Centinela: Albergue infantil rezagado y olvidado

Antonio González Vázquez

Para el gobierno de José Ricardo Gallardo Cardona hay de obras a obras. Algunas merecen todo el respaldo institucional e incluso al margen de la ley, mientras otras que no gozan del impulso personal del mandatario, parecen quedarse en el olvido.

Es el caso de las obras de reconversión de la Casa de Gobernadores en Albergue de Niñas, Niños y Adultos Mayores en situación de vulnerabilidad.

El día 4 de julio de 2022, el gobernador dio el banderazo de inicio de las obras y según se anunció, concluirían el 4 de noviembre de ese mismo año.

De acuerdo con el fallo de la licitación, la empresa OEPII Construcción fue la ganadora con una propuesta de 87 millones 639 mil 798 pesos. La conclusión estaba prevista en 120 días a partir del 4 de julio.

Al rendir su primer informe de gobierno, Gallardo Cardona al referirse a la obra, reportó que la inversión final sería de 110 millones de pesos.

Ya pasaron seis meses de esa fecha y la obra no ha sido concluida.

No obstante que el plazo de terminación ha sido ampliamente rebasado, en febrero de este año, el gobernador afirmó que el proyecto “avanza en tiempo y forma, por lo que en breve podrá abrir sus puertas en un nuevo esquema de atención, fraternidad y apoyo hacia la población vulnerable”.

Luego, el día 15 de marzo, Ruth González Silva, presidenta del DIF estatal dijo en entrevista que las obras “avanzan a buen ritmo; estimamos que en alrededor de dos meses podríamos estar inaugurando, al momento lleva un avance de entre 70 y 80 por ciento”.

Ya pasaron esos dos meses y el Albergue no ha sido concluido.

El 28 de septiembre de 2021, apenas unos días después de haber asumido el cargo, Gallardo posteó en sus redes sociales el video de un recorrido de su visita a la Casa de Gobernadores. En los 18 minutos y 23 segundos de grabación, hizo comentarios irónicos, se burló y criticó a los ex gobernadores por el lujo, excesos y borracheras que tenían lugar ahí.

Enseguida, anunció que esa Casa se convertiría en Albergue y que, con ello, cumpliría uno de sus compromisos de campaña.

Pasaron literalmente nueve meses desde ese anuncio hasta el inicio de las obras.

En contraste, la Arena Potosí, que sí goza del apoyo absoluto del gobernador, avanza vertiginosamente pese a la sombra de sospechas que la cubren.

Este día es el arranque formal de la obra, pero en los hechos, inició desde el pasado 15 de febrero cuando no existía siquiera proyecto de convocatoria.

En noviembre había anunciado su construcción y tres meses después la arrancó en una especie de albazo tan burdo como innecesario.

El ejecutivo prefirió extralimitarse y sobrepasar el límite de sus atribuciones y facultades o de lo que está autorizado a hacer, en vez de ser prudente y esperar que se publicase una convocatoria y llevar a efecto, el proceso de licitación pública como debería de ser.

Decidió correr el riesgo y apartarse de la ley en aras de cumplir su palabra empeñada con el Congreso Nacional Charro al que solicitó se diera a San Luis Potosí la sede del Congreso y Campeonato Nacional Charro 2023.

Le dieron el sí, siempre y cuando el estado ofreciera un espacio digno y a la altura de un evento de esa envergadura.

Fue entonces que a Gallardo se le ocurrió construir la Arena Potosí.

Desde que la anunció, no ha pasado otra cosa sino el surgimiento de escándalos en torno al inicio de la obra, sino también la elevación del costo que pasó de 290 a 481 millones de pesos, la asignación a empresas señaladas y denunciadas por haber incurrido en irregularidades en obra pública en el estado, probables violaciones a la Ley de Adquisiciones, así como la más obvia que fue el montaje o simulación de la convocatoria emitida por la Secretaría de Desarrollo Urbano, Vivienda y Obras Públicas.

Hay tantos hoyos negros que el gobierno no ha logrado tapar ninguno. Es por eso que a la administración gallardista le molesta que el tema sea ventilado en algunos medios de comunicación.

Le resulta irritante que se hable y que la ciudadanía se entere de lo que hacen mal; quieren uniformidad en torno a sus fechorías.

Enseguida que surge un punto anómalo, el gobierno sale y afirma que no ven ninguna irregularidad y mucho menos, corrupción; todo marcha bien, vamos muy bien.

Cuando se dice y se comprueba lo contrario, el gobernador se enoja y se aleja del tema. No le gusta que le pregunten de eso.

Olvida que es su obligación informarle a la sociedad que, en temas de interés público, vale más el derecho a la información que su estado de ánimo, sobre todo, si él mismo sabía que la Arena se empezó a construir al margen de la convocatoria.

Huir de los cuestionamientos como los expresados por el reportero Abelardo Medellín no es lo más decoroso para el gobernador, pero además muestra la vulnerabilidad de su administración frente a la crítica. No la tolera.

El contraste entre las obras del Albergue y la Arena es claro, la primera no es una prioridad y la segunda, es un capricho.

La Arena es prioridad porque es par recibir a los charros, mientras que el Albergue es una obra más porque es para la población vulnerable.

Así o más claro.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha sido docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación durante 25 años. Además, durante 30 años se ha desempeñado como periodista en medios como El Heraldo, El Mañana de Ciudad Valles, Pulso, Milenio San Luis, Diario Digital San Luis, Librevía, La Jornada, Global Media y actualmente en Astrolabio Diario Digital y Periodismo Político.com. También ha sido corresponsal de medios nacionales como Agencia de noticias Notimex, La Jornada y Milenio.

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