Por Victoriano Martínez
Tachar como maldita herencia todo lo que se oponga las ocurrencias y a los proyectos que apoya el gobernador Ricardo Gallardo Cardona es una estrategia que se puede usar sin límites… hasta para justificar y avalar proyectos de explotación y despojo de territorio ejidal ¡al mismísimo estilo de la maldita herencia!
Gallardo Cardona, cuando se le preguntó si “en Corcovada pasará lo mismo que en Cerro de San Pedro”, descartó que se pudiera repetir la situación de depredación ecológica con el proyecto extractivista por el que empresas ligadas a Ricardo Salinas Pliego pretenden despojar de más de 456 hectáreas a ese Ejido.
“No es ninguna minera, ya por ahí mucha gente ha querido agarrar esa bandera para tratar de, pues de tener alguna bandera porque no tienen banderas ya, y muchos de esos que agarran la bandera pues son los mismos que permitieron lo de Cerro de San Pedro”, fue la aclaración oficiosa por parte del mandatario como si fuera vocero defensor del proyecto.
Valdría la pena que Gallardo Cardona expusiera públicamente el papel que jugaron los ejidatarios de Corcovada que detectaron inconsistencias y simulaciones en el proyecto extractivista que amenaza su territorio para permitir la operación de la Minera San Xavier y la desaparición física del cerro emblema que hoy sólo existe en la imagen del escudo de armas del Estado.
Podrá explicar Gallardo Cardona cómo es que los integrantes del Frente Amplio Opositor a Minera San Xavier (FAO), luchadores contra de la depredación ecológica que en seguimiento a esa causa dieron origen a los Guardianes de la Sierra de San Miguelito y encabezaron un movimiento que logró que se le declarara Área Natural Protegida “no tienen banderas ya”.
Los ejidatarios de Corcovada se acercaron a los Guardianes justamente porque provienen de aquella lucha en defensa de Cerro de San Pedro y por haber continuado la causa ecológica con la hoy Área Natural Protegida Sierra de San Miguelito porque el proyecto que hoy defiende el verde ecologista Gallardo Cardona representa una amenaza ambiental, sea cementera o minera.
Una amenaza ambiental que ya ha provocado los primeros daños, por los que un grupo de ejidatarios presentaron una denuncia ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), en contra de las empresas CEMAT Construction e Inkazteca Drilling, así como de los integrantes actuales y anteriores de la Mesa del Comisariado Ejidal, cuya acción justifica Gallardo Cardona.
“Es un caso más bien como el que está en Villa Juárez, donde está una gran cementera que es Cementos Moctezuma, donde le da más de tres mil empleos a todo el lugar, y es lo mismo que pretenden hacer acá. Ese es el proyecto que estamos nosotros viendo”, comparó el proyecto en Corcovada con la cementera ubicada en Cerritos, no en Villa Juárez.
Gallardo Cardona omite que la cementera en Cerritos ha sido señalada desde hace más de una década por provocar graves daños ecológicos e, incluso, un aumento en los casos de cáncer en ese municipio.
Si los trabajos de barrenación, remoción de plantas, construcción de zanjas y diversas acciones realizadas por las empresas, sin informar a la asamblea ejidal y a la autoridad ambiental, ya son motivo de una denuncia ecológica, la operación de una cementera multiplicaría exponencialmente las afectaciones ambientales.
¿Qué interés tiene Gallardo Cardona en los proyectos de Salinas Pliego y los grandes inversionistas que lo acompañan?
Aclarar oficiosamente que “no es ninguna minera” como si avalara la pretendida enajenación de 456 hectáreas para un proyecto que, según su propuesta de Manifestación de Impacto Ambiental, sólo requiere 92, abre un margen muy amplio de sospecha.
Pretender encubrir su interés por la instalación de la cementera con la gastada etiqueta de la maldita herencia porque “son los mismos que permitieron lo de Cerro de San Pedro” resulta tan desafortunado que en el repaso de los actores Gallardo Cardona queda en el bando de quienes reprimieron a los integrantes del FAO para favorecer a Minera San Xavier.
Tan inconsistente y ridículo resulta su defensa a las empresas depredadoras, que Gallardo Cardona primero califica a Cementos Moctezuma como una gran cementera que dio tres mil empleos para enseguida acusarla sin señalarla directamente de tratar de impedir que se instale otra empresa del ramo.
“Hay intereses de la competencia de que no se ponga otra cementera, no sé si me explique, y no quieren competencia, entonces están levantando ruido, por eso les digo que hay que tener un poquito de cuidado”, dijo en su descuidada respuesta.
Tan descuidada, que no se percató que a quienes descalifica por apoyar la defensa del territorio en Corcovada son los mismos que defendieron a Cerro de San Pedro contra la minera canadiense en un movimiento en el que participó la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, a quien, en todo caso, también puede ver como parte de la maldita herencia.
“No somos igual que la maldita herencia, eso sí te lo quiero aclarar”, con esa frase cerró su respuesta. Es obvio que en Corcovada diferenciarse de aquellos a quienes les tocó ser calificados como de la maldita herencia es apoyar un proyecto de depredación ecológica y exhibir que privilegia sus intereses, por oscuros que sean, abiertamente sin límites.