Asunción, Paraguay (09 de mayo de 2015).- Con 10 años y cinco meses de embarazo, el caso de una niña violada por su padrastro ha conmocionado al mundo. La pequeña aguarda a dar a luz internada con otras madres igual de pequeñas, luego de que las máximas autoridades de Paraguay rechazaran que se interrumpa su estado, pese a la presión internacional.
Hasta el momento, varias organizaciones humanitarias insisten que la vida de la pequeña, de 1.39 metros de estatura y 34 kg al comienzo de la gestación, corre peligro. También expusieron el drama de miles de menores en este país que sólo permite el aborto terapeútico.
Sin embargo, el gobierno, la justicia, la Iglesia Católica y otros grupos civiles expresaron su rotundo rechazo a que la niña interrumpa el embarazo, aduciendo entre otras razones, el avanzado estado de gravidez.
Los médicos afirman que la niña está bien y que el embarazo de momento es “normal”. La menor comparte una sección reservada para niñas-madres con otras cinco adolescentes de 13, 14 y 16 años que ya esperan o tuvieron a su bebé.
Los números reportan que 20.000 adolescentes de más de 16 años dieron a luz en 2014, en su mayoría madres solteras que es casi imposible que luego retomen sus estudios. Esta semana, el caso de la menor, que cumplirá 11 años el 25 de mayo, desató un amplio debate en las cámaras de Senadores y Diputados, que pidieron informes al Ministerio Público. Y los partidos minoritarios de izquierda aprovecharon para reclamar la despenalización del aborto, una ley archivada.
Pero el ministro de salud, Antonio Barros, exmédico de cabecera del presidente de Paraguay, Horacio Cortés, no quiere más discusión. “El embarazo no será interrumpido. Lo del aborto está descartado por completo”.
La pequeña quedó al cuidado de los servicios públicos poco después de que el pasado 21 de abril su madre la llevara al médico preocupada por una sospecha de tumor en el estómago que resultó ser un bebé de 21 semanas de gestación.
La menor declaró que su padrastro abusaba de ella. El padrastro está prófugo y su madre está presa desde que a finales de abril se confirmara que fue cómplice del abuso sexual de su hija.
“Esta niña siempre estuvo en manos de ese señor porque la mujer salía a trabajar. Era empleada de la cantina en una escuela. El se encargaba de cuidarla. Asistía hasta a las reuniones de padres. Estaba a su merced”, observó la fiscal Monalisa Muñoz.
Pero a ella la han mantenido ajena al debate público de su propio drama. “No está permitido que vea la televisión”, dijo otra fuente en el lugar.
Fuente: La Nación.