El caracol, las hienas y los cangrejos

Por Oswaldo Ríos Medrano

“Yo sí puedo caminar tranquilo”, dijo el Corredor Constitucional del Estado Juan Manuel Carreras López al ser cuestionado sobre la más grave crisis de inseguridad de los últimos años. La que es probablemente la peor declaración en lo que va del sexenio, lo fue por la claridosa cualidad de exhibir sin filtros al raquítico emperador que, sin saberlo, camina desnudo ante la simulación, la angustia o la mofa de quienes lo utilizan, lo padecen o lo reconocen, respectivamente.

La perla declarativa no tiene desperdicio: es egocéntrica, a Carreras lo que le importa es Carreras. “Yo”, los demás que se las arreglen como mejor les parezca. Es prepotente, “Yo sí puedo”. Ardid de poder con recursos públicos, puede, pero con camionetas blindadas, guaruras fuertemente armados y una legión de incondicionales que paga la gente. Es demencial, “Yo sí puedo caminar tranquilo”. Aislado de la realidad, Carreras es esclavo de sus alucinaciones. Por decreto, decide vivir de espaldas a las decenas de cadáveres apilados en la morgue, a las dolorosas historias de desaparecidos, a las violaciones, a los cuerpos inertes suspendidos en las carreteras. Al infierno potosino.  

Carreras corre, a veces por placer y a veces para evadir la realidad, pero cuando se trata de gobernar no corre, camina tranquilo, pero muy lento: a paso de caracol. En el estado se implementa la Alerta de Género y con los días siguen ocurriendo más y más feminicidios. A paso de caracol, se anuncian investigaciones que se llenan de polvo e impunidad, la muerte de un joven inocente en la avenida Morales-Saucito, por ejemplo. A paso de caracol, el “gober” anuncia que los cambios que prometió hacer en el gabinete de seguridad aquel lejano primer informe de gobierno, ahora sí los hará después del segundo, decisiones en cámara lenta. San Luis Potosí vive sus días a la velocidad de un balazo y el gobernador reacciona con la rapidez de un molusco gasterópodo, eso si bien nos va, a veces, solo se enconcha.

Pero no todos los pasos son tan cansinos y parsimoniosos como el del caracol. Esta semana, la sociedad potosina se conmocionó al enterarse del brutal y cobarde ataque a una joven que fue abusada sexualmente y estuvo a punto de ser asesinada por las arteras heridas de arma blanca de su atacante. Además de la inenarrable sevicia, la mujer tuvo que sufrir el atropello de su derecho a la privacidad, a la intimidad y a no ser revictimizada por los medios de comunicación, debido a la publicación de imágenes de su cuerpo desnudo, inerme y malherido.

En palabras del padre de la joven, se sabe que las fotografías solo pudieron ser tomadas por una persona que trabajaba en el hospital en que fue atendida o por un policía que debía protegerla. Ese traidor de la confianza de una mujer en tan grave condición, en lugar de preocuparse por ella, actuó como un depredador del morbo y a la velocidad de una hiena, lanzó con un celular sus dentelladas feroces. Quien lo haya hecho, cometió el delito de “Difusión ilícita de imágenes” y en caso de que sea servidor público, también incurrió en el delito de “Ejercicio indebido de las funciones públicas”. Es una exigencia de la sociedad potosina dar con el o la responsable, e imponer una sanción ejemplar para sentar un precedente sobre las obligaciones que impone la ley al tratamiento digno de las víctimas.

Lo peor vino con la amplísima difusión de esas imágenes en algunos portales que, regodeándose en una ignorancia supina, arguyeron un supuesto “deber de informar la realidad”, sin reparar en que lo que está a discusión, no es su derecho a publicar y ejercer la libertad de expresión (la cual por cierto, tiene como límite constitucional la vida privada y los derechos de terceros), sino el supremo derecho de la víctima de un delito a ser respetada en su “dignidad, privacidad e intimidad”, en los términos de la Ley General de Víctimas a nivel nacional y en la Ley de Víctimas del estado. Se vale leer.

Nadie les está pidiendo que no publiquen los hechos delictivos que ocurren todos los días, hacerlo es un imperativo ético. Lo que se les exige es el cumplimiento de una ley que para ellos siempre ha sido letra muerta. Publicar en las portadas de sus periódicos amarillistas o en sus notas rojas, las imágenes de personas que fueron asesinadas, se suicidaron o sufrieron ultrajes sexuales, es un acto de abuso de poder que revictimiza a las personas y a sus familias.

Con la voracidad y a la velocidad de la hiena, algunos tratan de vender un periódico o ganar un clic, sin reparar en que así exponen su incapacidad de generar contenidos atractivos sin recurrir a la exposición pública de una víctima que no dio su autorización y no puede resistirse a ser vejada por quienes obtienen de ello un lucro económico. La madre y el padre de la joven mujer que fue brutalmente atacada en el camión de transporte de personal fueron muy claros: “dejen de publicar y enviar las fotos de mi hija, pónganse en nuestro lugar”. ¿Eso tampoco lo entienden?

Uno lento, otros veloces y hay también quienes caminan para atrás, como los cangrejos. Parecía que después de lograr la eliminación del fuero, la sociedad civil organizada iría por la concreción de una Fiscalía General verdaderamente autónoma e independiente, pero no. Se quejan de la inseguridad que golpea a sus familias y a sus negocios, pero son incapaces de cuestionar al Ejecutivo con la décima parte de rigor que lo hacen con los diputados.

Mientras a nivel nacional muchas organizaciones y colectivos están dando una batalla ejemplar para impedir el nombramiento del “Fiscal Carnal” (que el actual Procurador Raúl Cervantes sea designado como Fiscal General), aquí en San Luis Potosí, un grupo de organismos empresariales, gremiales y otros más de membrete, se prestan jubilosos a lo contrario, es decir, su legitimación.

Proponiendo a dos destacados abogados (Jorge Chessal y Angelina Acosta), como subordinados en la nueva Fiscalía (¿por qué no para el cargo de Fiscal General?), y admitiendo en el mismo documento que Federico Garza sea incluido en la terna para elegir titular, vuelven a hacer evidente que, en los temas críticos, igual que ocurrió con el curioso “olvido” de exigir la salida de Manuel Barrera, “coincidentemente”, siempre juegan el papel que más le conviene al gobernador. Como el cangrejo que camina, pero no avanza: un paso para adelante y dos pasos para atrás.

LAPSUS

  • “Cambios en el gabinete de seguridad casi un hecho”.

UberSecretario General de (es un decir) Gobierno Alejandro Leal Tobías amenazando con tomar las decisiones que como todos sabemos, son exclusivas del gobernador del Estado José Luis Ugalde Montes. ¿A quién de sus detestados enemigos se quiere escabechar el Caco? ¿Al Fiscal Carnal? ¿Al General Iluminati? ¿O ya de plano al Doctor Caracol?

  • “Inseguridad no solo ocurre a nivel local, también nacional”.

Alcalde capitalino y filósofo contemporáneo Ricardo Gallardo Juárez ¡revelando los secretos más profundos de la lógica, la hermenéutica y la ontología! No conforme con ese acto de generosidad intelectual, el Socrátes de Petatiux también nos regaló silogismos harto refulgentes como: “Solo sé que no soy Sandra”; “Reparto garrafones, luego existo”; y la ya inmortal, “El bache no se crea ni se destruye, solo se transforma”. ¡Somos afortunados, hay mentes que dan más luz que PANAVI!

  • “Yo fui amamantado por mi madre, mi madre tuvo diez hijos y a todos los amamantó y no le pasó nada. Sigue estando buenota mi mamá, buenísima está mi mamá ¡No le pasó nada! Y cuando está uno grande, también uno llora a ver si le dan pecho, pero no”.

Gobernador de Nuevo León Jaime Rodríguez Calderón también conocido como el Bronco, despedazando con sus tradicionales barrabasadas la campaña sobre la importancia de la lactancia materna. Pues sí, tiene razón el Bronco: cuando lo despegan de la teta llora, pero… ¡Cómo sigue mamando!

Twitter: @OSWALDORIOSM

Mail: oswaldo_rios@yahoo.com

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