Cinco tesis sobre el periodismo, medios de comunicación y la acción política

José de Jesús Ortiz

Durante su participación en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara el pasado primero de diciembre, Pablo Iglesias, exdirigente y fundador del partido Podemos en España, planteó cinco tesis o proposiciones sobre el periodismo, los medios de comunicación y la política. Entre otras ideas, advirtió que los medios de comunicación son los grandes actores ideológicos de la sociedad actual, que la estructura de propiedad de las empresas informativas afecta la calidad democrática o que, las derechas en el mundo han entendido mejor la importancia de la comunicación y la han utilizado de una manera más eficaz en la construcción del relato y la acción política.

La reflexión de Iglesias es a partir de su experiencia personal como académico en la Universidad Complutense, pero también como actor político de primera línea durante la última década (hasta 2021 fue vicepresidente del gobierno español) y colaborador de diversos medios de comunicación entre ellos el periódico Público, el programa La Tuerka, y sobre todo como impulsor de proyectos periodísticos que navegan a contracorriente de los intereses corporativos de la prensa hegemónica, como el Canal Red donde conduce el programa La Base.

Como dirigente de Podemos vivió en carne propia los ataques de la mayoría de los medios  y la fabricación de noticias para aniquilar a esa fuerza política surgida luego de la gran movilización social de los indignados, en su mayoría jóvenes desempleados que tomaron las calles en 2011 para expresar su hartazgo por la falta de empleo, la precarización, los contratos basura y en general por la crisis económica producto de la aplicación de las políticas económicas neoliberales que quebraron la economía española.

Las premisas expuestas en Guadalajara en la conferencia La delgada línea entre el periodismo y la política —como parte del Encuentro Internacional de Periodistas—, son también vigentes para el caso mexicano, útiles para entender desde la comunicación lo que sucede y ha sucedido en estos años en el país. Las tesis expuestas son las siguientes.

1. No hay una línea de separación entre el periodismo y la política. “Los medios de comunicación son actores políticos…son en nuestra época los grandes actores ideológicos”, además de que “influyen, determinan y condicionan” en la vida pública y la acción política.

En este caso, no hay duda de la imbricación entre los medios y la política, basta ver las relaciones que mantienen los propietarios de los medios hegemónicos con el poder político; o el paso de propietarios y directivos de los medios a la política partidista y a la inversa. Louis Althusser conceptualizó a los medios de comunicación “como aparatos ideológicos”, con un lugar principal en la sociedad moderna, por encima de otros aparatos ideológicos como la Iglesia o la Escuela. Y es así: en una sociedad hipermediatizada, los medios de comunicación son los grandes constructores de sentido, propagando componentes ideológicos funcionales para las élites.

También, esa tesis de que los medios son actores políticos e ideológicos tiene una evidencia empírica constatable en el trabajo de la gran mayoría de medios de comunicación corporativos en México. Durante un largo periodo del siglo XX, los grandes reinos de la comunicación fueron en los hechos uno de los pilares en que se sustentó el viejo régimen y en la propagación de una visión del mundo afín, legitimando la construcción de ese relato nacional y descalificando las posiciones contrarias (“Manos extrañas se empeñan en desprestigiar a México. El Objetivo: Frustrar los XIX Juegos”, fue el encabezado de El Sol de México al día siguiente de la brutal represión en Tlatelolco en 1968). Véase también el caso a nivel local, con propietarios de empresas informativas vinculados directamente con el poder político o actores políticos ellos mismos que hacen de sus medios un instrumento que sirva a su acción política.

2. Los medios de comunicación no son transportistas de la información. “No puede haber periodismo sin intencionalidad política, sin línea editorial, no hay tarea cultural o ideológica que se pueda separar de la actividad periodística”.

Iglesias alude al proceso mismo de producción de la noticia, a la jerarquización del hecho noticioso por parte de los medios, pero sobre todo al encuadre (el framing en el modelo teórico de la agenda setting) que expresa la línea editorial del medio y refleja también sus intereses políticos y económicos. En ese proceso, en lo que se dice y excluye, los medios fijan los temas de discusión con una intencionalidad, no es solo una simple transmisión aséptica de la información por más que proclamen su imparcialidad y neutralidad.

3. La gente no milita en los grandes partidos políticos en general, milita en los medios de comunicación. “Los grandes creadores de opinión no son los dirigentes de partido, son las figuras de los medios que tienen la suerte de tener a millones de personas que les escuchan o los leen…la gente milita en los medios que establecen la jerarquía de temas, los enfoques, los marcos, que condicionan los debates sociales”.

Lo que plantea se relaciona con la tesis anterior y corresponde a las características propias de la sociedad actual, muy lejos ya de aquella etapa de las grandes ideologías que se expresaban en la acción política a través de los partidos de masas. Las ideologías han sido sustituidas por el marketing, por la banalidad y mediocridad en la mayoría en los liderazgos políticos y, sobre todo, por la preponderancia de la comunicación y la política centrada en los medios.  Convertidos las principales figuras mediáticas en los intelectuales orgánicos de la sociedad actual.

4. La estructura de propiedad de los medios de comunicación define la calidad democrática. “¿Tiene el periodismo protección cuando está en manos de empresas privadas? ¿La tendencia al oligopolio, a que grandes empresas privadas con intereses económicos sean los propietarios de casi todo lo que puede leer, ver o escuchar la población, permite que el periodismo asuma la función democrática que le corresponde?”.

Sobre esta tesis planteada por Iglesias, conviene recuperar lo expuesto hace más de un siglo por Max Weber —durante el primer encuentro de la Asociación Alemana de Sociología—, cuando advirtió que en términos sociológicos “lo fundamental para toda discusión es el hecho de que, hoy en día, la prensa es necesariamente una empresa privada capitalista”. En esencia eso son los medios de comunicación: empresas privadas capitalistas que buscan maximizar sus ganancias, aunque se escuden en el discurso de que cumplen una función social, que son un contrapeso al poder o apelen a grandes preceptos liberales como la libertad de expresión.

En el caso de México, la mayoría de los medios corporativos son propiedad de empresarios con intereses diversificados en la actividad económica y que incursionan en los medios para ejercer una clara influencia en la acción política. Empresas acostumbradas durante décadas a una dependencia orgánica con el régimen. Nada distinto de lo que ha sucedido en San Luis Potosí, basta revisar la estructura de propiedad de las principales empresas mediáticas en manos de grupos empresariales y actores político. Esa estructura de propiedad condiciona lo que puede o no decirse en un medio, establece el cómo habrá de difundirse una noticia y define también los temas que habrán de proscribirse en las coberturas de cada medio y los que habrán de cubrirse bajo consigna.

A nivel local, sobran ejemplos de cómo esto afecta la calidad de la información que recibe el ciudadano. En casos emblemáticos como lo fue la batalla por la defensa de Cerro de San Pedro o la lucha actual por la Sierra de San Miguelito se reflejan de forma muy clara esos intereses corporativos de los medios (siempre al lado del capital), pero también en otros casos de la vida social como lo fue en los años 90’s el llamado caso Lavín-Valle o en el caso reciente de Alejandro N., el exfuncionario del DIF estatal procesado y sentenciado por abuso sexual en contra de un menor, un caso silenciado en la mayoría de los medios.

5. La derecha ha entendido mucho mejor que la izquierda que los medios de comunicación son condición de posibilidad del éxito político.

No le falta razón en esta última tesis, quizá retomada a partir de la propia experiencia de Podemos y sus dirigentes para disputar el poder en España y enfrentarse a un ecosistema mediático absolutamente hostil, propagador de mentiras y fake news, abiertamente beligerante ante la posibilidad de que un proyecto de transformación como el que representaba Podemos llegara al poder.  Un escenario que se ha visto a lo largo de estos años en muchas partes de América Latina, con medios de comunicación cómplices y aliados de las élites económicas, en su inmensa mayoría afines a los proyectos de derecha o expresión ellos mismos de esos proyectos. Y, por otra parte, la inoperancia de los proyectos políticos contrahegemónicos para modificar ese escenario. Es el mismo caso de México en estos años, intacta la estructura mediática en que se cimentó el viejo régimen.

Finalmente, las premisas planteadas por Pablo Iglesias en Guadalajara pueden ser constatables y   sometidas a la prueba del ácido (su verificación empírica) durante las coberturas informativas que hacen ya los medios de comunicación de las precampañas presidenciales, con los temas que seleccionan y excluyen, con sus encuadres noticiosos y la construcción del sentido y del relato que proponen a los lectores y audiencias.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Fue reportero fundador de los diarios El Ciudadano Potosino y La Jornada San Luis, así como la revista Transición. Participó como becario de la Fundación Prensa y Democracia para realizar un programa académico en la Universidad Iberoamericana. Es autor del libro La batalla por Cerro de San Pedro, sobre la lucha social contra la Minera San Xavier. Actualmente se desempeña como profesor en la Universidad Mesoamericana y la Universidad Interamericana para el Desarrollo.

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