El Ayuntamiento de la Capital versus la Sociedad de la Capital

Octavio César Mendoza

Hay un tipo de fricción que desgasta hasta los huesos a cualquier gobernante: la que se da entre las decisiones de este último y la voluntad popular. Ese pueblo que votó por quien después se convierte en su verdugo, suele vengarse en las urnas, además de oponerse en los espacios públicos a través de la manifestación.

Eso en un escenario común; sin embargo, para que la manifestación se convierta en un abierto desafío hacia las autoridades, se necesita haber colmado la paciencia de la población y/o haber pasado por encima de su opinión —excuses mois— inopinadamente. La insensibilidad hacia el sentir del espíritu colectivo hace, de los desacuerdos, diferencias irreconciliables que terminan en divorcio necesario de una de las partes; en este caso, de la propia sociedad.

En tiempos en los cuales dicha sociedad defiende su patrimonio natural y cultural, la nula negociación y el escaso acuerdo previos para el ejercicio de todo acto de autoridad, se puede convertir en autoritarismo simple y llano a ojos de la gente, por lo que el estudio de las consecuencias de las decisiones gubernamentales que puedan implicar un riesgo para la Gobernabilidad, debe prever todos los escenarios posibles. No fue el caso.

Lo ocurrido en el barrio del Saucito (debería ser considerado como barrio por su historia y patrimonio), es una situación de conflicto digna de análisis, para así comprender los efectos de dispersión del enojo social de una ruta de colisión autoridad-gobernados no prevista por el poder -en este caso, por sus asesores y el propio Alcalde. Las fuerzas opuestas, en política, se pueden encauzar en una misma, bifurcarse e, incluso, dividirse en múltiples ramificaciones. Todo depende de la relación que guarden las partes: empática, neutral o repelente.

He ahí que la inexperiencia política tiene un costo muy elevado en términos de confianza y credibilidad. Se puede tener preparación académica, postura ideológica e intelectual, aparato propagandístico, e incluso buena fe y algunas ideas para gobernar; pero sin previsión de coyunturas derivadas del hecho de haber pasado por las difíciles pruebas que impone ser titular de un poder ejecutivo, la responsabilidad en la toma de decisiones pesa mucho más cuando sus repercusiones son negativas para el pueblo.

La gente de El Saucito había manifestado un No rotundo y pleno a la obra que el Ayuntamiento de la capital deseaba llevar a cabo en la vialidad de dicho sector. Ese túnel a desnivel es una metáfora de las aspiraciones de reelección del alcalde Galindo.

Haciendo un análisis comparativo: si el gobernador Ricardo Gallardo Cardona se sometiera a los intereses de los constructores que buscan anular el decreto de Área Natural Protegida de la Sierra de San Miguelito, incluso en el aún improbable caso de que algún juez determinara la invalidez total o parcial del Decreto emitido por AMLO, Gallardo no se pondría a pelear con la sociedad; contrario sensu: por ser un gobernador emanado del pueblo y no de las oligarquías, Gallardo se pondría del lado del corazón y la razón humana, para defender las reservas naturales que sustentan el ecosistema de la ciudad de San Luis Potosí.

En efecto, después del cuestionamiento acerca de la relación que tiene la poliSÍa capitalina con los bailes clandestinos como el de Tlaxcala, donde hubo hechos de sangre; y luego de los enfrentamientos entre la turba de vecinos de El Saucito y las autoridades municipales, y ahora con los bloqueos con barricadas de Fray Diego de la Magdalena, hace falta poner tiempo de por medio, obedecer a la mesura y no al capricho, y recordar que entre la Ley y la Justicia -eso dicen muchos juristas- es más humano y sabio elegir la justicia.

Ojalá que la semana negra de Galindo no genere más conflictos Ayuntamiento versus Sociedad, porque mucho antes de que concluya el mandato del Alcalde, mucho antes de las elecciones, la realidad puede acabar incluso con la aspiración de una diputación local de parte del hasta hoy aliado de Xóchitl Gálvez.

Como ella misma lo dijo: los políticos no saben con quién se toman la foto. En este instante, habrá quienes incluso comiencen a valorar la posibilidad de quitar sus fotos con aquellos personajes a los que al principio invitaban a sumarse a sus causas, pero que después de un espectáculo se pueden transformar en el invitado indeseable de la fiesta democrática del 2024.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Nació en San Luis Potosí en 1974. Actualmente es director de Publicaciones y Literatura de la Secretaría de Cultura, y también dirige la Casa del Poeta Ramón López Velarde y la Editorial Ponciano Arriaga. Ganó el Premio Nacional de la Juventud en Artes en 1995 y el Premio 20 de Noviembre en 1998 y 2010. Ha publicado siete libros de poesía y uno de cuento. Fundador de las revistas Caja Curva y CECA, también colaboró en Día Siete, Tierra Adentro, entre otras. Asesor de Marcelo de los Santos Fraga de 1999 a 2014, siendo él presidente municipal, gobernador y director de Casa de Moneda de México.

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