Candiles de calle…

Óscar G. Chávez

Cinco días después de la marcha convocada a nivel nacional para “defender al INE” se continuaba hablando de ella; el éxito, derivado de la capacidad de convocatoria y de las nutridas concurrencias (no sólo en la Ciudad de México, sino en todas las ciudades donde se realizó) fue incuestionable.  

San Luis Potosí no fue la excepción; hay que reconocer que una movilización cívica de este tipo hace años que no se veía. Quizá la última, aunque de mayor magnitud, fue aquella del 22 de octubre 2014, a casi un mes de los horribles sucesos de Ayotzinapa, y como reclamo por los mismos. Aquella, la de 2014, a diferencia de ésta, del pasado domingo, fue enteramente ciudadana y apartidista; porque a pesar de lo que se diga, la caminata en defensa del organismo electoral careció de esas dos características.

Si bien la causa es legítima, el involucramiento de actores imparciales y vinculados con grupos opositores al presidente de la república, desvirtuaron notablemente la vocación inicial, para acabar convirtiéndola en una actividad más de corte antilopezobradorista. Uno de los más claros ejemplos lo constituye la agrupación Potosinos con valor, que se ha caracterizado por la virulencia de su discurso contra López Obrador; a ésta debe agregarse un nutrido sector del panismo potosino.

Alguno de estos últimos, políticos en funciones de diputados, otros, como Mario Leal Campos, asesor del Ayuntamiento de la Capital, y el tránsfuga del panismo, exalcalde de la capital, Jorge Lozano Armengol, quien (en total distanciamiento con el sentido común) afirma sin ningún razonamiento, que México vive una semidictadura. Si se viviera, no sólo no podría hacer esas declaraciones, ni participar en esos ejercicios disidentes, sino que además, entes nocivos como él, estarían en la cárcel.

Para muchos, la cereza del pastel fue la soporífera y nada convincente intervención de Rodolfo Aguilar, quien se propuso –seguro pensando que se concursaría en la flor más bella del ejido– como único orador. No pudieron, al parecer, elegir un personaje de mayor solvencia moral, olvidando que en torno a él que hay historias de todo tipo, menos de pulcritud personal y profesional al frente del CEEPAC.

Creo recordar que hace algunos años, estando al frente de ese organismo, utilizó recursos y personal para una mudanza personal; autorizó dispendiosos pagos de aviones y hospedaje a su corte de favoritas. Luego, sin detenernos a recordar asuntos de violencia de género, aprovechando un vicio en el cambio de nombre del órgano electoral, logró aplazar su encargo para acabar demandando jubilación por sus 20 años de ejemplar trabajo.  

Sin embargo, con todo y estos especímenes la marcha cumplió su cometido, aunque valdría la pena reflexionar cuántos de los que marcharon ese día lo hicieron en defensa genuina del INE, cuántos para hacer patente su odio contra el presidente López Obrador, y cuántos únicamente por socializar y romper con la monotonía dominical de ir a Plaza San Luis.

De todos los que marcharon, cuántos aplaudirán y convalidarán los excesos de los funcionarios electorales (como esa muy cuestionable contratación de seguros de gastos médicos por casi 300 millones de pesos) entre los que aparece nuestro paisano Martín Faz Mora. A ver qué hacen el día que les disminuyan el sueldo.

A los que protestan para mantener y no modificar al INE, los que dicen que México vive en una semidictadura en las que el ejecutivo federal se ha apropiado de todos los demás poderes, habría que preguntarles por qué no actúan de la misma manera contra el atrabiliario gobernador potosino, quien también tiene el control del poder judicial, del legislativo y de todo el ejecutivo.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.                                 

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