Caja Negra: Doce años de peste

Por Antonio González Vázquez

No tienen escrúpulos ni conocen la vergüenza, su capacidad para generar tonterías es tan asombrosa como inagotable; los potosinos apenas si estamos para aguantarlos tres años y los diputados aspiran a mantenerse doce años en la curul.

¿Qué hemos hechos para merecernos eso?

Un diputado con doce años en el cargo sería tanto como una plaga de langostas en un huerto de trigo.

Como está visto que lo de la legislatura en curso es hacer el ridículo, da el caso que la diputada del PRI, Angélica Esther Cárdenas, está presentando una iniciativa de ley que propone que un diputado se pueda reelegir hasta en cuatro ocasiones.

¡Por Dios, si apenas se les puede soportar en año y medio que llevan en el cargo!

Propone adicionar a la Ley Electoral del Estado los artículos 28 BIS  y 28 TER, el primero tiene que ver con las reglas a aplicarse en el caso de los diputados deseen reelegirse.

El inciso uno de tales reglas dice que: “De conformidad con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y la Constitución Política del Estado de San Luis Potosí, sólo podrán ser reelectos hasta por cuatro períodos consecutivos”.

En la sesión plenaria de este jueves se dará entrada a esa iniciativa y luego será turnada a comisiones para, como se dice, su estudio y dictamen.

El solo hecho de que a un diputado se le haya ocurrido proponer la reelección hasta en cuatro ocasiones, nos pone ya a temblar a todos.

Imagine el lector a los diputados expertos en hacer escándalo viviendo de los recursos públicos durante doce años, sin duda, tiempo suficiente para que sus familias nunca trabajen durante unas tres generaciones.

Si reparten en promedio, 19 millones de pesos en dádivas por año a sus clientelas políticas y partidistas, en doce años estarían repartiendo 228 millones de pesos, solo para llevar votos a sus partidos.

La diputada Cárdenas parecería padecer ceguera para no darse cuenta de lo desprestigiados que están los legisladores, todos reprobados por Congreso Calificado con notas dignas de los más burros de la clase.

Son la comidilla de todos, la prensa se da gusto ventilando sus excesos y da rienda suelta a críticas del todo justificadas a su pobre labor, pero su arrogancia es tan infinita como su insensibilidad.

Doce años de estadía de los diputados de la actual legislatura sería, por decir lo menos, cosa de locos, de quien ha perdido el juicio.

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