María Ruiz
Durante años se creyó que en San Luis Potosí la bicicleta era un pasatiempo. El reciente conteo ciclista lo desmiente con datos, rostros y trayectos: más de nueve mil viajes registrados en apenas dos días revelan que la bici es un medio de transporte diario.
Lejos de ser una práctica dominical o deportiva, la bicicleta sostiene silenciosamente parte de la movilidad urbana potosina.
El 28 y 29 de abril, voluntarios y colectivos ciudadanos realizaron un conteo ciclista que evidenció una realidad a la que las autoridades estatales y municipales han dado la espalda: San Luis Potosí es una ciudad ciclista, sin infraestructura ciclista.
Organizado por Estrategia Misión Cero y la Coalición Movilidad Segura SLP, con la colaboración de colectivos como Derechos Urbanos, Pedaleando SLP, La Rila Mx, Irreverentes Club de Ciclismo, Sobre Ruedas, entre otros, el conteo reunió a más de 60 voluntarios para observar y registrar quién, cómo y para qué se usa la bicicleta en la ciudad.
“Queremos desmentir el mito de que la bici es sólo para hacer ejercicio”, señaló Josué Rodríguez Santiago, uno de los coordinadores.
“La mayoría de las personas que vimos usan la bici porque la necesitan: para trabajar, para estudiar, para llevar a sus hijos”.
La medición se realizó en siete cruceros clave de la ciudad —como Fray Diego de la Magdalena con López Mateos o Carranza con Reforma— en cuatro horarios durante dos días. Se tomaron datos como género, edad, motivo del viaje, tipo de bicicleta y número de pasajeros.
El dato más contundente fue el de los 9 mil 099 trayectos ciclistas contabilizados en dos días. De esos, 7 mil 742 fueron viajes cotidianos, es decir, traslados al trabajo, la escuela o actividades domésticas. Lo cual apunta a que el 85 por ciento de los viajes ciclistas contabilizados, corresponden a viajes que soportan la movilidad diaria de dichos potosinos.
Apenas una pequeña fracción fue identificada como recreativa o deportiva.
El cruce con mayor flujo fue el de Fray Diego de la Magdalena con Adolfo López Mateos, lo que refuerza una constante: los barrios populares del norte y oriente de la ciudad concentran un uso ciclista activo y constante, aunque carecen de infraestructura vial segura.
“Esta información nos sirve para exigir infraestructura donde realmente hace falta”, explicó Ivonne Aguayo, integrante de la coalición. “No se trata de pintar ciclovías en zonas residenciales de alta renta, sino de cuidar a quienes ya pedalean sin ninguna protección”.
Brecha de género sobre dos ruedas
El conteo también evidenció una enorme brecha de género: solo el 7.5 por ciento de los viajes fueron realizados por mujeres. En zonas como la avenida Industrias o el eje 114, la presencia femenina fue casi nula.
“Muchas mujeres que vimos viajaban acompañadas de niños o niñas, y casi ninguna lo hacía sola, esto no es casual: la ciudad es hostil para las mujeres ciclistas. No hay seguridad, no hay infraestructura, y no hay garantías”, explicó Aguayo.
El patrón se repite: donde hay más acompañamiento, donde hay trayectos escolares o de cuidado, aumenta ligeramente la presencia femenina. La movilidad del cuidado —llevar y recoger infancias, hacer compras, visitas médicas— se realiza en bicicleta cuando no hay alternativa, pero rara vez bajo condiciones seguras.
Los adultos pedalean, las infancias no
Otro dato revelador: el grupo de edad con más viajes ciclistas fue el de 30 a 59 años, con el 57.3 por ciento del total. En contraste, los niños, niñas y adolescentes apenas aparecieron en el conteo.
La edad no es sólo un dato demográfico, sino una señal de riesgo percibido.
“Las infancias no están en las calles, porque sus familias no las sueltan a pedalear solas. Y no las sueltan porque no hay garantías de que lleguen vivas”, sentenció Víctor Hernández, también parte de la coordinación del conteo.
En los pocos casos registrados de menores de edad, la mayoría iban acompañados por un adulto, casi siempre una mujer, en bicicletas adaptadas o improvisadas para llevar carga humana.
Mientras los gobiernos locales debaten presupuestos y prioridades, la bicicleta ya es una solución viva, activa y diaria a los problemas de transporte. Pero lo hace sin redes ciclistas, sin señalización, sin seguridad vial y sin políticas públicas de largo plazo.
“Lo que estamos viendo es que no necesitamos convencer a la gente de usar la bici. Ya lo hacen. Lo que hace falta es que el gobierno los vea, los respete y los proteja”, afirmó Hernández.
El conteo forma parte de una estrategia nacional impulsada por Misión Cero, que ha replicado este tipo de ejercicios en al menos diez estados. La meta: producir datos ciudadanos que puedan respaldar exigencias de infraestructura real.
¿Y ahora qué?
Los resultados completos se presentarán en agosto, junto con una encuesta de percepción ciclista que ya recogió cientos de respuestas.
Mientras tanto, los organizadores del conteo insisten en algo simple, pero profundo: la bicicleta ya forma parte del sistema de movilidad de San Luis Potosí, aunque el gobierno aún no lo reconozca.
“Las personas ya se están moviendo en bici. No por moda, sino por necesidad. Lo que necesitamos es una ciudad que lo entienda, que lo respalde y que no los deje morir en el intento”, concluyó Aguayo.