Desconfianza social en la partidocracia

Antonio González Vázquez

Los partidos políticos no tienen cara para pedirles el voto a las y los potosinos, quienes les tiene una profunda desconfianza.

Justo en la actual coyuntura de campañas para los comicios federales y locales del 2 de junio próximo, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publicó la Encuesta de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG) 2023, que arrojó datos demoledores para los partidos, representantes populares y gobernantes.

En el apartado Percepción de Confianza en las instituciones o actores de la sociedad, en San Luis Potosí, los partidos políticos salieron reprobados por la población de 18 años y más.

De acuerdo con ese estudio, 35.7 por ciento de las personas consultadas dijeron tener solo “algo” de confianza en los partidos.

Resulta patético que apenas 3 de cada 10 personas confíe en esos entes, definidos legalmente como “instituciones de interés público”.

En el estudio previo correspondiente a 2021, la confianza en los partidos había sido de 37.5 por ciento; en dos años, perdieron dos puntos.

La edición 2023 de la ENCIG ubicó a los partidos en el lugar 24 de 25 instituciones, pero en 2021 eran el último lugar.

Es tan lapidaria la imagen que tiene la sociedad de los partidos, que su nivel de confianza es semejante a la de la policía que alcanzó un 36.3 por ciento.

La clase política potosina está por los suelos.

Es una auténtica tragedia que de esas instituciones surjan luego gobernantes del estado y ayuntamientos, así como legisladores locales y federales que, ya en sus cargos, tampoco alcanzan niveles dignos de la confianza ciudadana.

Al cierre de 2023, según datos de esa Encuesta en San Luis, el último lugar correspondió a las y los Senadores, Diputadas y Diputados Federales.

Desde el pasado primero de marzo, andan en campaña las y los candidatos a esos cargos, buscan el voto de un electorado que no confía en los partidos que les han postulado.

Los partidos arrastran una historia de descrédito que no tiene para cuando terminar y que por el contrario va en aumento. Hay una sociedad descontenta y desilusionada por el actuar de las cúpulas partidistas movidas más por las ambiciones personales que por los principios democráticos.

Por decir algo, hace cuatro años, el Instituto Nacional Electoral publicó el Informe País, del que se desprendió que 8 de cada 10 mexicanos no confiaban en los partidos.

En el proceso electoral hemos atestiguado una vez más actos ominosos, que reflejan lo peor de los partidos: sus dirigentes se obsequiaron candidaturas plurinominales al Congreso del Estado.

Soslayaron procesos democráticos internos de elección de candidatas y candidatos en favor de mecanismos de designación y postulación a través de órganos partidistas controlados por las elites.

Buena parte de las candidaturas a cargos de elección popular pasaron por el filtro de grupos y amigos, de aliados y comparsas impuestos por encima de hipotéticos perfiles con un liderazgo regional o municipal.

Fueron resultado de negociaciones tan turbias como oscuras y en otros casos, vulgares imposiciones, de modo que quienes hoy son impresentables, luego son impuestos por encima de hipotéticos perfiles con un liderazgo regional o municipal, de modo que quienes hoy son impresentables, luego serán servidores públicos indeseables.

Por ejemplo, en la encuesta, los ayuntamientos de San Luis Potosí apenas lograron un nivel de confianza de 36.3 por ciento.

Aunque la sociedad no confía en los partidos, éstos reciben de financiamiento público para este año electoral la nada despreciable suma de 204 millones 114 mil pesos.

Ese monto palidece ante los 10 mil 444 millones de pesos autorizados por el Instituto Nacional Electoral para el financiamiento de los partidos en el marco de las elecciones concurrentes federales y estatales.

La ciudadanía no confía en los partidos, pero debe soportar la pauta de 2 millones de spots publicitarios acordados a nivel federal para la promoción de sus candidatas y candidatos durante las campañas.

Y como la desconfianza es profunda, se recurre a las peores prácticas para intentar ganarse la confianza de la gente: José Luis Romero Calzada, candidato del PAN-PRI-PRD a la alcaldía de Ciudad Valles, entregó regalos a los asistentes a los mítines de su esposa, Gabriela Martínez Lárraga, postulada a diputada federal.

Once partidos hay registrados en San Luis Potosí, contenderán solos o en coalición en las próximas elecciones, todos reprobados por la ciudadanía. Para los comicios de 2021 había 9 y también habían sido señalados como no confiables.

Todos a su manera son costales de mañas.

Eso es lo que hay en un sistema de partidos en los que la sociedad no se siente representada y que al final, por fuerza, aunque no se confíe en ellos hay que votar por sus candidatos, a menos que haya quienes decidan abstenerse.

O bien, casos en los que el elector vota por un artista o deportista ante la carencia de una buena propuesta o, también, de quienes incluso, van a su casilla, hacen fila, llegan la mampara y optan por guardarse la papeleta y se la llevan como un mal recuerdo.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha sido docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación durante 25 años. Además, durante 30 años se ha desempeñado como periodista en medios como El Heraldo, El Mañana de Ciudad Valles, Pulso, Milenio San Luis, Diario Digital San Luis, Librevía, La Jornada, Global Media y actualmente en Astrolabio Diario Digital y Periodismo Político.com. También ha sido corresponsal de medios nacionales como Agencia de noticias Notimex, La Jornada y Milenio.

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