CAJA NEGRA

Obras no son amores sino motivo de vergüenza

Hay dos obras de presunto e imaginario beneficio social en las que se concentra toda la incapacidad, necedad e ineficiencia que unas cuantas autoridades locales y municipales son capaces de reunir. La ampliación del boulevard del Río Santiago lleva ya seis años y no lo pueden acabar y la modelización vial de avenida Muñoz que, a unos meses de haber sido inaugurada, muestra ya sus malogrados resultados.

 

¿Quién tiene la culpa?

 

Nadie.

 

En San Luis Potosí nadie tiene la culpa ni la responsabilidad de nada. La normalidad democrática es que existan obras interminablemente inconclusas y obras de cuestionable calidad.

 

De vez en cuando se habla de esos temas que suelen permanecer en la penumbra, soterrados, ajenos a la opinión pública. A veces por el interés de alguien por exhibir a un funcionario, a una institución o a un gobierno, se pone el tema en la agenda pública y en otras ocasiones, es la naturaleza la que fuerza su discusión pública.

 

Es así que gracias al período anual de lluvias ha sido posible regresar a la necesaria revisión de proyectos como el del Río Santiago. En el primer año de gobierno de Fernando Toranzo y en el primero de Ricardo Gallardo Juárez como presidente municipal de Soledad de Graciano Sánchez, aseguraron que la obra sería terminada en su primer año de gestión.

 

Eso no ocurrió. Pasó la mitad del gobierno de Toranzo y se acabó el trienio de Gallardo Juárez y nadie se acordó del compromiso hecho y cuando alguien les preguntaba, la respuesta era sencilla, es que con las lluvias no se puede acabar.

 

Pues bien, luego llegó Ricardo Gallardo Cardona y con el gobernador Toranzo reciclaron el ofrecimiento de terminar las obras que bien semejan una historia sin fin de ineficiencia y corrupción.

 

Gallardo Cardona ya no es alcalde, está en prisión y Toranzo deja el gobierno en un par de meses y el proyecto de ampliación del Río Santiago no habrá terminado.

 

No importa, no pasa nada.

 

El proyecto de modernización de la avenida Muñoz fue una imposición a habitantes y comerciantes de la zona que se oponían a algo que a todas luces era más un proyecto político que una obra necesaria.

 

La autoridad se impuso pese a contar con el rechazo de la gente y pese a no tener la razón y emprendió una obra que se está ya cayendo a pedazos. Desde el arranque de la obra hubo problemas de todo tipo, especialmente los propios del suelo y subsuelo de la zona donde corren aguas superficiales que hacen imposible construir obras de gran calado.

 

Problemas legales que detenían el proyecto, un proyecto escondido tras la opacidad de las autoridades y una licitación mañosa a favor de empresas con historial de obras de mala calidad.

 

En fin, los peores augurios se cernían sobre la avenida Muños y tales augurios se han hecho realidad. El pavimento se está hundiendo, los puentes se erosionan con la filtración de agua y el rechazo general ha crecido.

 

La obra culminante del alcalde Mario García Valdés es apenas una mala broma y el interés del gobierno estatal de hacer creer que si trabaja, es solo una anécdota. La SEDUVOP ordenó una obra que a la postre carece de calidad y amenaza que en el corto plazo se convertirá en ruinas.

 

Los alcaldes de San Luis Potosí y Soledad de Graciano Sánchez y el gobernador del estado, están por dejar sus cargos y dejan esos proyectos convertidos en auténtico desastre. Creíamos que con Victoria Labastida ya habíamos visto todo, pero no ha sido así.

 

En la memoria quedará el hecho de que en su segundo informe de gobierno, Fernando Toranzo dio por concluida la obra del Río Santiago e incluso, se colocaron espectaculares en las calles con imágenes falsas de una obra que en los hechos no estaba terminada.

 

Cuando como ahora oímos hablar de esas dos obras o que en su caso nos enteramos por las noticias de que o no se terminan o presentan fallas, no podemos sino pensar que se trata de obras semejantes a trastos viejos y herrumbrosos por ahí abandonados a su suerte.

 

En ambas obras, las regulaciones han sido transgredidas una y otra vez en costos y tiempo y no se ha hecho nada al respecto.

 

Y ¿La Auditoría Superior del Estado?

 

Pero carajo, ¿Qué es eso?

 

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