Duplica violencia a la de tres anteriores sexenios

Por Victoriano Martínez

El de la inseguridad es un tema recurrente con una estadística mensual presentada por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública que, al tratarse de una presentación regular junto con los reportes diarios en prensa sobre ejecuciones, terminan por volver tan cotidiana la violencia homicida que, aunque inspira miedo, hace ya tiempo se le ve como normal.

Si en enero se reportaron 100 homicidios o en febrero 81; si de los 181 del bimestre se establece que 136 fueron homicidios dolosos, y que entre todos esos cuando menos en 100 se trató de ejecuciones con armas de fuego, son cifras que pasan como meros números en una pizarra que está ahí para registrar el dato, cual tabla de posiciones de un torneo o como cotizaciones de bolsas.

Cuando esos cotidianos reportes de homicidios en diarios y noticieros, y a las estadísticas mensuales, se combinan con las justificaciones de una autoridad que, antes que reconocer el fracaso de sus estrategias de seguridad y corregirlas, antepone explicaciones como si se tratara de un asunto más sin la gravedad que representa, no resulta extraño que no haya indignación generalizada.

Cuando las cifras presentadas mes con mes ya no provocan alguna reacción, o se perdió la capacidad de asombro ante una resignada convicción de que la vida no vale nada, o la capacidad de indignación terminó ahogada por un miedo con disfraz de indiferencia.

Leer o ver en los informativos que el promedio diario de víctimas de homicidio en febrero fue de 2.79, en tanto que si se consideran los dos primeros meses del año, ese promedio sube a 3.01 asesinatos al día, no es un intento de asustar más a una sociedad en la que de por sí ya ocho de cada diez habitantes vive con miedo.

Son estadísticas cuya presentación en esa forma podría ser considerarse cargada de dramatismo, pero necesaria para que las autoridades responsables de garantizar la seguridad de la población dimensionen el verdadero drama que han sido incapaces de evitar.

Un drama que durante este sexenio alcanza proporciones verdaderamente alarmantes, si se le compara con la situación que se vivió en los tres sexenios anteriores.

Durante los seis años del gobierno de Fernando Silva Nieto, el promedio mensual de homicidios fue de 41.16, con Marcelo de los Santos como gobernador hubo 33.59 homicidios mensuales en promedio, en el sexenio de Fernando Toranzo Fernández ese promedio aumentó a 43.01, en tanto que en el actual sexenio, que aún no acaba, se han registrado 70.92 homicidios al mes.

Durante el gobierno de Carreras López prácticamente se ha duplicado el promedio de homicidios mensuales de los tres últimos sexenios.

A pesar de tratarse de un sexenio en el que se disparó la violencia homicida, la defensa de los funcionarios responsables de la seguridad pasó de justificarla por ser un problema generalizado en el país, a explicarla con que se trata de malosos que vienen de fuera, hasta llegar ahora a casi darles la bienvenida a esos criminales foráneos que llegaron a disputarse la plaza.

“Hay particularmente en la zona huasteca y con un polígono muy localizado en el municipio de Ciudad Valles, un enfrentamiento por la plaza, sobre todo por el narcomenudeo”, describió el secretario de gobierno, Jorge Daniel Hernández Delgadillo, la razón del incremento de la violencia en aquel municipio, cual si hablara de dos refresqueras que se disputaran los clientes.

Si declaraciones como esas, que se han arrastrado durante todo el sexenio, no son acompañadas con acciones que efectivamente combatan la inseguridad, entonces son la simple manifestación de que los responsables de la seguridad se asumen como unos meros observadores de la violencia homicida porque hace tiempo que abandonaron a su responsabilidad.

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