Ciudad de México (30 de noviembre de 2015).- “Nos ayuda a ser delincuentes y vamos a robarte”, así lo afirma Francisco, un devoto de San Judas Tadeo que en una mano carga la estatua de cerámica del santo, y en la otra, un trapo mojado con cemento líquido.
Entre los miles de fieles que visitan el templo de San Hipólito de la Ciudad de México, se encuentran los que reconocen pedirle a “San Juditas” que los ayude a salir ilesos y quedar impunes en sus robos, mientras que otros aprovechan la celebración para buscar pareja.
Grupos de jóvenes de diferentes partes de la zona metropolitana de la Ciudad de México, acuden al templo los días 28 de cada mes. Como si fuera un ritual, sea lunes, miércoles o cualquier otro día de la semana, interrumpen sus actividades para venerarlo y armar el “San Judas Fest”, una convivencia a las afueras del templo donde algunos platican, inhalan “mona”, escuchan música y hasta ligan.
San Judas, el santo de los imposibles, también ha dado cabida a estos jóvenes, que sea para robar, drogarse o sólo para “acompañar a la banda”, se acercan a rezarle, con la imagen en una mano, y la actitud en la otra.
No hay pudor ni límite, el tiner debajo de la manga, y al metro, desde bien temprano, aunque uno se queja de que “muchos vienen por el relajo y no por fe”.
La Yurico dice que muchos llegan sólo para hacer desastre, y va acompañada de su banda, Los Pariseros, desde Cuatitlán; también están los que vienen de Ciudad Lago, “de ahí por Neza”, que ellos sí llegan por fe y se sorprenden de ver tanto joven.
¿Quién le pide a San Judas Tadeo?
“Puras finísimas personas… ¡Puro artista!”, y se escuchan las carcajadas.
Fuente: Publímetro.