Vivir de la amapola en Guerrero: “No somos delincuentes”

 

Guerrero, México (05 de mayo de 2016).- El cultivador mantiene en su memoria todo el ciclo que lleva la amapola hasta ser goma de opio. Tiene 64 años. Durante toda su vida, las plantas moradas, blancas y rosas han crecido y muerto en su pueblo natal, uno de los mil 280 en la sierra de Guerrero que se dedica a la siembra de enervantes.

Hace seis años retomó la actividad; antes trabajó como chofer, fue indocumentado en Arizona, sembró durazno, maíz y frijol.

No es fácil cuando tienes 10 hijos y la obligación de calzarlos, vestirlos y darles de comer rebasa tus ingresos. El cultivador, cuyas grietas en las manos prueban su trabajo en el campo, conoce desde niño las flores, ha rallado los bulbos y visto el jugoso opio que para él representa 13 mil pesos cada cuatro meses, si bien le va.

En el jardín de su casa, mitad madera, mitad tabique, el cultivador platica que les pagan hasta 13 mil pesos por kilo de goma de opio, pero, la ganancia no es neta, al menos 30% ya lo deben por los gastos de la siembra.

La amapola no es un gran negocio para el cultivador, reitera Arturo López Torres, comisario de la comunidad de Los Filos en Leonardo Bravo, “es el peón del peón”, dice, y añade: “Los campesinos cultivan, gente de fuera de los pueblos acopia, otros procesan y otros más, que ni siquiera ubican, lo venden. El campesino de la sierra siembra en tierras de uso común porque es un extra. Nadie planta más de una hectárea porque es muy costoso”, explica.

Comenta que a la planta se le tiene que invertir en fertilizantes y pago a peones, además “es muy riesgoso sembrar amapola, te puede cachar el plantío el boludo [como llaman los habitantes al helicóptero del Ejército que sobrevuela sus parcelas y las fumiga]” y los campesinos se quedan con la deuda de lo invertido.

El cultivador fue chofer de una ruta de su comunidad durante 23 años; trabajó cuanto pudo para que sus hijos tuvieran mejor destino. Lo logró. De los 10, sólo uno, de oficio albañil, siembra con él amapola; al igual que el campesino, todos sus hijos nacieron en la Sierra Madre del Sur que pasa por Guerrero.

En esta zona, la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) admite que hay problemas de inseguridad, sobre todo por la pugna de grupos de la delincuencia organizada.

La Sierra de Guerrero se conforma por las partes altas de Eduardo Neri, Leonardo Bravo y Heliodoro Castillo; San Miguel Totolapan, Coyuca de Catalán, Pungarabato, Arcelia, municipios de la Tierra Caliente; Atoyac, Petatlán, Coyuca de Benítez, Zihuatanejo, La Unión y Tecpan de Galeana, en la Costa Grande del estado.

En toda la región ha habido promesas de múltiples proyectos que a la fecha no llegan. La gente ha dicho “cambio la amapola por otros proyectos, pero no ha habido nada”. Hace dos años, la SSP preparó a 200 agentes y los hizo parte de la Policía Rural para que cuidaran sus comunidades; 60 se dieron de baja y la dependencia no ha activado ese número de vacantes.

Nuestro guía ya no se acuerda cuántas veces llevó a la Comisaría de su pueblo sus documentos para que lo apoyaran con un proyecto productivo de los que otorgan dependencias como la Secretaría de Economía, como la cría de marranos, pero nunca ha tenido uno. En la misma condición están muchos de sus vecinos, dice.

Fuente: El Universal.

Redes Sociales

Noticias por WhatsApp

Recibe nuestras notas directo en tu WhatsApp

Notas Relacionadas

Más Vistas

Skip to content