento, este podría haber sido un caso más de la impunidad de que goza la élite empresarial y política del país, que en la mayoría de ocasiones no asume responsabilidades por sus crímenes, compra su libertad o evade órdenes de arresto que son ineficaces durante años.
Lok Malin, jefa de un programa contra la violencia contra la mujer de la ONG Asia Fundation, asegura que este caso es una excepción porque se ha hecho justicia y demuestra que existe preocupación en la sociedad acerca de las agresiones a mujeres.
“Debido a que el responsable es de la élite, las personas empezaron a mostrar aún más indignación por encima de la violencia machista porque pensaban que el infractor se libraría de la ley como siempre”, opinó Malin.
Sasa, que rehusó aceptar dinero fuera de los tribunales como compensación, asume que en la cultura camboyana la violencia contra la mujer “se tolera fuera de la ciudad” si es “algo esporádico y pequeño”, pero dice que en su caso “si alguien me toca va a haber un problema”.
El punto de inflexión en su caso fue el uso de las redes sociales, a las que Sasa acudió al ver que este no avanzaba por la vía policial.
“A las tres horas de poner la denuncia, un policía de 3 estrellas (teniente general) me llamó y me dijo que dejase de protestar y que entregase el vídeo. Le dije que se lo daba para que lo mirase bien, pero que me quedaba con una copia,” reveló la expresentadora.
Fue entonces, al ver que las presiones externas dejaban la investigación en punto muerto, cuando se reunió con sus familiares y decidió publicar el vídeo de la agresión y las fotos de las lesiones que sufrió.
En Camboya, donde el 60 por ciento de la sociedad tiene menos de 30 años y cuatro de cada cinco personas viven en zonas rurales, la rápida penetración de los teléfonos inteligentes ha permitido el uso de internet como herramienta de denuncia social.
Casi la mitad de los camboyanos entre 15 y 25 años se conectan a internet y tres de cada 10 lo hacen a través de su teléfono, según un informe de Usaid y Asia Fundation.
Debido a la creciente presión popular, el primer ministro Hun Sen se sumó a las críticas contra el magnate el 16 de julio y le advirtió públicamente: “no creas que porque tienes dinero puedes escapar”.
Tan solo dos días después, Sok Bun se entregaba en el aeropuerto de Phnom Penh tras regresar de Singapur y se declaraba culpable de los cargos, aunque su guardaespaldas aún no ha sido detenido.
Al ser preguntada si su posición ha influenciado en el resultado de su caso (su padre pertenece a la elite empresarial), Sasa destaca que lo importante es “hablar alto y fuerte, ya que el dinero por sí mismo no puede conseguir justicia”.
Excélsior