A 30 años de la quema del Palacio Municipal

Por Victoriano Martínez

La puerta principal del Palacio Municipal está por cumplir 30 años. Un día como hoy, su antecesora fue consumida por el fuego, tras los actos de represión que el régimen priísta orquestó en contra de manifestaciones navistas que protestaban por el fraude electoral en las elecciones del 1 de diciembre de 1985.

Aquel 1 de enero de 1986, Guillermo Medina de los Santos encabezó un doble madruguete: adelantó su toma de protesta como alcalde a las ocho de la mañana, para evitar enfrentar el rechazo de los seguidores de Guillermo Pizzuto, el candidato que representó al navismo en la contienda.

Un día antes, en el kiosko de la Plaza de Armas, Salomón H. Rangel, quien fuera candidato a la gubernatura, inició una huelga de hambre.

El repudio contra el alcalde impuesto se manifestaba en carteles improvisados en los que se bautizó a Florencio Salazar, entonces gobernador, y a Medina de los Santos como “Don Ratón y Don Ratero”. La gente comenzó a llevar basura a la puerta principal del Palacio y se le colocó un letrero: “La basura con la basura”.

Los priístas trataron de aparentar contar con apoyo popular, y al filo del mediodía trataron de demostrarlo con un grupo de campesinos de la delegación de Bocas. Los navistas los repelieron. Algunos de los campesinos, confundidos, confesaban que no sabían a para qué los habían acarreado.

La tensión fue en aumento. Un grupo de navistas, encabezados por Pizzuto y Alvaro Elías Loredo, se replegaron al comité de campaña; otro permaneció en la Plaza de Armas.

Entre la multitud aparecieron otros actores: integrantes del grupo estudiantil Olivo, y policías judiciales. No faltaron los provocadores. “Lo que San Luis necesita es una buena medicina, y esa es Medina”, fue el grito de uno de ellos que de inmediato corrió ante la protesta de los inconformes.

Fue así como se desató la agresión policiaca contra los manifestantes. Los policías y porros universitarios, encabezados por Julio Ceballos, agredieron a los manifestantes, los persiguieron hasta sacarlos de la Plaza de Armas, y destrozaron todo lo que Salomón H. Rangel tenía en el kiosko.

Enseguida comenzó el incendio en la puerta principal del Palacio Municipal. Hay quien afirma que el fuego vino de dentro. Nadia sabe con precisión cómo empezó. Lo que sí fue notoria fue la forma en que se obstruyó la labor de los bomberos para que controlara el fuego.

Integrantes del Ejército hicieron su aparición al mando del general Jesús Gutiérrez Rebollo, pero sólo observaron y estimaron que no era necesaria su presencia.

El fuego consumió la puerta. Ingresó un grupo de desconocidos que destrozó los muebles de las oficinas.

El gobernador Florencio Salazar respondió a los medios sobre el cuestionamiento de quién dio la orden de desalojar violentamente a los manifestantes con otra pregunta:

“Yo desearía expresar en esta oportunidad que la orden de desalojo, dijo usted, de la Plaza de Armas, creo que exige la respuesta a una pregunta anterior: ¿Quién ordenó la agresión a los cuerpos de seguridad pública?”

El Sistema demostró así que no se abriría a un auténtico juego democrático y enseñó los límites a los que es capaz de llegar para imponer a quienes defienden más sus intereses que los de la población…

A 30 años de la puerta del Palacio Municipal incendiada, el sistema ha adquirido apelativo, “de partidos”, y ha convertido el juego democrático en una simulación en el que los verdaderos intereses de la población siguen sin ser prioridad.

 

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