Educación para todos

Óscar G. Chávez

Hay quienes suponen que tras los señalamientos que se formulan respecto a la extraña relación del alcalde con el gobernador, se encuentra la búsqueda de un enfrentamiento que nunca ocurrirá. Esto no quiere decir que no haya algunos que lo deseen, no obstante una confrontación de ese tipo sería poco saludable para el municipio de la capital y a nadie nos gustaría.

Lo que definitivamente resulta curioso para todos, y eso es innegable, son las formas en las que sobrellevan esa relación. Galindo, queda claro, no es un hombre de confrontaciones, y qué bueno; ha soportado de una manera más estoica que diplomática, dos o tres agresivos lances verbales que le ha dirigido Gallardo; esto, entre los políticos de verdad, incrementa sus bonos, pero frente al electorado los disminuye.

Algo, sin embargo, pareciera olvidar Gallardo, el cúmulo de conocimientos que sobre delincuentes, grupos delincuenciales, sus redes y personajes en concreto (y él puede ser uno de ellos) posee Galindo. Éste, a pesar de todo, ha sido muy discreto y mesurado.

El comentario viene al caso derivado de la apreciación que de la ciudad, en materia de seguridad, manifiesta el alcalde. Si alguien es especialista en el tema es él, no hay otro, pero sí hay muchos que la experimentan directa o indirectamente todos los días.

La percepción del gobernador tampoco es muy distinta aunque, amigo de la salida fácil, del abuso de la palabra sin argumentos, y limitado en el esgrima verbal razonado, opta por invocar a las obscuras fuerzas del pasado o a los grupos foráneos delincuenciales, que vienen de otras latitudes para delinquir y violentar a habitantes foráneos que nada tienen qué ver con nuestra entidad.

Difícil resulta saber si se trata de una estrategia mediática en conjunto o cada quien la plantea por su lado, invitando mediante las propias declaraciones, al otro a compartirlas, pero esto pareciera una línea llevada de manera conjunta al estilo de Pili y Mili. Porque no me podrán decir que a partir de aquella sugerencia de gemelitos vestidos como tiroleses, no los hemos imaginado a cada uno en su respectiva cama, ya empijamados (uno con una Mariscal de franela y otro con la Versace de brillante seda), mandándose mensajes de guatsap para proponer la agenda del día siguiente.  

Felices, casi agarraditos de la mano, revisando lo mismo las obras en periférico que en la avenida B. Anaya, en Carranza o en Fray Diego de la Magdalena.

De ahí que resulte extraño el mensaje de la semana, el control del recurso en obras realizadas con fondos estatales a los alcaldes, muchos dirán que al hablar en plural se refirió a varios, y puede ser cierto, pero también lo es que controlar los dineros estatales enfilados al ayuntamiento de la capital, puede ser muy benéfico para Gallardo.

En varias ocasiones, entendidos en el tema me han señalado por encima de todos mis argumentos, el fuerte error en el que incurre Galindo al no “defender” la delegación municipal de Villa de Pozos, frente a los empeños del gobernador para municipalizarla. Nada de malo tiene, o al menos yo no lo veo, que el alcalde potosino opte por encauzar y dar salida favorable al anhelo de reintegrar a Pozos la categoría de municipio.

Hay quienes lo perciben desde lo económico, otros desde lo electoral, algunos más mencionan una restructuración regional a partir del elemento político y, analizando de manera más profunda, no deja de ser interesante aquella hipótesis recogida por el periodista Juan José Rodríguez, en la que se considera la posibilidad de integrar ese espacio al municipio de Soledad en algún momento.

Todo en conjunto podría ser cierto o de la misma manera pura especulación, pero dado que estatalmente se gobierna a partir de la ocurrencia, tampoco es aventurado o forzado imaginar que el señalamiento que el gobernador realiza sobre el control financiero a los ayuntamientos, no sea otra cosa que un recordatorio de que en San Luis debe seguirse su dictado. “Te educas o te desnucas”, dijera aquel santo exprocurador que en gloria esté.        

De entre de toda la mala impresión que se pudiera tener sobre los actos de gobierno, vino un fuerte espaldarazo de diversos sectores de la población, entre ellos la Canaco, quienes aplaudieron el encapsulamiento de una manifestación del SITTGE el pasado martes. El adecuado manejo del problema laboral frente a la percepción ciudadana, parece que da resultados, aunque en la realidad la finalidad es otra, y no necesariamente adelgazar la nómina estatal.  

La mano dura que pide Canaco llegará, pero para todos, y ellos serán quienes más la sufrirán.

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