¿Cómo se llamó la obra?

Octavio César Mendoza

Están en San Luis Potosí los 32 encargados de la seguridad de cada entidad, la candidata a la presidencia más apuntalada por Morena, y las poderosas titulares de Gobernación y Seguridad Nacional. Para quienes son entendidos en la semiótica del poder, no hay símbolos con mayor significado que la presencia o la ausencia de las personas, y el mensaje que estas transmiten de parte del autor de la obra.

En vista de que el escenario político nacional comienza a mostrar sus incipientes puestas en escena, asoman nuevos actores y otros más se desvanecen tras bambalinas, mientras los conglomerados sociales de la patria se disponen a repensar su papel como espectadores que aplauden o abuchean desde las gradas, y premian o castigan con sus votos a favor o en contra.

Así, ante la negativa de Movimiento Ciudadano de convertirse en bisagra de esa puerta giratoria de hotel en que se ha convertido la alianza del PAN con el PRI y el PRD, el tránsito hacia el segundo acto de escenificación de la patria del bienestar social, toma tintes dramáticos por tres factores: para el llamado Frente por México, porque los desnuda en su inmoral búsqueda de aliarse con aquellos que en su momento fueron expulsados de sus compañía teatrales de forma ruin, y ahora pretender avasallar nuevamente cuando los trataron como tramoyistas sin paga; para la alianza Morena-PVEM-PT, porque ésta no se puede permitir rupturas locales que incidan en los resultados nacionales; para el bloque anti-gallardista, porque sus personajes no han logrado desacreditar el liderazgo social del Gobernador del Estado, a pesar de haber inyectado fuertes sumas de dinero a ciertos e inciertos medios de comunicación, incluidos antiguos aliados del régimen del cambio que de forma intempestiva cambiaron al modo hipercrítico, obedeciendo a sus verdaderos patrocinadores.

Este cóctel de receta exquisita se convirtió en licuado, entremés o comidilla de lo que significa el fino arte de tejer la dramaturgia del ejercicio del poder, en la cual los que ríen al último ríen mejor porque ellos son los autores de la tragicomedia. Al final, el Frente se partirá en pedazos pequeños como tablas de Róbinson, la 4T distribuirá los papeles protagónicos a quienes sepan convertirse en factor de cohesión interna (Adán Augusto dixit) y aislará en lo local a las entelequias partidistas de la antigüedad. ¡Ah, la modernidad contra la resistencia al cambio!

Desde Sófocles, Eurípides y Esquilo, hasta Shakespeare, Lope de Vega y Calderón de la Barca, hasta llegar a Bertolt Bretch, Samuel Beckett o Tennessee Williams, todos estarían complacidos de ver cómo la democracia mexicana posee rituales dramáticos que no se agotan, como este de ver hasta el final la obra de teatro aunque sepamos —o precisamente porque lo sabemos e igual lo disfrutamos con deleite— el final de la misma. Sí: “Y los sueños, sueños son”.

Porque en San Luis Potosí, la representación escénica del poder que hoy vemos, confirma que cada entidad del territorio mexicano gobernada por personajes afines al presidente AMLO, está lista para arrasar con la oposición; que la confrontación entre los llamados “progresismos” en territorios como el bajío o los altos de Jalisco, debilitarán aún más a la ultraderecha, al fragmentarla incluso con la aparición de un actor profesional como Eduardo Verástegui enfrentando a Xóchitl Gálvez; y que la consolidación del voto mayoritario por la alianza de izquierdas, en el sur, centro y parte del norte del país, mantendrá en el poder a los principales actores del cambio social de México, incluyendo, en San Luis Potosí, a Ricardo Gallardo Cardona. Apasionante.

La metodología del profeta moderno comienza por aprender a leer con criterios científicos la realidad compuesta de esas tres capas: social, territorial y gubernamental. Y aunque todo puede cambiar de un día para otro por circunstancias fortuitas, nada ni nadie escapa a su destino inexorable, y las estadísticas confirman que los sistemas de creencias son de lo más falibles, y solo sirven para construir épicas fugaces.

A veces, algunos espectadores sólo hacemos cara de sorpresa para recordar la súbita sensación de asombro que nos concedió toda primera vez que cerró el telón, y nos preguntamos: ¿Cómo se llamó la obra?

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Nació en San Luis Potosí en 1974. Actualmente es director de Publicaciones y Literatura de la Secretaría de Cultura, y también dirige la Casa del Poeta Ramón López Velarde y la Editorial Ponciano Arriaga. Ganó el Premio Nacional de la Juventud en Artes en 1995 y el Premio 20 de Noviembre en 1998 y 2010. Ha publicado siete libros de poesía y uno de cuento. Fundador de las revistas Caja Curva y CECA, también colaboró en Día Siete, Tierra Adentro, entre otras. Asesor de Marcelo de los Santos Fraga de 1999 a 2014, siendo él presidente municipal, gobernador y director de Casa de Moneda de México.

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