El olvidado Nuevo Plan de San Luis

Por Victoriano Martínez

El lunes 8 de noviembre de 2021, el gobernador Ricardo Gallardo Cardona inició la “primera y última” gira de los programas sociales, porque después de aquella entrega de becas alimentarias él ya no lo haría directamente ni se le volvería a pedir a la gente que acudieran a algún lugar a recibir los apoyos. A 644 días de iniciada, aquella gira aún no termina y, como dijo Don Teofilito, ni terminará.

“Es la primera vez que voy a ir a entregarlas y la última vez que lo haré yo personalmente, porque después ya esas becas van a llegar directamente a las casitas de todas las personas, ya no se les pedirá que vayan a algún lugar a recogerlas”, aseguró Gallardo Cardona al día siguiente, cuando anunció lo que llamó el Nuevo Plan de San Luis, del que ya no habla.

En las últimas semanas, la prolongación de aquella gira tuvo como vertiente la entrega de útiles y uniformes escolares. En los últimos 644 días, la interminable gira sexenal –si ya hubiese terminado, Gallardo Cardona ya no recorrería el Estado para dar apoyos– ha entregado becas para madres solteras, becas para adultos mayores… y hasta boletos para el concierto de Luis Miguel.

Lo que llamó Nuevo Plan de San Luis sólo fue una ocurrencia con la que pretendió presentarse como innovador al anunciar una iniciativa de reforma constitucional al Congreso del Estado para convertir en obligatorios los programas sociales “para que cualquier gobernador que llegue los continúe y que también sea un blindaje para que no se utilicen para un tema electoral”.

Ni fue una idea original, pues ya estaba vigente en la Constitución General de la República desde un año y medio antes y, 21 meses después, no deja de tener mucho más que un tufo de acciones electoreras hasta descaradas con acarreos a los actos proselitistas de las corcholatas.

No se debe perder de vista que se empataron las estructuras de organización de la Secretaría de Desarrollo Social y Regional (SEDESORE) y del DIF estatal con la estructura electoral.

El entramado que hoy le permite al gobierno de Gallardo Cardona prestar servicios de movilización electorera a los aspirantes presidenciales de la Cuarta Transformación se montó desde el arranque del sexenio y ha dado muestras de tal flexibilidad, que lo mismo puede movilizar a favor de Claudia Sheinbaum que de Gerardo Fernández Noroña.

Una capacidad de movilización que se suele aceitar bimestralmente con la entrega de uno u otro de los beneficios de los programas sociales, entre los que la entrega de despensas (becas alimentarias) destaca porque se mantiene como el mejor instrumento para ampliar su capacidad clientelar, lo mismo que la generación de programas adicionales.

Cada dos meses, quien pretenda recibir una de las despensas que entrega el gobierno estatal a través de SEDESORE y el DIF estatal debía proporcionar copia de su credencial de elector. A partir de la última entrega, sin explicación alguna, ahora les piden dos copias de la credencial de elector, CUPR actual y comprobante domicilio.

Para recibir la despensa, tienen que acudir a un punto cercano a su vivienda en el que se estaciona un tráiler con los paquetes alimentarios, donde los hacen esperar hasta horas, deben proporcionar la papelería mencionada, y antes de recibir el apoyo “nos sueltan un rollo…que es un apoyo regalo del gobernador y su esposa… bla bla bla”.

En los últimos días, en algunos jardines de distintas colonias de la ciudad se instalaron mesas a las que la población puede acudir para registrarse (otra vez la misma papelería requerida) para ser considerados con el apoyo de las clínicas rosas.

¿Qué valor tuvo la palabra de Gallardo Cardona cuando aseguró que las “becas van a llegar directamente a las casitas de todas las personas, ya no se les pedirá que vayan a algún lugar a recogerlas”? El mismo que la escasa memoria colectiva libera de la obligación de cumplirla.

Aparentemente no se armó un padrón para que las becas pudieran llegar directamente a las casitas de todas las personas, aunque el sentido común indica que para eso se requirieron los documentos de identificación. Si no fue para eso entonces ¿qué tipo de padrón fue el que armaron?

¿Acaso recolectar cada bimestre los documentos tiene como objetivo confirmar la clientela cautiva y detectar qué tanto logran ampliarla? ¿Algo como una especie de ritual de fidelidad que les confirma la capacidad de movilización de la que ya dieron varias muestras en los últimos días?

Todo indica que de nada sirvió que se aprobara la iniciativa que Gallardo Cardona llamó Nuevo Plan de San Luis y ya se encuentre vigente tras la publicación del decreto 736 el pasado 17 de abril, porque los programas sociales aún se definen a discreción por parte de la autoridad y a todas luces se les aprovecha con fines electoreros.

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